Tres tipos peligrosos de cuidado

Tres tipos peligrosos de cuidado

 

  • ¿Qué son los ácaros? La grasa de la piel humana un banquete para ellos

 

Foto: Gaceta UNAM

 

Fernando Guzmán.- La piel humana es un ecosistema con muchos socios que han vivido y evolucionado en la epidermis desde antes de que fuéramos Homo sapiens, apuntó Rodolfo Acuña Soto, del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Dos de esos tipos sin cuidado, habitantes habituales de este territorio cutáneo del tamaño de una toalla grande (aproximadamente dos metros en un adulto) son Demodex folliculorum y Demodex brevis.

 

Ambos son ácaros, pertenecientes a una subclase de arácnidos, como la garrapata y el arador de la sarna (Sarcoptes scabiei). No obstante, a diferencia de sus parientes, los Demodex son normalmente inocuos.

 

Desde los seres humanos primigenios, esos saprofitos únicamente viven y se reproducen en nuestra piel. Como su nombre indica, los Demodex folliculorum (parece un gusanito con patitas) se encuentran en los folículos pilosos.

 

La mayoría de la gente tiene Demodex, ya sea la grandecita folliculorum y/o la chiquita brevis que vive en las glándulas cebáceas. A ambas les encanta la grasa humana y el suero diluido que alimenta a las células de la dermis.

 

¿Dónde viven?

 

No les gustan las temperaturas muy altas. La piel es una de las partes menos calientes del cuerpo: 24 grados centígrados. En cambio, en el interior, la temperatura de hígado y corazón es de 37 grados centígrados. Viven en las partes más expuestas, como la frente, donde les da el aire fresco.

 

También habitan en unas glándulas que secretan un lubricante para los párpados y la conjuntiva. Cuando se reproducen en exceso, causan blefaritis. En la raíz de las pestañas aparece como un color blanco. “Es un poco de sebo que se está secretando”. Para esa inflamación de párpados, que puede ser una molestia, hay un montón de tratamientos.

 

Aunque no es factor causal, en las mujeres que padecen rosácea, Demodex se encuentra con más frecuencia en esa inflamación crónica cutánea que en la piel.

 

Aparece también más en acné u otro tipo de lesiones como queratosis seborreica (esas costras color café en la piel de los adultos mayores), pero no son un elemento primario de su etiología ni complican esas afecciones.

 

Están ahí de pícnic porque “hay mucho que comer”, subrayó Acuña Soto, quien también es profesor de geografía médica en la Facultad de Filosofía y Letras.

 

Nuestra piel, que ocuparía el tamaño de una toalla grande (aproximadamente dos metros en un adulto), tiene en Demodex folliculorum un habitante habitual.

 

Nuestra piel, que ocuparía el tamaño de una toalla grande (aproximadamente dos metros en un adulto), tiene en Demodex folliculorum un habitante habitual.

 

Foto: Gaceta UNAM. Nuestra piel, que ocuparía el tamaño de una toalla grande (aproximadamente dos metros en un adulto), tiene en Demodex folliculorum un habitante habitual.

 

Casi no hay reportes de Demodex en región de los genitales. En el vello púbico ocasionalmente andan las ladillas o piojos del pubis (Pthirus pubis). Las ladillas son uno de los tres tipos de piojos que atacan al ser humano. Los otros dos son el piojo de la cabeza (Pediculus humanos capitis) y el piojo del cuerpo (Pediculus humanus corpori).

 

El piojo del cuerpo, sostuvo Acuña Soto, está asociado al tifo epidémico. Prolifera cuando hay hambrunas, migración forzada, refugiados de guerra que no pueden bañarse ni lavar su ropa. Esta epidemia, ocasionada por la bacteria Rickettsia prowazekii que trasmite el piojo del cuerpo, puede ser mortal en 15 por ciento de los infestados. Fue muy frecuente en México, ahora es muy rara.

 

Nuestra piel es casa también de una diversidad de bacterias que viven de los detritus de las células descamadas. Muchas, agrupadas en colonias (solas o en interacción con otras) forman barreras protectoras contra bacterias dañinas como Firmicutes, Proteobacterias, Bacteriodetes y Actinobacterisa.

 

Diversas y dispersas en cualquier parte del cuerpo, son diferentes las del cuero cabelludo a las de la espalda, axilas, región genital y plantas de los pies. Todo esto coexiste con bacterias potencialmente dañinas, como el Streptococcus y el sthaphylococcus, que son causantes de enfermedad.

 

Algunas, muy poquitas, pueden estar relacionadas a abscesos. La mayoría de padecimientos de la piel no son generados por la flora normal.

 

Varían también conforme a las diferentes poblaciones. Quienes habitan en el Amazonas tienen una flora diferente en la piel a quienes radican en Ciudad de México, Nueva York o el Ártico. “Son familias de bacterias comunes; sin embargo, las especies en particular pueden variar considerablemente”.

 

En las casas habitación hay también una gran cantidad de especies de ácaros. Viven generalmente en el colchón y los sillones. Es normal que los humanos descamen: ese polvito blanco que se ve en la piel son células muertas. Los ácaros del colchón se lo comen.

 

Se la pasan muy bien en el colchón, no sólo por las células descamadas, sino también por la humedad que trasmina uno cuando duerme. Los seres humanos estamos permanentemente vaporizando agua y transpirando bióxido de carbono.

 

Los ácaros pueden vivir en diversos lugares, no sólo entre telas, sino también en plantas y en animales, dijo Rodolfo Acuña Soto.

 

Cuando estos ácaros son inhalados continua u ocasionalmente pueden ocasionar asma, que es una reacción o hipersensibilidad a los antígenos de los ácaros del polvo, muertos o vivos. No se ven a simple vista. Miden entre 0.2 y 0.5 milímetros. Ésta puede ser una de las muchas causas posibles del asma.

 

Otro factor por el que puede dar esa enfermedad son los polvos asociados a excremento y orina de cucarachas, por lo que el experto recomienda la limpieza básica en el hogar: aspirar, sacudir camas y airear sabanas, así como guardar en frascos tapados reservas (harina, arroz…) y no dejar restos de alimentos dentro o fuera de la casa.

 

*Por su importancia para la salud pública la difundimos. Tomado de La Gaceta de la UNAM.

 

 

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