Alfonso Hernández: el Cronista, Periodista, Poeta y Hojalatero social

Alfonso Hernández: el Cronista, Periodista, Poeta y Hojalatero social

 

  • El domingo 28 de febrero a los 75 años a las 7:05, falleció el Hojalatero Social, Cronista de Tepito, Director del Centro de Estudios Tepiteños y Creador del Diplomado de Albures Finos
  • Una desgracia para su barrio y para la historia oral y escrita de la capital mexicana
  • Era un defensor de los derechos humanos de una población agraviada y discriminada por los estigmas

 

Alfonso Hernández

 

José Luis CAMACHO LÓPEZ.-Decía que “Tepito era para los tepiteños”. Nació en el corazón de Tepito, bautizado como “el barrio bravo” por los cronistas deportivos o por los reporteros de la “nota roja”. El cronista que buscó reivindicar a Tepito, como un barrio originario y “vivo” del Centro de la Ciudad de México falleció de COVID 19, una desgracia para su barrio y para la historia oral y escrita de la capital mexicana.

 

Cronista, periodista, hojalatero social, Alfonso Hernández tenía también alma de poeta, uno de sus rasgos poco conocidos. Uno de sus trazos poéticos que hoy damos a conocer “Las azoteas dicen siempre la verdad”, que Alfonso nos entregó en una ocasión, dice:

 

“Cada veinte minutos somos más viejos

pero sólo cuando resolvamos el dilema

representaremos cabalmente nuestra edad

Acá en Tepito…”

 

Lo conocí en 1975 cuando era reportero de ciudad del periódico El Día en una conferencia sobre el Plan Tepito, encabezada por el arquitecto Raúl Octavio Mariscal y efectuada en un viejo edificio cercano a la Plaza del Estudiante, que ocupaba una agencia del Ministerio Público y la temida Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD) señalada de fabricar delincuentes.

 

Alfonso Hernández

 

Desde entonces, Alfonso, un técnico que trabajó para una empresa alemana de telefonía y donde llegó a ser discriminado por su origen en esa zona de la capital, mostró sus cualidades y empeños de un tepiteño comprometido con los intereses de su barrio. Se oponía a que se trastocaran sus tradiciones y culturas. Se adelantó desde entonces, como un defensor de los derechos humanos de una población agraviada y discriminada por los estigmas.

 

El Plan Tepito del gobierno de Luis Echeverría pretendía cambiar la imagen de un barrio de comerciantes, de una pujante industria zapatera, donde se vincula estrechamente la vivienda con la fuente de empleo. Alfonso y otros dirigentes del barrio se oponían a que la especulación habitacional se convirtiera en una forma de sacar a los más desposeídos y lanzarlos a la periferia de la capital. Deseaban que se mantuviera esa estrecha relación de convivencia familiar y social de las vecindades, reconstruirlas sin afectar su tejido humano, sobre todo de los más pobres.

 

La obra de cronista de Hernández, semejante a la de Luis González Obregón y Artemio de Valle Arizpe, sobre todo oral, se enfocó a la historia de Tepito, su origen, su trayectoria social, de las familias que tenían su origen en migraciones a la capital. Sabía la vida de cada calle, de sus vecindades tradicionales, de la Casa Blanca, fuente de la obra del sociólogo estadunidense Oscar Lewis, que denominó “Los Hijos de Sánchez”, una obra que causó en los cincuenta del siglo pasado, un cisma en el gobierno mexicano al quedar al descubierto la tragedia social de la gran desigualdad social, la pésima distribución de los ingresos nacionales, la distancia insondable entre la gran riqueza y la gran miseria.

 

Alfonso Hernández

 

A los 75 años, Alfonso Hernández Hernández, murió de esa cruel epidemia. Acabó con la vida de un mexicano digno, trabajador, luchador social, quien estaba dedicado de por vida a pintar de otros colores a su barrio, a despojarla de sus estigmas de un barrio de contrabandistas, fayuqueros, ladrones de ocasión y de prostitutas.

 

Alfonso fue periodista, director de El Ñero, una publicación editada en 1975 y fundador del Centro de Estudios Tepiteños, que tuvo su albergue en la Asociación de Comerciantes de Miguel Galán.

