Un modesto electricista de 41 años, la primera víctima mexicana del Corona Virus 19

Un modesto electricista de 41 años, la primera víctima mexicana del Corona Virus 19

 

  • Con diabetes mellitus 2 y sobrepeso, 100 kilogramos, condición a la que las autoridades de Salud le atribuyeron su deceso
  • Diabetes y obesidad, junto con hipertensión, EPOC, insuficiencia renal, crónica, tabaquismo, enfermedad cardiovascular, inmunosupresión, son dos de las nueve causas que las autoridades de salud estudiaron como las comorbilidades comunes en las defunciones de las víctimas del virus

 

Foto: Internet

 

Susana Sánchez.- La primera víctima mexicana del coronavirus 19 o COVID19, sin antecedentes de viaje al extranjero, fue un modesto electricista de 41 años, con diabetes mellitus 2 y sobrepeso, 100 kilogramos, condición que determinó que las autoridades de Salud le atribuyeron su deceso y falta de resistencia a la pandemia.

 

Diabetes, junto con hipertensión, obesidad, EPOC, insuficiencia renal, crónica, tabaquismo, enfermedad cardiovascular, inmunosupresión, es una de las nueve causas que las autoridades de salud estudiaron son las comorbilidades en las defunciones de las víctimas del virus.

 

Este hombre, amante de la música, un modesto trabajador que se ganaba la vida, como miles de trabajadores con empleos temporales, falleció la tarde del 18 de marzo de este 2020 en Instituto Nacional de Enfermedades Respiratoria (INER) al sur de la capital mexicana a donde ingresó grave el 14 de marzo.

 

Desde que llegó al hospital, dependiente de la secretaría de Salud federal, fue entubado, el contagio del virulento COVIUD19 no le dio tregua. Había sido contagiado en un concierto de rock al que asistió en el Palacio de los Deportes el 3 de marzo, seis días después llegó grave al hospital del INER.

 

Sus posibilidades de vida eran remotas bajo el duro y frío diagnóstico que las autoridades de Salud mexicanas ya han descrito entre las que figura la diabetes en segundo lugar, la primera es la hipertensión.

 

La sentencia de muerte estaba dada para esta electricista al padecer en este cuadro dos enfermedades crónicas diagnosticadas por los científicos de salud del país.  Un diagnóstico que ha influido sobre las 94 víctimas mortales del COVID19 hasta el domingo 5 de abril en México.

 

La diabetes ocupa el 38.30 por ciento y la obesidad el 35.11 por ciento en las muertes por la pandemia en México.

 

Foto: T E

 

Apenas seis le faltan a México para legar al centenar de víctimas, para que se cumpla indefectiblemente este lunes 6 de abril, en plena “semana santa”, rebasar esa cifra de letalidad.

 

Las autoridades mexicanas han confiado en que la gente se quede en su casa para evitar contagios comunitarios como las que sufrió el electricista fanático del rock.

 

Esta semana para ser clave para no rebasar la curva que las autoridades mexicanas piensan gobernar a partir de que la gente se quede en casa. “Quédate en tu casa”, es el mensaje que ocupa persistentes espacios en los medios de comunicación, de la radio y la televisión.

 

Se han suspendido, por lo menos en la Ciudad de México, los rituales religiosos que llegaban concentrar miles de fieles en las calles para conmemorar el culto a la llamada “pasión de Jesucristo” que en otros años representaban además la fuga de miles de vacacionistas a las playas, balnearios o centros vacacionales.

 

En Iztapalapa, al oriente de la capital mexicana, donde se efectuaba el principal ceremonial, se llegaban a concentrar hasta dos millones de fieles para observar la imitación de la llamada “pasión de Cristo”. Esta vez, la cerebración, para no romper con esta tradición que viene desde el siglo antepasado, se llevará a cabo en el recinto interno de un templo católico.

 

A la crónica de una reportera de Milenio, Vanessa Job, le debemos saber el perfil de la primera víctima, ser “un fanático del Hard Rock, coleccionista de los discos” de ese estruendoso grupo sueco.

 

Este grupo realizaba una gira final denominada “Gig Named Death”, traducido en español como “concierto final llamado muerte”. Ese fue el concierto que le tocó a este electricista.

 

Esta víctima de 41 años y próximo a cumplir los 42 años, era habitante, junto con su esposa y un hijo de 15 años en una colonia popular de la capital mexicana, colindante con las numerosas concentraciones de población del Estado de México.

 

La reportera Vanessa Job, de Milenio la describe como si fuera era él quien escribe la crónica, el 20 de marzo, dos días después de la muerte de este primer mexicano víctima del coronavirus.

 

Este hombre, de carácter amistoso y jovial, ya padecía desde hace siete años de la diabetes, en su caso Mellitus tipo 2, una enfermedad que de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018, la padecen unos ocho millones 600 mil personas, una enfermedad que se atribuye a la mala alimentación que produce el sobrepeso y la obesidad, condición que afecta más de la mitad de la población mexicana, incluso se afirma que llega al 70 por ciento.

