Cuando amaneció la Radio ya estaba ahí
Cuando amaneció la Radio ya estaba ahí
- Sesión espiritista, dijo Pável Granados al escucharse la voz de José Moriche cuando cantó en 1923, ‘Mi viejo Amor’
- Voces del más allá se escucharon en la Casa de Alvarado, un monumento histórico de la colonia
Noche de Lunes. Ansiosos radioescuchas esperaban. En la Sala Murray Schafer de la Fonoteca Nacional, el último domicilio de Octavio Paz, la Casa de Alvarado, una joya arquitectónica del siglo XVIII, de influencia andaluza y morisca y declarado monumento histórico en 1932, se escucharon voces del más allá que parecían provenir de una sesión espiritista, según dijo Pavel Granados: Mi viejo amor, El rosal enfermo, Ojos de juventud, en voces deparadas para la eternidad.
Cuando nació la radio en México, una de esas voces era del tenor español José Moriche, conocido como “El Tenor de la Voz de Oro” en una grabación de 1923 -grabó 300 discos, dijo Pavel- , se escuchó en esa sala de asombrados radioescuchas, Mi Viejo amor. La voz de ese extremeño, nació en 1890, envolvió de pronto ese auditorio con la letra de Mí viejo amor…
Por unos ojazos negros
igual que penas de amores
cuando hace tiempo tuve anhelos,
alegrías y sinsabores.
Al dejarlos algún día
me decían así llorando:
no te olvides vida mía
de lo que [te] estoy cantando.
Que un viejo amor
ni se olvida ni se deja
que un viejo amor
de nuestra alma sí se aleja
pero nunca dice adiós
que un viejo amor.
Al dejarlos algún día
me decían así llorando:
no te olvides vida mía
de lo que estoy cantando.
José Moriche, un viajero frecuente de la canción entre México, Cuba y Nueva York, cantó otra canción El Rosal enfermo, de Ricardo Palmerín para un animado grupo de amantes de la radio que dominados por el encanto de una grabación de 1923 convirtieron una sesión dedicada al Nacimiento de la radio en México, en un ritual a las canciones escuchadas hace 92 años.
La doctora Virginia Medina Ávila, para quien la Radio “cuando despertó todavía estaba ahí”, y Gilberto Vargas Arana, un estudioso de la radio, recrearon todo el ambiente que rodeó el nacimiento de la radio en 1923, en una sesión conducida por otro amante tan conocedor como fervoroso de la radio: Pável Granados.
Virginia y Gilberto recuperaron los datos sobre los rollos de las piezas de melodías mayormente interpretadas en “vivo” por las orquestas en esa época. La radio se convirtió en el escaparate de una nueva y naciente industria cultural mexicana, dijo Medina.
En primer lugar figuraba Un Viejo amor, de Alfonso Esparza Otero sobre un poema de Adolfo Fernández; Estrellita de Manuel M. Ponce; Perjura, musicalizada por Miguel Lerdo de Tejada con letra de Fernando Luna; Lejos de Ti, con música de Manuel M. Ponce, con la letra del poema de Adolfo Martínez Dávalos; después Chaparrita, de Alfonso Esparza Otero; Ojos de Juventud, de Arturo Tolentino. En octavo lugar figuraba El Rosal Enfermo de Ricardo Palmerín; después Capricho de Ricardo Castro y Borrachita, de Ignacio Fernández Esperón, (Tata Nacho).
Pero también hubo fox trot, valses, tangos, en esa lista de la música más vendida en 1923.
La radio en México en ese año tenía una cobertura del 90 por ciento. Llegó a escucharse hasta en Londres. La primera estación comercial, la CYL fue fundada en 1923, junto al templo de Corpus Christi, en avenida Juárez 62, fue nombrada la Casa de la Radio, por el pionero con ‘inquietudes renacentistas’ Raúl Azcárraga.
Ojos de Juventud fue otra de las canciones de 1923 que se escucharon en esa sala Murray Schafer para remitir en el tiempo y el sentimiento al grupo asistente de nostálgicas y nostálgicos de la radio más de nueve décadas atrás; una memorable y muy sentimental sesión espiritista, como señaló Pável Granados.