La tarea más invisible sobre las personas mayores dependientes

La tarea más invisible sobre las personas mayores dependientes

 

  • En las mujeres recae la carga de ser cuidadoras
  • Hay un alto riesgo de presentar alguna enfermedad durante y en el transcurso por el que se brinda el cuidado de manera constante
  • Los cuidados informales son una labor que no se reconoce como trabajo y, por lo tanto, carece de valor para los demás
Foto: T E

 

El cuidado de las personas mayores dependientes, es una de las tareas más complejas y menos difundidas. Recae principalmente en familiares, amistades incluso la llegan a realizar vecinas, pero sobre todo en las mujeres. Es un trabajo no reconocido formalmente.

 

Las personas cuidadoras informales, en su mayoría, no eligieron hacer esto, lo realizan de forma circunstancial, por ser un familiar o un conocido, señala el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), el órgano rector de la política pública sobre el envejecimiento de la población mexicana.

 

Para este organismo nacional se trata de una ayuda sin preparación específica, ni experiencia y, en muchos casos, de forma altruista, exponiendo a la persona cuidadora a un mayor riesgo de sobrecarga física, mental y emocional que repercuten directamente en la calidad del cuidado y, por lo tanto, en la persona mayor.

 

A fines del año anterior el Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol) realizó el conversatorio en línea Factores y riesgos psicosociales de las personas cuidadoras primarias, a fin de informar sobre los riesgos en la salud física, mental y emocional de las personas que ejercen el trabajo de cuidados ante la falta de condiciones dignas.

 

Malvina Rodríguez, directora de Cuidando al Cuidador, AC, explicó que las personas cuidadoras primarias se ocupan del cuidado de una persona que enfrenta una situación de dependencia como una enfermedad o limitaciones físicas o mentales.

 

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Para esta especialista existen dos tipos de personas cuidadoras: formales o profesionales, que se refiere a cuidadores pagados; e informales, que se refiere a familiares o personas allegadas y que muchas veces realizan la labor de manera invisible.

 

La labor de cuidados, dijo, implica riesgos psicosociales

 

A nivel mundial el principal reto de la política social es el cuidado de las personas que entran en dependencia, subrayó Rodríguez. Sin embargo, esta especialista advirtió que México es un país envejecido donde cada vez hay más personas adultas mayores y un mayor crecimiento de enfermedades lo cual es preocupante.

 

Las personas cuidadoras tienen derechos y obligaciones. Los primeros están alineados a los derechos humanos, destacó la especialista ya que las personas cuidadoras primarias informales, por estar vinculadas emocionalmente, tienen cargas emocionales, psicológicas, físicas y sociales en donde se ve afectada la libertad.

 

“El sentido de libertad se pierde, transforma y despersonaliza al cuidador al privarlo de uno de los derechos más básicos. La persona cuidadora debe saber que tiene derecho a solicitar al profesional de la salud que atiende a su familiar que le dé indicaciones del manejo del paciente y estar consciente de que es su derecho y obligación expresar en lo que se siente capaz y en lo que no al cuidar a la persona a su cargo” apuntó.

 

Además, es fundamental que la persona que realiza el trabajo de cuidado hable con las y los familiares para expresar los apoyos que se requerirán, así como procurar el autocuidado.

 

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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), citó, las herramientas necesarias para mantener el equilibrio son: el bienestar físico, el bienestar emocional, el bienestar psicológico, el bienestar social y el económico.

 

“Debemos ser conscientes de que cuidar a otra persona genera un compromiso alto, en donde, además, si existe un vínculo emocional, el cerebro no distingue el dolor del otro del propio, lo que genera altas cargas emocionales y psicológicas”, indicó Malvina Rodríguez.

 

“De no contar con las herramientas necesarias, la persona cuidadora comienza a padecer riesgos psicosociales, siente coartada su libertad y comienza un círculo vicioso de violencia, a veces subliminal, en donde la persona dependiente se convierte en tirana y algo que se hizo con amor se convierte en una pesadilla”, expuso la especialista, quien resaltó además que a nivel mundial 85 por ciento de las personas cuidadoras primarias son mujeres.

 

En México, esta estadística es más alta, añadió.