 

El director del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), Juan Rivera, señaló a la revista Expansión que, muchas personas que padecen diabetes no lo saben. En 2018, el porcentaje subió a 10.3%, unos 8.6 millones. Lo padecía el 11.4% de las mujeres y el 9.1% de los hombres.

 

“Las entidades con los porcentajes más altos de población de 20 años y más con diagnóstico previo de diabetes son Campeche (14%), Tamaulipas (12.8%), Hidalgo (12.8%), Ciudad de México (12.7%) y Nuevo León (12.6%)”, cita esa publicación n su edición del 9 de diciembre del año 2019.

 

En esa publicación, Hugo López Gatell, de 51 años, un médico cirujano egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México y actual vocero del gobierno sobre la epidemia, había ya alertado sobre los efectos de “las enfermedades crónicas, sobrepeso, obesidad, diabetes y múltiples cánceres, enfermedad cardiovascular y neurovascular”.

 

Había señalado que esas enfermedades “ocupan los lugares predominantes de frecuencia y además de transcendencia en la medida que aun los casos que no terminan en desenlaces fatales pueden terminar en desenlaces con discapacidades muy importantes con graves impactos en calidad de vida y de su productividad, por lo tanto en desarrollo social y económico”.

 

Esta primera víctima, fanático de la música rockera que no viajó al exterior del país, tampoco era el importador del COVID 19, fue contagiado en la fase de infección comunitaria. “Nunca viajó a Estados Unidos ni practicaba el esquí a Vail” (en Colorado), escribió la reportera.

 

Este electricista murió a las 16 horas del 18 de marzo, según el acta de defunción, el día que el presidente Andrés Manuel López Obrador festejaba la expropiación petrolera, que decretó el presidente Lázaro Cárdenas en 1938.

 

Su acta de defunción decía que falleció de neumonía por el coronavirus19 y un choque séptico. Su cuerpo fue incinerado.

 

Su viuda, quien tuvo que adquirir por su cuenta material médico, contó a Milenio, se quejó de que desde que llegó el sábado 14 de marzo al INER se tardaron dos días en hacer el diagnóstico del COVID19, los médicos creían que era una influenza de la temporada.

 

Este fanático disfrutaba el 3 de marzo junto con unas doce mil 500 personas ese concierto de rock. Sus síntomas se iniciaron seis días después, primero tos seca, después las molestias de alta temperatura, dolor de pecho, dificultades para respirar. Un médico particular le recomendó asistir con especialistas.

 

Esa misma tarde, del 18 de marzo las autoridades de Salud reconocieron el deceso. “Se trata de un hombre de 41 años con antecedentes de diabetes que el pasado 3 de marzo asistió al concierto de la banda sueca Ghost, en el Palacio de los Deportes de la CDMX, con un acompañante”, informó Televisa.

 

A las 22:46 horas de ese miércoles 18 de marzo, la Secretaría de Salud confirmó el deceso.

 

Foto: T E

 

Hugo López Gallet, el subsecretario sobre quien todo el gobierno federal del presidente Andrés Manuel López Obrador le ha depositado la confianza para crear una estrategia para disminuir los fallecimientos, lamentó su muerte, pero dando más énfasis a sus padecimientos de diabetes mellitus 2 y sobrepeso.

 

“Cada pérdida de una vida humana nos duele”, ha lamentado en conferencia de prensa Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud y portavoz del Gobierno para la emergencia sanitaria, en la conferencia de un día después de conocerse este fallecimiento.

 

“Es un caso que ilustra lo que sabemos que va a pasar en una epidemia”, advirtió este funcionario mexicano, quien ha pedido mantener la calma y poner en dimensión las probables víctimas mortales con el tamaño del país, que tiene unos 129 millones de habitantes.

 

Desde hace semanas, este funcionario había señalado que para el 80 por ciento de la población este virus le pasaría sin efectos, a un 15 por ciento requerirían atención sanitaria, ambulatoria; y a un cinco por ciento una situación grave de hospitalización.

 

O sea que de 129 millones de los habitantes del país, probablemente unos seis millones estarían en esa condición de alto riesgo.

 

En la conferencia mañanera del presidente López Obrador del 19 de marzo, un día del deceso del electricista uno de los periodistas le pidió información el electricista fallecido por el virus que surgió en China en diciembre de 2019.

 

“Respecto al caso, cada pérdida de una vida humana nos duele, nos duele a todos, no quisiéramos que muriera absolutamente nadie, no quisiéramos que nadie sufriera adversidades por enfermedad o por dolor. Entonces, lamentamos muchísimo la pérdida de esta vida humana y obviamente tiene repercusiones sobre la vida de su familia y su comunidad”, respondió López-Gatell.

 

Lo único que dijo sobre esta primera víctima fue: “Tenemos un antecedente de que la persona estuvo seis días antes del inicio de sus síntomas en una concurrencia pública donde, por la naturaleza del evento, pudiera haber participado la exposición a personas que viajaran al extranjero o personas de origen extranjero de los sitios relevantes de transmisión comunitaria”.

 

Este hombre de 41 años, un amante de la música, quien acompañado de su hijo asistió a ese concierto denominado “concierto final llamado muerte”, asistió a lo que finalmente también fue su final terminal.

 

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