Rina, la presa política olvidada del 68, discriminada por comunista

Rina, la presa política olvidada del 68, discriminada por comunista

 

  • A más de 50 años de su liberación como presa política por ser comunista y haber sido simpatizante del movimiento estudiantil de 1968 recuerda en la sala de su casa de la plaza de la Conchita, en Coyoacán, ese episodio que marcó su vida política
  • Inscrita en la corriente social del arte vinculado a las raíces, necesidades y luchas de los pueblos  sufrió desde entonces y sobre todo en el periodo neoliberal, una silenciosa discriminación que recuerda a la guerra fría cultural que desde Estados Unidos se instrumentó contra el muralismo mexicano para dar paso a los mercados del  arte abstracto

 

Foto: T E

 

José Luis Camacho López.-En la víspera de la Navidad de 1968, el capitán Fernando Gutiérrez Barrios, jefe del espionaje mexicano, rindió su parte en Los Pinos al presidente Gustavo Díaz Ordaz. Se trataba de la liberación de un grupo de presas políticas detenidas durante los días más álgidos y aciagos del movimiento estudiantil de ese fatídico año. Una de las presas políticas liberada era Rina Lazo, una declarada comunista quien fuera ayudanta y alumna del genial muralista Diego Rivera.

 

Abandonó la cárcel muy cerca del año nuevo de 1968. Pesaba aún la amenaza de deportación. La historia de esta mujer, quien declara que su nacionalidad es mesoamericana, ha sido de congruencia con lo que piensa y actúa en el arte y en su posición política. Mantiene sus ideales juveniles comunistas de una nueva sociedad donde se privilegie lo social y se atienda a los pobres.

 

A más de 50 años de su liberación como presa política por ser comunista y haber sido simpatizante del movimiento estudiantil de 1968 recuerda en la sala de su casa de la plaza de la Conchita, en Coyoacán, ese episodio que marcó su vida política y en el arte y de sufrir hasta ahora, sobre todo en el periodo neoliberal, una silenciosa discriminación cultural que recuerda a la guerra fría cultural que desde Estados Unidos se instrumentó sobre el muralismo mexicano del arte social para dar paso al arte abstracto.

 

Le han negado espacios para exhibir su vasta obra. En el gobierno anterior, la entonces directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, Lidia Camacho, quien ahora ocupa la dirección de la televisión educativa, jamás le respondió una solicitud escrita para presentar su obra en el recinto de Bellas Artes. Durante todo el periodo neoliberal se privilegió el arte abstracto y se despreció el muralismo social.

 

Apenas hace unas semanas, a propósito de una supuesta grabación con la voz de Frida Kahlo, Rina advirtió, cuando se la llevaron a escucharla, que no se trataba de la voz de la compañera de Diego Rivera, a quien ella conoció perfectamente. Rina es dueña de una mente poderosa. Sin embargo, la secretaria de Cultura, Alejandra Fraustro, se negó a recibirle la llamada telefónica para desmentir esa versión grabada de la voz de Frida.

 

Foto: T E

 

Rina había sido acusada inicialmente del delito de disolución social. Primero fue juzgada por el implacable Juez Eduardo Ferrer Macgregor y por el Juez 16 de la Sexta Corte Penal. Se le había decretado su libertad con una multa de 500 pesos, pero tuvo que acudir a firmar cada mes a los juzgados de Coyoacán. Ese delito creado en 1941 durante la segunda guerra mundial, la condenaba por afectar “el reposo público” configurado en rebelión, tumulto, sedición o escándalos.

 

La disolución social castigaba a sus infractores con prisión de tres a seis años, y cuando el condenado era extranjero se le aplicaba la expulsión de acuerdo con el artículo 33 constitucional. Además, Rina había sido consignada penalmente por incitación a la rebelión, asociación delictuosa, sedición, asonada, daño en propiedad ajena, ataques a las vías generales de comunicación, robo, despojo, destrucción violenta de vehículos del servicio público, lesiones, resistencia de particulares, secuestro “y los que resulten”.

