La refundación de la Ciudad de México, con derechos y libertades

La refundación de la Ciudad de México, con derechos y libertades

  • Publica el Jefe de Gobierno la primera Constitución de la capital mexicana.
  • Reconoce la Carta Magna  el derecho a una muerte digna,  el matrimonio igualitario, los derechos de las personas adultas mayores, de las personas con alguna discapacidad, la plena admisión en la vida pública de la población LGBTTTI.

José Luís Camacho López. A las 8:16 del cinco de febrero de 2017 quedó consumada la primera Constitución de la Ciudad de México, “ciudad de derechos y de libertades”, ante una multitud reunida en un acto efectuado en el viejo palacio del ayuntamiento de la capital mexicana,  que reunió a una disímbola clase política mexicana y a dos presidenciales para el año 2018, Miguel Ángel Mancera Espinosa y Miguel Ángel Osorio Chong.

Mancera Espinosa firmó a esa hora el decreto para la publicación de la Ciudad de México en el patio oriente de ese palacio que tiene su origen en 1521, un texto que contiene en sus 71 artículos un nuevo sistema  de convivencia política, social, económica para el país,  que aventaja a las constituciones de los otras 31 entidades de la República y a la decadente Constitución de Querétaro,  redactada en los años 1916 y 1917.

Aunque con el espíritu de la Carta Magna de Querétaro,  la de la Ciudad de México augura una etapa promisoria para la vida de la población capitalina, más allá de ese infructuoso pacto social de los constituyentes de Querétaro que en 1917 redactaron un documento que prometía resolver uno de los más graves problemas de la nación mexicana, la profunda desigualdad social que tiene en la pobreza a la mitad de la población del país y obligado a los que han tenido que dejar el país para,  en su ahora amenazada condición de indocumentados, ser perseguidos en Estados Unidos.

La Constitución de la Ciudad de México retoma ese Pacto Social y promete reivindicar los derechos de la población de la capital y el pleno reconocimiento de sus minorías. Redactada en una ríspida y agria  batalla entre conservadores y garantistas, incluye modalidades como el reconocer el derecho a una muerte digna,  el matrimonio igualitario, los derechos de las personas adultas mayores, de las personas con alguna discapacidad, la plena admisión en la vida pública de la población LGBTTTI, lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, travesti, transexuales,  e intersexuales. Ahora a esta población la ampara una Constitución que le garantizará una vida libre de violencia y discriminación.

Se incluyeron los derechos de las víctimas, personas migrantes y sujetas de protección internacional, de personas en situación de calle, de afrodescendientes, de minorías religiosas, de personas privadas de su libertad, el derecho a la ciudad.

Ese es el sueño de la Asamblea Constituyente de la Carta Magna de la Ciudad de México, el cumplimiento de todos los derechos de la población de las 16 demarcaciones que se convertirán en alcaldías.

Políticos y políticas de distinto signo ideológico llegaron temprano a la sede del  edificio donde despacha el Jefe de Gobierno. Se encontraban Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Santiago Creel, Mariana Gómez del Campo, Jesús Zambrano, Clara Jusidman, Enrique Jakson, Augusto Gómez Villanueva, Irma Cue, Amalia García Medina, miembros del gabinete capitalino, Patricia Mercado, José Ramón Amieva Gálvez, Armando Ahued Ortega, Dante Delgado…

Centenares de reporteros, fotógrafos, camarógrafos colmaron un templete ubicado en ese patio oriente. Desde las siete de la mañana formaban una larga fila que daba vuelta al edificio hacia la calles de 16 de septiembre.

En la formulación de esta  Constitución,  sudada día a día entre las cien mujeres y hombres constituyentes, con discrepancias y afinidades, desde septiembre pasado en la que fuera sede del Senado de la República, en la plaza de Xicoténcatl, a un lado de la malograda estatua del Caballito, uno de los grandes temores fue  la inclusión plena de los derechos humanos de toda la población capitalina, incluyendo a la población LGBTTTI y de temas como la muerte digna que escandalizó a las esperas eclesiásticas de las iglesias al confundirla con la eutanasia.

Los derechos humanos se convirtieron en el tema álgido de los debates. Muchos de esos rostros constituyentes carecían de información de un tema que permea la vida de las sociedades contemporáneas en el  mundo. Les daba miedo y hasta terror tratar temas de las minorías sexuales. Otros buscaban mantener el dominio de las clientelas electorales.

En un momento cundió el temor de que no se cumpliera con el plazo de sacar adelante el texto constitucional de la capital mexicana al final del mes de enero. El propio Mancera Espinosa lo citó momentos antes de firmar el decreto de publicación del documento de los 71 artículos.

En su discurso el Jefe de Gobierno, principal impulsor de la Constitución capitalina, aceptó que el consenso entre los cien diputados de distinta y adversa filiación ideológica para aprobarlo,  estaba lleno de  nubarrones. Llegó a estar roto cuando se trató de desmontar el texto de principios esenciales de la propuesta hecha por el grupo redactor y asesor, eliminar o disminuirlo  hasta conculcar sus novedosos derechos.

En esa mañana del domingo cinco de febrero, en el antiguo palacio del ayuntamiento, Mancera Espinosa invitó a la casi totalidad de las diputadas y diputados constituyentes a escribir la historia de la refundación de la Ciudad de México.

