Fernando Solana, digno ejemplo de congruencia y lealtad a México

• Uno de los escasos servidores públicos de principios y congruentes con la función de genuino servicio a la Nación.
• Falleció quien fuera secretario de Educación Pública y canciller.
• TE lamenta la  desaparición de un servidor público congruente con sus ideas, honesto y leal con México
• Creó el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos

Pocos funcionarios servidores públicos en México han sido dignos, congruentes con sus ideas, principios y entrega a los intereses de la nación.  Fernando Solana Morales ha sido uno de esas rara avis en el sistema político mexicano, quien desde los cargos públicos que ocupó a lo largo de su larga trayectoria en tareas de gobierno, impulsó sensibles cambios en la educación y en la cancillería mexicana, y sobre todo un modelo de servidor público.

Juarista de convicción, Solana seguía el ejemplo del presidente que logró construir las bases del Estado moderno mexicano, “con su patriotismo e imperturbable voluntad”. Decía que en Juárez “se encontraban las raíces históricas de nuestra política exterior”.

Con un profundo sentido del deber,  lejos estuvo Solana Morales de usar los cargos públicos para lucimiento y beneficio personal como es común en el servicio público mexicano. Uno de los rasgos peculiares en su función pública fue siempre tener una visión de servicio a los intereses nacionales con  un fervoroso  amor  por México.

En la secretaría de Educación Pública pugnó porque la educación fuera el motor del desarrollo nacional. Su estilo personal de servir al país creó un modelo de educación en la Secretaría de Educación Pública y de servicio diplomático de carrera en la Secretaría de Relaciones Exteriores.

En su paso por la Secretaría de Educación Pública, Solana desarrolló una de sus sensibles contribuciones como educador: creó el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos con la idea de que la población adulta mayor no debiera estar destinada al olvido y condenada a la marginación e igualmente pensó en el porvenir de los jóvenes al organizar el Colegio Nacional para la Educación Profesional Técnica con el propósito de darles más opciones de desarrollo y oportunidades laborales.

En la cancillería mexicana promovió la ley para la profesionalización del servicio exterior que evitara las improvisaciones tan comunes en las representaciones mexicanas donde aún se ven como el destino de políticos desterrados o premiados, personajes sin ideas claras de lo que significa una representación de tal magnitud, donde los principios de la política exterior del Estado mexicano, su doctrina e historia deben prevalecer. La defensa de los principios procedía de la experiencia histórica, decía Solana, “a menudo traumática que el país ha vivido en sus contactos internacionales”.

Solana creía firmemente que  en la educación se encontraba la llave para sacar del atraso y la desigualdad social a México.

En una de sus últimas apariciones, Solana destacaba la contribución de las personas mayores de 65 años, que seguían siendo útiles al país, y no objeto de desecho o al aislamiento.

Aún en complicadas tareas que le fueron asignadas como la despedida a Karol Wojtyla en mayo de 1990, Solana mantuvo indeclinable su pensamiento al manifestarle públicamente  una de las ideas más preciadas de los mexicanos, la libertad “de los individuos frente a los privilegios que se conquistó en la segunda mitad del siglo XIX”, en una clara referencia la doctrina de Juárez que separó los asuntos de la Iglesia de los del Estado mexicano, frente a la apabullante visita al país del jefe religioso del Vaticano.

Lejos estuvo Solana de frivolizar la actividad pública. Era un funcionario sencillo, modesto,  serio y responsable con las misiones que le fueron encomendadas, tampoco era dado a cultivar la imagen personal, creía firmemente en las serias y delicadas responsabilidades que atañen al servicio público.

Fernando Solana Morales era una rara avis en el sistema político mexicano, un mexicano leal,  honesto, constructor, visionario, legislador, catedrático, historiador, estudioso de la vida nacional e internacional, un mexicano cabal y comprometido con la idea de alcanzar un México de justicia social plena, sin las groseras diferencias sociales que aún aquejan y perturban la vida de la nación. “El problema que más nos afrenta es la desigualdad social”, decía Solana.

 T E el diario dedicado a la vida de la población adulta mayor y a la juventud que lo será en las siguientes  décadas,  se une a los sentimientos de pérdida  por la  desaparición de un servidor público congruente con sus ideas, honesto y leal con nuestra historia raíz, contemporánea y del porvenir,  como lo fue Fernando Solana Morales, un ilustre patriota, quien falleció la mañana del miércoles 23 de marzo de 2016, en la Ciudad de México.