 

Cuarenta cargos pesaban sobre Rina. Se le acusaba de incendiar camiones entre los actos que le achacaban de terrorismo. En una de las audiencias, llegó a decir que con toda espontaneidad que era absurdo y ridículo que se le acusara de quemar camiones cuando ella nunca había abordado uno. Lo consigna su biógrafo Abel Santiago. Esta ciudadana mesoamericana desmintió que fuera detenida en Ciudad Universitaria la misma noche del 18 de septiembre de 1968 que el ejército ocupó las principales instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Rina y Arturo García Bustos habían realizado una activa presencia durante el movimiento estudiantil, creaban grabados, tomaban apuntes para sus dibujos , firmaban manifiestos y la noche del 15 de septiembre acompañaron al ingeniero Heberto Castillo a dar el grito en Ciudad Universitario, un acto que enardeció al presidente Gustavo Díaz Ordaz y a la clase política del partido gobernante, del Partido Revolucionario Institucional, surgido en 1929 de una coalición de facciones políticas que se disputaban el control del gobierno después de la Revolución de 1910.

 

El grito del 15 de septiembre de 1968 en Ciudad Universitaria llegó a irritar tanto al grupo gobernante que determinó que el ejército mexicano invadiera edificios, salones de clase, el campus universitario y la torre de rectoría donde despachaba el rector Javier Barros Sierra, a quien se le reconoce una postura de indeclinable dignidad frente al autoritarismo del gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz.

 

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Paralelamente a la ocupación de CU la noche del 18 de septiembre la policía política realizó una amplia redada de profesores, militantes comunistas, estudiantes y de la misma Rina que reposaba en su casa de La Malinche a las diez de la noche, preparando el proyecto de la estación del Metro Insurgentes, inspirado en una cazuela de la cultura maya, que hasta la fecha no se le ha reconocido. Fue uno de los primeros actos de discriminación que ha sufrido en su larga vida de artista del arte figurativo.

 

Díaz Ordaz dispuso que nadie de los activistas del 68 tenía cabida en proyectos de su gobierno y el de Rina, por el que se creó la estación del Metro Insurgentes se encontraba en esa condición de discriminación por participar en el movimiento estudiantil, su idea fue aprovechada pero nunca se le dio el crédito correspondiente.

 

El 23 de septiembre de 1968, cinco días después de su aprehensión, se le dictó la consignación con otros 93 presos políticos, en los que figuraba Eli de Gortari, uno de los más brillantes filósofos mexicanos, y Adela Castillejos, quien había sido detenida por el solo hecho de ir por sus hijas a Ciudad Universitaria.

 

La directora de la Cárcel de Mujeres, fundada en 1957 en Iztapalapa, le recomendó a Rina salir días después ya que pesaba sobre ella la amenaza de deportación debido a su origen de guatemalteca, aunque ella se declara hasta ahora ciudadana mesoamericana, una amplia zona de México que abarca los territorios del sur de nuestro país hasta Guatemala y Honduras, donde se encuentran las raíces de las culturas olmeca y maya.

 

El temor de que en Guatemala fuera detenida se fundaba en que estaba gobernada por un civil de ultraderecha, Julio César Méndez Montenegro, señalado de ser una marioneta de militares, que dependían de asesores de los Estados Unidos, entrenados en sofocar, con estrategias similares a las usadas en Vietnam, los movimientos de una guerrilla que reivindicaba los derechos de indígenas y campesinos despojados de sus tierras por los latifundistas.

 

Rina estaba advertida de la amenaza al pisar el suelo del país donde nació donde desde 1966 a grupos de la extrema derecha y militares se les acreditaban dos mil asesinatos de opositores. Meses antes de su liberación, en agosto, el embajador estadunidense John Gordon, había sido emboscado y muerto por las Fuerzas Armadas Rebeldes, un grupo guerrillero. Las condiciones para la deportación de la alumna y ayudanta de Diego Rivera eran del más alto riesgo para su vida.

 

El temor que le manifestó la directora del penal para mujeres de Iztapalapa de que fuera deportada a Guatemala era cierta. Junto con Rina fueron liberados Raúl Patricio Poblete Sepúlveda, un chileno que era reportero de La Voz de México, el periódico del Partido Comunista Mexicano, y Milka Seeger Salter, de nacionalidad norteamericana, hija del cantante Pete Seeger, un cantante estadunidense, activista de los derechos humanos. Ambos fueron detenidos en el marco del movimiento estudiantil de 1968 y deportados hacia sus países de origen.

