El 70 por ciento de las trabajadoras del hogar gana menos de dos salarios mínimos

El 70 por ciento de las trabajadoras del hogar gana menos de dos salarios mínimos

 

  • Lo que más preocupa a estudiosos de este tipo de tareas es la falta de prestaciones laborales (48 por ciento), las malas condiciones laborales (32 por ciento) y el maltrato o abuso de sus empleadores (19.4)

 

 

En México, el 70 por ciento de las trabajadoras del hogar gana menos de dos salarios mínimos, el 30 por ciento menos de uno; ocho de cada 10 no están afiliadas al seguro social; ocho de cada 10 no tienen pensión de retiro; siete de cada 10 son de ascendencia indígena; siete de cada 10 no tienen ninguna prestación formal y nueve de cada 10 no tiene un contrato escrito, de acuerdo a datos del Sindicato Nacional de Trabajadoras del Hogar.

 

La Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2017, realizada de manera conjunta por la UNAM, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y aplicada por el INEGI, señala que este segmento de población enfrenta discriminación y desigualdad social, sobre todo cuando son personas mayores.

 

En nuestro territorio, 87.7 por ciento de las trabajadoras del hogar carecen de prestaciones laborales como seguro social, aguinaldo o vacaciones, y el 57.1 por ciento considera que sus derechos son respetados de poco a nada.

 

Lo que más preocupa a estudiosos de este tipo de tareas es la falta de prestaciones laborales (48 por ciento), las malas condiciones laborales (32 por ciento) y el maltrato o abuso de sus empleadores (19.4).

 

Estudios de la Organización del Trabajo señalan que en México hay 2 millones 227 mil 225 personas dedicadas al trabajo doméstico remunerado, de ellas el 94.8 por ciento son mujeres con una edad promedio de 42.5 años y 7 años de escolaridad.

 

El 99.8 por ciento de las personas dedicadas al trabajo doméstico remunerado no cuenta con un contrato escrito; el 98.3% no tiene acceso a servicios de salud; el 72.3% no tiene prestaciones laborales y el 26% no recibe aguinaldo.

 

Por otra parte, el perfil de las personas empleadoras señala que en México el 4.6 por ciento de los hogares, (millón, 588 mil 082 hogares), contratan los servicios de trabajadoras domésticas.

 

Las personas empleadoras tienen una escolaridad de nivel licenciatura en el 62 por ciento de los casos; el 66% tienen un empleo, el 29% son personas jubiladas, sin embargo, cerca del 50% no cuenta con acceso a servicios de salud.

 

A pesar de que el Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS) incorporó a las trabajadoras del hogar en su padrón de derechohabientes, aún es difícil pronosticar si gozarán de este sus servicios dada la variedad y el tipo de contrataciones, la mayoría de forma verbal en hogares que no forman una empresa.

 

“Se piensa en una relación obrero-patronal común y corriente, como si el hogar fuera una gran empresa, y eso no es viable para una familia”, consideró Mercedes Pedrero Nieto, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México en una reciente entrevista antes de que el IMSS abriera sus puertas a la inscripción de estas personas trabajadoras del hogar.

 

Hasta la semana pasada, el IMSS había registrado 275 empleadores y trabajadoras para que a partir del 1 de mayo, puedan hacer uso del servicio médico y de las prestaciones sociales que la institución otorga.

 

Este instituto considera que una persona es trabajadora del hogar cuando presta servicios de aseo, asistencia y aquellos que son inherentes al hogar de una persona o familia; que pueden trabajar para uno o varios empleadores y vivir o no en su lugar de trabajo. Sus labores pueden incluir tareas como limpieza de la casa, cocinar, lavar y planchar la ropa, el cuidado de los niños, adultos mayores, entre otros.

 

Al estar afiliadas al IMSS, las personas trabajadoras del hogar tendrán acceso a servicios médicos y hospitalarios, medicamentos, atención obstétrica, derecho a incapacidad, pensión por invalidez y vida, fondo para el retiro y prestaciones sociales como guarderías y velatorios.

 

El pago de las cuotas se debe realizar mensualmente y tiene como fecha límite el día 20 de cada mes, a efecto de iniciar la cobertura del aseguramiento el primer día del mes inmediato siguiente al pago; es decir, si una persona trabajadora del hogar es afiliada entre el 1 y el 20 de abril, tiene acceso a los beneficios del Seguro Social durante todo mayo.

 

Para Pedrero Nieto, también consultora de Naciones Unidas, las trabajadoras del hogar constituyen uno de los sectores que sufren mayor discriminación racial y social, lo que se ve reflejado en los bajos salarios y la falta de protección.