 

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Durante ese conversatorio se habló del síndrome de Burnout, que a menudo padecen las personas que se dedican al trabajo de cuidados y que “hace que se pierda el sentido de vida, lo que da sentido a su vida es cuidar. Este síndrome se caracteriza por un alto desgaste emocional y despersonalización, no hay algo que les motive y se convierten en un dependiente más”.

 

En México “podemos dar un giro importante a esta situación, pues tenemos la ventaja de que la familia es el eje principal y el crear consciencia sobre esta situación contribuye a generar un cambio”, expuso en ese conversatorio la directora de Cuidando al Cuidador, AC.

 

Asimismo, el autocuidado en la persona cuidadora es la base medular para afrontar con éxito la labor y tener menos probabilidades de caer en una enfermedad.

 

Por ello es necesario informarnos para tomar mejor mejores decisiones, lo cual se convierte en un conocimiento para el autocuidado, puntualizó Malvina Rodríguez.

 

En este contexto, el INAPAM) destaca la importancia del autocuidado en cuidadoras y cuidadores de personas mayores dependientes.

 

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Considera esta institución que una persona cuidadora es quien asume la responsabilidad total de la persona dependiente, ayudándole a realizar aquellas actividades que no puede llevar a cabo por sí misma y que éstas pueden ser sencillas o complicadas, y es como se valora y reconoce esta labor, que en su mayoría es realizada por mujeres.

 

Cuidarse a sí mismo, recomienda el INAPAM es el primer paso para las personas que son cuidadoras ya que hay un alto riesgo de presentar alguna enfermedad durante y en el transcurso por el que se brinda el cuidado de manera constante. Algunas recomendaciones para el autocuidado de la persona cuidadora, que hace el INAPM son:

 

La habilidad de la persona cuidadora es muy compleja, se relaciona directamente con el rol que asume, con la toma de decisiones, la responsabilidad del cuidado directo, la supervisión, el acompañamiento y el desarrollo de tareas que cambian en los diferentes escenarios en que el cuidado se brinda.

 

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Existen tres indicadores que ayudan, fortalecen y son característicos de estas habilidades:

 

  • Responsabilidad
  • Capacitación
  • Empatía

 

El autocuidado permitirá a la persona cuidadora:

 

  • Estar en mejor disposición física y mental para realizar las tareas del cuidado.
  • Tener fortaleza y capacidad para afrontar los diversos problemas que supone cuidar a una persona dependiente.
  • Realizar los esfuerzos físicos y emocionales que precisan algunas tareas.
  • Tener sensación de control de su vida y realidad cotidiana.
  • Tener habilidades para la solución de problemas.
  • Mantener un estado de serenidad y bienestar en todo momento.
  •  Hábitos saludables recomendables para las personas cuidadoras
  • Comer en horarios definidos e ingerir una alimentación saludable.
  • Realizar ejercicio por lo menos 30 minutos al día, por ejemplo, caminar.
  • Aprovechar cualquier momento para descansar, procurar dormir bien.
  • Practicar alguna actividad recreativa, social, cultural o comunitaria.
  • Evitar la soledad y el aislamiento, mantener en lo posible las relaciones socio familiares.
  • Dedicar tiempo a actividades de interés.
  • Capacitación constante.
  • Aprender a administrar el tiempo; donde pueda organizar el tiempo para la realización de actividades de cuidado

 

Algunas estrategias

 

  • Toda la ayuda es buena y necesaria, es importante que la persona cuidadora la solicite para evitar la sobrecarga y procurar el cuidado de sí mismo. Esta ayuda puede ser para los cuidados de la persona a cargo, o bien con apoyo a las propias necesidades de la persona cuidadora.
  • Organizar entre los miembros de la familia o la comunidad diferentes tareas para el cuidado de la persona, por ejemplo, llevarlo a misa, darle un paseo, acudir a citas médicas o acompañamiento.
  • Ayudas técnicas y adaptaciones en el hogar, lo que facilita el cuidado y la prevención de accidentes
  • Apoyo en la compra de insumos para el cuidado, así como el lavado de ropa, limpieza del hogar, apoyo para el baño y aseo de la persona que se cuida.
  • Mantener una comunicación continua y eficiente con la persona que se cuida y el resto de la familia.
  • Reconocer la dimensión del problema; realizando un listado de lo que se necesita hacer un calendario y distribuir cargas.

 

 

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