 

Junto con Luis Arévalo, un artista del zapato; Daniel Manrique, un muralista urbano; Miguel Galán, uno de los líderes de comerciantes, integraban un cerrado grupo en defensa de su barrio.

 

Alfonso Hernández se caracterizaba por ser humanista, investigador, sociólogo, hojalatero de la cultura, como él se decía; historiador. Habitaba una de esas vecindades históricas del barrio de dos entradas y dos salidas. Su vivienda, como otras de las vecindades, tenía un tapanco para darle más espacio pero no contaba con ventanas.

 

Alfonso nació en Tepito, era de todo corazón un orgulloso tepiteño, que organizaba rutas de visitas Tepitour o Safaritour para que los capitalinos y extranjeros conocieran la vida de un peculiar barrio del país. Por los ochenta, logró un intercambio con un grupo de franceses de Lyon, del grupo Populart, semejante a los artistas de Tepito Arte Acá. Cruzaron recíprocamente el océano franceses y tepiteños.

 

Alfonso Hernández

 

Junto a él estaban Daniel Manrique, el pintor del Arte Acá., también ya fallecido; Luis Arévalo, el artista del zapato, a quien se lo llevó a Chiapas el subcomandante Marcos para organizar una fábrica de zapatos, una de las más fuertes tradiciones del barrio. Una fuente de inspiración de Tepito Arte Acá, me contaba Alfonso, fue la “Divina Teresa” que pintaba retratos miniatura y los vendía en el jardín de Sullivan.

 

No había espacio que no conociera Alfonso, el recorrido incluía los placeres de la comida tepiteña, los sabrosos tacos de tripa, de hígado, el exquisito mole de olla, la sopa de migas; y todas las calles y vecindades históricas del barrio, donde Manrique dejaba su obra. Pero sobre todo Alfonso defendía el esfuerzo de los tepiteños por no caer en el infortunio.

 

La creatividad de los tepiteños era única. Tomás, uno de los compañeros de Alfonso, vendía pantalones de “marca” que compraba en las fábricas de Ayotla Textil. Con ello, le daba empleo a un buen número de mujeres en una vecindad donde tenía máquinas de coser. Simplemente las mujeres les colocaban las marcas de moda y se vendían en las calles del barrio.

 

Apoyar a las mujeres de su barrio era una de sus prioridades. Así difundió cómo sobrevivían las mujeres tepiteñas. Las “siete cabronas”, se tituló una investigación que develó el papel de las mujeres en las condiciones más adversas, con maridos en la cárcel, vigiladas por la policía, sin empleo, con hijos que mantener.

 

Igual, apoyaba los partidos de futbol en las canchas del deportivo de equipos formados por personas gay.

 

Alfonso Hernández

 

Con la Reina del Albur, Lourdes Ruiz Baltazar, Alfonso organizaba el Diplomado del Albur. Lourdes decía que los mexicanos somos como las verdolagas, “donde quiera se dan”. Ahora el Albur ya forma parte del patrimonio cultural de la capital mexicana.

 

En una entrevista con un diario capitalino, del 16 de marzo de 2007, en una nota de Agustín Salgado, Alfonso decía que en el sexenio de Echeverría se introdujo la fayuca. Al principio era hormiga después entraban los tráileres y para que no se fueran vacíos, se les llenaba de “yerba”.

 

Tepito es de artesanos y comercios chingones pero también de tianguistas changadores”. Es “amortiguador” de las necesidades de consumo de la ciudad, dijo el cronista tepiteño al reportero de ese diario.

 

El domingo 28 de febrero a los 75 años a las 7:05 Alfonso Hernández, Hojalatero Social, Cronista de Tepito, Director del Centro de Estudios Tepiteños y Creador del Diplomado de Albures Finos falleció, anunció el secretario de gobierno de la Ciudad de México, José Alfonso Suárez del Real, quien cuando fue delegado en la Delegación Cuauhtémoc, Hernández le “brindó la oportunidad de conocer el valor extraordinario de su barrio, de su vida y personajes”.

 

En Diario T E lamentamos mucho esta dolorosa pérdida para su familia, sus amistades, simpatizantes, para las gentes de ese noble barrio de la Ciudad de México.

 

Fotos tomadas de su perfil de Facebook.

 

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