 

Es un gremio que labora de forma aislada y sus condiciones son más precarias, expuso esta investigadora al señalar que en México hay aún incapacidad legal para protegerlas.

 

A esto, dijo, se suman los bajos salarios, pues no existe una estandarización sobre cuánto debería pagarse. En Europa, ejemplificó, su remuneración es de nueve euros (más de 190 pesos) por hora; en Estados Unidos, de 9.28 dólares (más de 175 pesos) por hora, y en nuestro país el pago es por jornada laboral (de 6 a 12 horas, dependiendo del patrón).

 

 

“Quienes protegen a sus trabajadores domésticos suelen hacerlo de forma particular, pues el Seguro Social, además de los trámites, es muy costoso para el empleador. Para el tipo de salario que se otorga no se puede cumplir fácilmente con las cuotas”, afirmó Pedrero Nieto.

 

De ahí, subrayó, la necesidad de hacer estudios para definir un mínimo estándar que dignifique esta labor, que tome en cuenta la situación económica, la carga de trabajo y la tasa de vida de la población, entre otros factores. Se debe considerar la diversidad de formas de contratación, pero sí se puede dar protección social, como se hace en países como Costa Rica.

 

La universitaria y ganadora del Premio Universidad Nacional 1998 por su investigación en ciencias sociales, consideró que debe generarse una cultura que permita reconocer su labor como la de un obrero, que tiene una función clave en los hogares mexicanos.

 

La experta en estudios sobre fuerza de trabajo no remunerado y uso del tiempo destacó el hecho de que muchas de las trabajadoras sean de origen rural, principalmente indígenas o de zonas marginadas, que viven en casa de sus empleadores, lo que garantiza que estén en el sitio todo el día, por un bajo salario y sin posibilidad de grandes cambios.

 

Las jóvenes migrantes que llegan a las ciudades para el servicio doméstico regularmente es para cuidar a personas adultas mayores o a niños, y para hacerlo dejan a sus propios hijos en sus comunidades, a cargo de sus padres o en el abandono. “En un círculo vicioso”.

 

Algo que no ha cambiado con el tiempo, refirió la universitaria, es lo que ha expresado Lorenza Gutiérrez Gómez, coordinadora del Colectivo de Mujeres Indígenas Trabajadoras del Hogar: las patronas siempre prefieren a una trabajadora de pueblo que no conozca sus derechos, que no se queje, que sea obediente y acepte todas las condiciones. Las empleadoras y sus familias se creen con la obligación de educarlas, y existe todo tipo de prejuicios, discriminación y maltrato psicológico, emocional y a veces físico y sexual.

 

La Organización Internacional del Trabajo en alianza con Nacional Monte de Piedad, la OIT llevó a cabo estos tres estudios: Perfil del trabajo doméstico remunerado; Perfil de los empleadores de las personas que realizan trabajo doméstico en México; y Buenas prácticas y aprendizajes internacionales para el caso mexicano.

 

Gerardina González, Directora de la OIT para México y Cuba, señaló que existe una alta informalidad. “Una de las manifestaciones de la informalidad es el trabajo doméstico, que es precario, desprotegido, en donde no hay aplicación de las mismas normas laborales que favorecen a trabajadores en otras actividades. En el lado de los empleadores, la mitad son informales también y tampoco tienen seguridad social.

 

“Hay un enorme reto y necesitamos que México avance no solo en proteger a las trabajadoras domésticas y en ratificar el Convenio 189 de la OIT para darles una cobertura total, sino que también necesitamos que avance en formalizar su mercado de trabajo”, destacó.

 

Países como Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay ya han ratificado el Convenio 189 de la OIT (Convenio sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos) y ha dado resultados positivos en el fortalecimiento de los derechos laborales y de protección social.

 

En estos países, informó González, ya se han establecido mecanismos para impulsar el cumplimiento de las obligaciones de los empleadores, entre ellos, la formalidad del contrato de trabajo y la seguridad social obligatoria.

 

Para la OIT, señaló, los desafíos se podrán enfrentar mejor por medio del diálogo social tripartito en donde el gobierno, trabajadoras y empleadores acuerden acciones para avanzar hacia la justicia social.

 

En este sentido, Belén Sanz Luque, Representante de ONU Mujeres en México, reconoció “los avances, el compromiso político” en México pero reiteró la importancia de dar pasos contundentes “para no dejar a nadie atrás y no dejar atrás a 2.3 millones de mujeres trabajadoras del hogar que requieren el plena ejercicio de sus derechos humanos”.

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