 

Raúl Patricio era un militante comunista de la corriente internacionalista; en México fue aprehendido por la policía la misma noche del 18 de septiembre de 1968 en que fue detenida Rina Lazo en su casa de Coyoacán, conocida como Casa de La Malinche, donde Salvador Novo, uno de los cronistas de la Ciudad de México, aseguraba que vivió Hernán Cortés, el conquistador español. En 1974 Raúl Patricio fue torturado en la cárcel de Pisagua, en Arica al norte de Chile, en el contexto del golpe militar al gobierno del doctor Salvador Allende del 11 de septiembre de 1973.

 

 

Los antecedentes políticos de Rina Lazo hacían previsible que su vida estaba más en peligro en Guatemala que en México. Durante el golpe militar gestado por la Central de Inteligencia Americana (CIA) al presidente Jacobo Arbenz en 1954 fue una de las opositoras. Arbenz encabezaba una revolución con una reforma agraria que afectaba los intereses norteamericanos, de la United Fruit Company.

 

Árbenz se proponía una gran transformación social y económica de su país, dijo Rina en una entrevista a Maysa Moya, Directora General del Diario de la Tercera Edad. La pintora y activista social Rina Lazo afirma que Árbenz pensaba hacer de Guatemala una nación independiente que superara su crónica condición de país semicolonial, semifeudal y atrasado, para que mejoraran las condiciones sociales y económicas de su pueblo.

 

Con toda claridad Rina, quien piensa que el presidente Andrés Manuel López Obrador -ella participó con su esposo, el pintor Arturo García Bustos, en las masivas protestas por el fraude de 2006- tiene semejanzas con Árbenz. Recuerda la efímera epopeya del presidente guatemalteco depuesto por la CIA en 1954. Su reforma agraria- le dijo a Maysa Moya en esa entrevista- afectaba a los latifundistas y a la trasnacional estadunidense United Fruit Company, dueña de enormes extensiones de tierras guatemaltecas. Los latifundistas, la United Fruit Company -la gran bananera de Centroamérica- y la jerarquía de la Iglesia Católica se opusieron a tal reforma que entregaba la tierra a los campesinos más pobres”.

 

“La campaña fue insidiosa, se tornó violenta; se acusó a Árbenz de comunista. El gobierno de Eisenhower inició la desestabilización de su gobierno democrático. Un coronel guatemalteco, Carlos Castillo Armas, se prestó al golpe, ocupó su propio país con tropas armadas por el gobierno de Eisenhower. Aviones estadunidenses invadieron el espacio aéreo guatemalteco para intimidar a la población y el ejército se unió a los golpistas. La noche del 27 de junio de 1954, Árbenz fue obligado a renunciar y a salir del país”.

 

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Rina y su esposo Arturo García Bustos, un muralista y pintor mexicano quien falleció en abril de 2017, se encontraban en Guatemala en el momento del golpe militar. Participaban de un intenso movimiento cultural al que había convocado Arbenz.

 

Ya en México, Rina le dio detalles a Diego Rivera del golpe militar al presidente Jacobo Arbenz. De ese diálogo Diego Rivera surgió un mural titulado “Gloriosa Victoria” donde se encuentra la reseña pictórica de ese artero golpe militar en Guatemala donde Rina posó como una guerrillera con una metralleta. Viste en ese mural con una blusa intensamente roja, su rostro es adusto e impaciente y su actitud decidida, lo describe Maysa Moya.

 

Diego consideraba a Rina como su mejor alumna y ayudanta. Había participado en diversas obras del muralista mexicano. Rina le preparaba las pinturas a Diego, participó en varias de sus obras y llegó a decirle y por escrito que con ella tuvo “dos cabezas y cuatro manos y por poco” lo deja “sin corazón”.

 

Diego Rivera fue quien la encaminó incorporarse en el Partido Comunista cuando esta pintora llegó a México en los cuarenta. Se integró y formó parte de la Célula Silvestre Revueltas en la cual se encontró con David Alfaro Siqueiros y con su esposo Arturo García Bustos, con quien formaría una larga, creativa y amorosa pareja.

Foto: T E
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