Convirtieron en ritual el Son Jarocho niños, jóvenes, adultos y adultos mayores

Convirtieron en ritual el Son Jarocho niños, jóvenes, adultos y adultos mayores

Danza, poesía cantada y sones jarochos invadieron la Plaza del Cenart. Participaron en un fandango abierto

La Plaza de las Artes del Centro Nacional de las Artes, al sur de la Ciudad de México,  fue sede del fandango abierto que se realizó como parte del 5º Encuentro Son Jarocho. Fiesta de las Jaranas y las Tarimas.

Por más de tres horas, niños, jóvenes, adultos y adultos mayores se reunieron en la plaza para ser partícipes de esta fiesta tradicional propia de la cultura veracruzana.

Una tarima, quijadas, jaranas mosquito, primeras, segundas y terceras, requintos, leonas, panderos jarochos y un arpa fueron los instrumentos que se utilizaron para crear esta fiesta de música y danza interminable, que a pesar de la lluvia, no paró.

Versiones únicas y sorprendentes de El Siquisirí, La Guacamaya, La Bamba, El Toro Zacamandú y El Colás formaron parte del repertorio que se interpretó mientras, alternativamente, los zapateadores subían y bajan de la tarima, dependiendo del son, ya que había unos sólo para mujeres, otros de coqueteo entre hombre y mujer, y unos para “un montón” de mujeres.

Tenis, sombreros, pañuelos, paliacates, trajes típicos del son, guayaberas, faldas anchas, largas o cortas, vestidos, shorts y hasta pantalones de mezclilla fueron utilizados por los bailadores, a quien este aspecto no importó, pues para ellos lo más importante era sólo bailar y sentir la música.

Eduardo Lizalde Farías, director general y productor ejecutivo del encuentro, explicó que el fandango es un ritual fundamental de la tradición del son jarocho e importante en la música mexicana ya que construye lazos comunitarios profundos.

“En la Ciudad de México faltaba un festival con esta característica: ser plural en torno a los distintos tipos de fandango que se hacen, versan y bailan en el sotavento mexicano”, dijo Lizaldi.

“El fandango que nosotros hacemos, por segundo año consecutivo, es una actividad totalmente abierta. Cada quien puede cantar, bailar y tocar como pueda y quiera, siempre y cuando esté en el contexto temático de cada son que se interpreta”.

De acuerdo con Eduardo Lizalde, en el fandango participó público que horas antes tomó algún taller y que buscó convivir, de manera armónica, con alguno de los 50 músicos destacados del son jarocho que participan en el festival y vienen de distintos lugares de Veracruz y Oaxaca.

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