‘Ya no es ese México, güey’, y otras medallas olímpicas

‘Ya no es ese México, güey’, y otras medallas olímpicas

 

  • México ya no es, o ya no quiere ser, ese país del aguante frente a los abusos de prepotentes y poderosos
José Carreño Carlón
José Carreño Carlón

 

José CARREÑO CARLÓN

¿Aguantar? Bien por la medalla que espera este jueves al boxeador chihuahuense Misael Rodríguez. Pero los mexicanos pudieran estar en vías de lograr hazañas también de calidad olímpica en la remoción de estereotipos e intereses que pesan sobre este país urgido hoy de recobrar la autoestima perdida.

 

Ya es malo que se pretenda manejar los estereotipos como dogmas de fe por sus beneficiarios. Pero es peor que se los crean quienes los padecen. De allí la importancia, por ejemplo, de que el ciclista Ari Santillán y un agente policial (del que los medios inexplicablemente omiten su nombre) hayan desoído la orden de su agresor Rafael Márquez, alias #LordAudi, de callar ante el atropello y la prepotencia de este joven que se escudaba en la divisa: “Es México, güey, capta”.

 

En el video que registra este episodio urbano, vuelto ‘viral’ en las redes, el mirrey del lujoso auto parecía invocar con ese estereotipo de México una especie de ley suprema que le otorgara, a él, el derecho de abusar, y que condenara a sus víctimas a la obligación de aguantar.

En su libro El verbo de la culturas, ‘aguantar’ es, en efecto, el que le asigna a los mexicanos Clotaire Rapaille, mientras, a los franceses, este franco estadounidense, experto global en mercadotecnia, les concede el de ‘pensar’. A los alemanes les asesta el de ‘obedecer’ y a los italianos el de ‘alardear’. Y claro, a los estadounidenses los retribuye con el verbo ‘hacer’ (to do) como arquetipo cultural de un país de doers que por cierto se empeña en deshacer (undo) el candidato presidencial republicano.

 

El mismo Rapaille reconoce que se trata de estereotipos, pero apuesta a que trasmiten significados verdaderos. Pero la reacción de las redes y el desenlace del Caso #LordAudi parecen apuntar a que México ya no es o ya no quiere ser ese país del aguante frente a los abusos de prepotentes y poderosos.

 

¡Qué aguante! Es cierto que la capacidad de aguantar las adversidades de la vida cotidiana parece haberse convertido por siglos en objeto de admiración o timbre de orgullo en el habla mexicana, o en una vía de sobrevivencia y redención, alimentada por discursos religiosos, como sugiere Rapaille, o por lecturas fatalistas del ‘ser del mexicano’ condenado por su historia, citadas apresuradamente por este autor.

 

Pero aún con eso que los estereotipos puedan tener —o hayan tenido— de verdaderos, como sostiene (en desafío a la corrección política) este asesor de decenas de corporaciones de la globalidad, la circulación que la propia globalidad ha propiciado de los clichés con que se autovaloran unas culturas —con su promoción ejemplarizante— conduce a su apropiación y asimilación por otras, de manera que abundan mexicanos que se asumen tan ‘emprendedores’ como los estadounidenses y tan ‘pensantes’ como los franceses.

 

Medallero. Pero para volver a nuestro particular medallero olímpico, allí están nuestros Misaeles sobreponiéndose y abriéndose paso ‘como coreanos’ ante la pesada losa de intereses privados de las inamovibles federaciones que controlan a perpetuidad los resortes del deporte nacional, renuentes a la construcción de una política pública en ese campo, además de los rezagos e improvisaciones de la burocracia estatal, todo esto contra lo cual se rebela hoy el México que resurge.

Y allí están también más de dos terceras partes de mexicanos llegando al límite del aguante ante la prepotencia antisocial de tres secciones sindicales del magisterio, además de millones contra la violencia criminal que, según Rapaille, “desde el inicio de la guerra contra las drogas, en 2006”, se ha convertido en norma y realidad cotidiana en varias regiones del país.

 

Y en los carriles para ciclistas, en las banquetas y en las calles de México, abundan los Aris Santillán que ya no están dispuestos a aguantar el despotismo abusivo de todo tipo de lords. Desde allí hacen valer, con la familiaridad que registra el video, la nueva norma cultural del ejercicio de los derechos por los mexicanos.

 

José Carreño Carlón  es Director general del Fondo de Cultura Económica

Académico, profesor, periodista y escritor; es licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho de la UNAM; cuenta con grados y reconocimientos de diversas instituciones académicas del país y del extranjero.

Please follow and like us: