Alcanzó el gasolinazo al Niño Dios

Alcanzó el gasolinazo al Niño Dios

  • Impacta el aumento a los hidrocarburos en un culto que forma parte de las tradiciones mexicanas desde el siglo XVI.
  • “Los políticos deberían vivir con salario mínimo para que sientan lo que el pueblo sufre”, dice una costurera que viste esa representativa figura del culto del Dos de Febrero.
Foto: T E

Especial de Susana Sánchez. En una pequeña plaza, a unas cuadras del Zócalo de la capital mexicana, es un hervidero de una multitud dedicada a la adoración al culto del Niño Dios.  En la víspera del 2 de febrero, Día de la Candelaria, centenas de costureras venden una diversidad de vestidos del Niño Dios, pero en esta ocasión  a los precios los alcanzó al gasolinazo.

Margarita Miranda, de 65 años, una costurera que se dedica vestir Niños Dios desde que era pequeña, tiene diez años en la Plaza de la Soledad, lamenta que los políticos mexicanos no tengan  idea del impacto económico del gasolinazo  en un culto que forma parte de las tradiciones mexicanas. “Los políticos deberían vivir con salario mínimo para que sientan lo que el pueblo sufre”, dice.

Las personas con sus Niños Dios recorren los pasillos de la plaza en busca de los precios más bajos para renovar la vestimenta de las figuras que representan la imagen de la que se ha hecho un culto desde el siglo XVI.

En Iztapalapa, donde reside Margarita, su familia dedicada a mantener esta tradición, ha vestido figuras de madera de Niños Dios tan antiguos que datan de la época de la colonia y las conservan familias que han pasado de generación en generación este culto.

Foto: T E

En los puestos se expenden diferentes figuras de todos los tamaños  de Niños Dios como Jueces Justos, Estudiantes, de San Judas Tadeo, Juan Diego, San Benito, de la Abundancia, Ángel de la Prosperidad, de la Suerte, Niño Chinelo.

Es un culto que según la antropóloga Katia Perdigón Valenzuela, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, se distingue en México por vestir a los Niños Dios.

Esta veneración del Niño Jesús proviene de Europa. Formó parte de la cruzada de evangelización de los españoles en México durante la conquista. En Praga se veneraba ya al Niño Jesús de Praga y el Santo Niño de Atocha.

Esta tradición en México desde hace siglos tiene en la capital mexicana uno de sus cultos más arraigados.

Una investigación de México desconocido, una publicación que explora las tradiciones mexicanas, señala que el  2 de febrero indica el término del ciclo de la Navidad. “Se han cumplido 40 días desde el nacimiento del Niño Dios y por lo tanto, según las creencias antiguas, el tiempo en que la Virgen quedó confinada (por ello este día está dedicado a la purificación de la parturienta)”.

Fray Bernardino de Sahagún, uno de los estudios de las culturas indígenas prehispánicas que ocuparon Mesoamérica, sostenía que el 2 de febrero se iniciaba el año de los antiguos mexicanos, menciona esa investigación. “Acababan de pasar los 5 días nemontemi, 120 horas de mal agüero en los que nadie osaba hacer nada, por temor a la suerte nefasta. Cuando terminaban, la gente se purificaba para entrar con el pie derecho al año nuevo. De manera que aquí se vuelve a encontrar la coincidencia de acontecimientos (prehispánicos y católico-europeos), tan frecuente en nuestro país y que facilitaba la labor de los misioneros del siglo XVI”.

Foto: T E

El 2 de febrero termina un ciclo que se inicia el 24 de diciembre, forma parte de la llegada de Los Reyes Magos, un día que reúne a familias y amigos a cortar la rosca de Reyes. A este delicioso pan se le introduce determinado número de muñequitos que representan la figura del Niño Dios. Quien se saca en la partida de la rosa uno de estas figuras está obligado a que el 2 de febrero convide tamales y atole al resto de los comensales.

El 2 de febrero se acostumbra “levantar al niño” del nacimiento, un pesebre donde habrá de nacer el Niño Dios que se instala desde la primera posada, el 16 de diciembre, con la que se inicia el ciclo de la Navidad.

Esta tradición representa uno de los cultos más arraigados en la población mexicana. La adoración de la figura del Niño Dios es un rito que mezcla el misticismo de las culturas indígenas mexicanas con el culto cristiano.

La misma madrina que se encarga de acostar al Niño Dios en la Nochebuena el 24 de diciembre es quien lo levanta. Para las familias mexicanas que profesan la religión católica la adoración del Niño Dios es un símbolo de esperanza para una mejor vida, libre de enfermedades y de pesares.

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