Especial mención hizo de tres personajes de la vida política mexicana que en los años de 1987 y 1988 hicieron cimbrar el sistema político mexicano,  al abandonar al PRI y crear el Frente Democrático Nacional, con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, como candidato presidencial, acompañado por Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez.

Fueron discursos breves, el de un cauto secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien  habló con la representación del presidente Enrique Peña Nieto,  de un “día histórico”, de un llamado a la unidad nacional  y destacar al documento constitucional como un “evangelio laico”, al felicitar a su tocayo y uno de sus competidores para la elección presidencial de 2018.

Mancera Espinosa recibió de manos de Alejandro Encinas, presidente de la mesa directiva de la Asamblea Constituyente, el texto de una Carta Magna aún desconocida por la gran mayoría de la ciudadanía más preocupada por las alzas a los hidrocarburos,  de una de las urbes más pobladas del planeta.

Fue una ceremonia sobria,  iniciada apenas unos minutos después de las ocho de  la mañana al entrar  los dos Migueles a ese patio de un edificio construido con la conquista española, sede del poder virreinal, uno de los inmuebles más legendarios de la capital. En ese viejo edificio, citó Mancera Espinosa, hemos tenido de todo: imperios, virreinatos, cuarteles, democracias, monarquías, gubernaturas, hasta el Distrito Federal”.

El Jefe de Gobierno que se lleva la gloria de publicar la primera Constitución de la capital mexicana y de ser el promotor de bautizarla como “Ciudad de México”, habló de esos nuevos derechos que en el resto del país son conculcados a las minorías.

El reto fue mayúsculo, dijo Mancera. Y lo fue. Se trató de poner de acuerdo a pensamientos de quienes militan en  Partidos como el de Acción Nacional y del Revolucionario Institucional que ahora serían la reencarnación de los conservadores del siglo XIX, en choque con las y los liberales del siglo XXI que representan un pensamiento que procura nuevos derechos, dejar atrás el medioevo ideológico,  los resabios inquisitoriales, la negación de las nuevas realidades sociales en el país.

Mancera Espinosa reconoció ampliamente  el trabajo de las y los constituyentes para redactar un texto que  define la actualizada  identidad capitalina: “intercultural, pluriétnica, plurilingüe, abierta a los migrantes a los desplazados y refugiados con la dignidad humana como principio rector supremo”.

Y siguió el Jefe de Gobierno en su breve discurso describir los rasgos esenciales de la Constitución de la CDMX que “asume el respeto a los derechos humanos, a la no violencia, a la función social, a la democracia directa, a la igualdad sustantiva, a la dignidad del trabajo y del ingreso, al acceso a la justicia, al cuidado del medio ambiente”.

Ser actores y testigos les tocó a quienes redactaron la Carta Magna, la discutieron y la aprobaron. Una sincronía con el tiempo y con el espacio en la historia contemporánea del país que este cinco de Febrero también en Querétaro, era el centro de otra celebración, la del centenario de la Constitución de 1917, la primero que en su tiempo fue de avanzada social, como lo es ahora la de la Ciudad de México.

El ciudadano Mancera Espinosa pronunció un discurso escrito. Su tono fue mesurado, sereno, a diferencia del que pronunció en la plaza de la Constitución donde se reunieron unas 30 mil personas a festejar la Constitución capitalina.

En la plancha del zócalo, con sus “queridos hermanos”, los bomberos en primera fila, el tono de su vos fue distinto. Elogió  “a la fuerza trabajadora sindicalista, a la fuerza de vivienda, a toda la fuerza de la Ciudad de México, a los obreros, a los adultos mayores, a las mujeres, jefas de familia, a los niños a las niñas, a los medios de comunicación”.

Del texto esencialmente garantista, el Jefe de Gobierno destacó el carácter de ciudad Santuario de la capital para los trabajadores mexicanos acosados y perseguidos en los Estados Unidos, ”aquí están las puertas abiertas de la Ciudad de México”.

Habló en el zócalo de una ciudad de derechos, de los trabajadores, de los jóvenes, de las mujeres jefas del hogar, de las personas adultas mayores, de loe estudiantes, de los periodistas, de los indígenas, de los migrantes, de la comunidad LGBTTTI, de las personas luchadoras sociales,  de las personas que “hoy no tienen que comer”.

Es una ciudad de libertades, de lucha social, una ciudad que ha definido su vocación para defender a la gente, decía Mancera Espinosa a las miles de personas reunidas en el zócalo para compartir la celebración de la primera publicación de la Constitución de la Ciudad de México.

Aunque será hasta el 17 de septiembre de 2018 cuando entre en vigor, desde hoy la población de la capital mexicana puede jactarse de estar a la vanguardia de los derechos sociales, que se cumplan y no sean letra muerta como en gran parte lo ha sido la farragosa Constitución der 1917, dependerá de que se hagan valer esos nuevos derechos y no sucumban.

Por el sonido instalado en el viejo palacio del ayuntamiento, se llegaron a escuchar  las notas de “Mi Ciudad”,  compuesta por  Eduardo Salamonovitz Weinstock  y  Guadalupe Trigo,  convertido en espontáneo himno capitalino para el decreto constitucional.

 

Mi ciudad es chinampa en un lago escondido,

es cenzontle que busca en donde hacer nido,

rehilete que engaña la vista al girar.

 

Baila al son;

del tequila y de su valentía

es jinete que arriesga la vida

en un lienzo de fiesta y color…

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