La tragedia que se convirtió en botín mediático

La tragedia que se convirtió en botín mediático

 

  • Durante más de 14 horas la empresa Televisa mantuvo cautiva a su audiencia, como si fuera una de sus comedias estelares
  • Evidenció la fragilidad de los medios de comunicación mexicanos a la hora de difundir noticias la tragedia que dejó el terremoto del 19 de septiembre pasado en la Ciudad de México y otras zonas del centro del país
  • Televisa acusa a la secretaría de Marina como la fuente de la “contradicción”

 

 

Opinión de TE.-El episodio de un rescate de una niña inexistente identificada como “Frida Sofía” en el colegio Enrique Rébsamen, un plantel particular, al sur de la Ciudad de México, donde fallecieron 19 infantes, evidenció la fragilidad y superficialidad los medios de comunicación mexicanos a la hora de obtener y difundir noticias sobre la enorme y perturbadora tragedia que dejó el terremoto del 19 de septiembre pasado en la Ciudad de México y otras zonas del centro del país.

 

Al mismo tiempo también desnudó la ausencia de una comunicación social previsible y responsable por parte de instancias del gobierno federal, desde la misma Presidencia de la República. Funcionarios del gobierno federal cayeron fácilmente en la trampa de una reactiva superficialidad en un poroso escenario, donde las cadenas de filtraciones se disputaban los protagonismos mediáticos con la tragedia de la comunidad de una escuela perturbada por la muerte de sus escolares y de sus maestras.

 

Los reporteros de Televisa, conductores y conductoras, con  sus estrellas estelares, Carlos Loret de Mola y Denisse Maerker, junto con Joaquín López Dóriga, quien le hacía de comunicador oficioso, y con la mayoría de los medios de comunicación, cayeron en la fangosa trampa de la manipulación y adulteración noticiosa de esa tragedia.

 

Nunca se explicó y su justificación, de la larga presencia del secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, uno de los citados para la candidatura presidencial del partido oficial en las elecciones del próximo años, y de un alto funcionario de la Secretaría de Marina, el oficial mayor José Luis Vergara, como aparentes responsables de ilusorio rescate de una niña de doce años a la que bautizaron como “Frida Sofía”. Ambos mandos de dos instituciones estratégicas del Poder Ejecutivo.

 

La telenovela terminó cuando ni siquiera existían el padre o la madre de la presunta niña que siempre estaba a punto de ser rescatada, a “cincuenta centímetros” de ella, o porque ya tenían una camilla a la mano o se formaba una fila de rescatistas al pie del hueco por donde saldría la pequeña “Frida Sofía”.

 

Durante más de 14 horas la empresa Televisa jugaba con el montaje, hasta con el llanto contenido de su reportera, como si fuera la línea argumental de una de sus comedias, por capítulos, las escenas del rescate de una ficticia niña en las ruinas de esa escuela ubicada en una colonia de clase media de la jurisdicción de Tlalpan.

 

El mantenimiento de las escenas de ese ilusorio rescate mantuvo a la totalidad de los medios de comunicación electrónicos de la capital mexicana, atentos a cada uno de los pasos y silencios que se daban en ese presunto rescate de esa niña.

 

Este frívolo espectáculo que tuvo como escenario las pantallas de la principal televisora del país, trascendió a los medios internacionales.

 

Televisa culpó a la secretaría de Marina de ese manipulador disparate que quitó una debida atención a otras zonas de desastre donde se requería mayor auxilio para el rescate de las víctimas, como el ocurrido en un multifamiliar ocupado por modestas familias, que se derrumbó a la altura de la calzada de Tlalpan, una de las principales vialidades capitalinas que se conecta con el centro de la capital.

 

Durante la tragedia del 19 de septiembre de 1985 a diferencia del 19 de septiembre de 2017, el comportamiento de los medios de comunicación, a pesar del control oficial que pesaba sobre periódicos y noticiarios electrónicos, de su mayoría, evitó lucrar con el dolor y el luto de los deudos de las miles de víctimas – su número aún desconocido- de los derrumbes de los inmuebles en la capital del país en esa amargosa fecha.

 

Este 19 de septiembre de 2017, los medios de comunicación del siglo XXI exhibieron en esa tragedia de la escuela Enrique Rébsamen, una patología enfermiza por un rating salvaje:

 

El colmo mediático de lucrar con las tragedias.

 

Cuando no hay nada que informar verazmente, Mercedes Aguilar, una experimentada comunicadora social, ha sostenido: hay que dejar la página en blanco.

 

Y para nuestros funcionarios: la lección sobre el papel de la comunicación social, lastimosamente exhibida a flor de piel, una incapacidad parrandera congénita, una ignorancia supina para entender el manejo con un sentido social de la información en los momentos graves de dolor y tragedia como la que viven miles de familias víctimas en el centro del país, sea por la inescrutable pérdida física de padres, madres, hijas, hijos, personas mayores o de sus bienes patrimoniales, que las han dejado devastadas e inconsolables.

 

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