La falta de ingresos de las Personas Mayores de 65 años es “brutal”

La falta de ingresos de las Personas Mayores de 65 años es “brutal”

 

  • Tanto por el impacto de los contagios, como por la falta de ingresos los dejó en una “situación particularmente crítica”
  • El 30 por ciento de las personas mayores de 65 años no reciben ningún tipo de ingreso laboral ni tampoco una pensión
  • Millones de personas en AL y el Caribe sin redes de protección ante la pérdida de ingresos y empleos, mientras los sistemas de salud estaban al borde del colapso

 

Foto: T E

 

GINEBRA.- “Para todos la pandemia ha sido difícil”, pero para las personas mayores ha sido brutal, tanto por el impacto de los contagios, como por la falta de ingresos, lo cual los dejó en una “situación particularmente crítica”, afirmó el director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe,   Vinícius Pinheiro.

 

Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), citado por Pinhiero, alertó sobre la seguridad económica de las personas de mayor edad en América Latina y el Caribe ya que, según los datos más recientes, el 30 por ciento de las personas mayores de 65 años no reciben ningún tipo de ingreso laboral ni tampoco una pensión.

 

Entre esta franja poblacional, solo el 47,2 por ciento de personas recibe una pensión o jubilación, el 7 por ciento opta tanto a una pensión como a ingresos laborales y el 14,9 por ciento solamente se beneficia de ingresos laborales, puntualizó ese informe de la OIT.

 

Pinheiro destacó que la gran mayoría de los trabajadores de la región no contaba con seguros de desempleo ni con otras maneras de compensar ingresos. El número de personas que cotizaron en los sistemas contributivos de protección social cayó un 7,9 por ciento.

 

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La pandemia del coronavirus ha evidenciado las deficiencias de los sistemas de protección social en América Latina y el Caribe, advirtió el funcionario de la Organización Internacional del Trabajo al dar a conocer el informe donde se señala la necesidad de mejorar su cobertura, suficiencia y sostenibilidad para contribuir a mitigar el aumento de la pobreza y las desigualdades.

 

Durante la presentación del informe sobre protección social en la región, Pinheiro, destacó que “los efectos de la pandemia se amplificaron” ya que “había millones de personas sin redes de protección ante la pérdida de ingresos y empleos, mientras los sistemas de salud estaban al borde del colapso”.

 

Las cifras de la Organización Internacional del Trabajo así lo demuestran, dijo Pinhiero. Antes del inicio de la pandemia, añadió, solo el 56 por ciento de los habitantes de la región estaban cubiertos por algún tipo de protección social y los sistemas contributivos, que dependen de las cotizaciones de los trabajadores y empleadores, únicamente incluían al 46% de los ocupados.

 

“La gran mayoría de la población ocupada no contaba con seguros de desempleo ni con otras maneras de compensar ingresos, en especial quienes estaban en la informalidad”, destaca el estudio.

 

“Una lección aprendida de esta pandemia es que la falta de protección social nos hace más vulnerables”, dijo el director de este organismo especializado de la ONU.

 

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El documento de la OIT plantea la necesidad de avanzar hacia “sistemas integrales de protección que tengan como base un piso de bienestar social con garantías para el acceso universal a la salud y la seguridad económica a lo largo del ciclo vital”.

 

“La protección social es fundamental para la inclusión y cohesión social, la reducción de la pobreza y las desigualdades sociales, a la vez que facilita la transformación productiva y la mejora de la productividad”, manifestó Pinheiro.

 

Caída récord del número de cotizantes

 

El estudio de la OIT estima que la crisis causada por la COVID-19 causó un descenso del 7,9 por ciento en el número de personas registradas que cotizaron en los sistemas contributivos de protección social, un registro que representa un retroceso de casi una década

 

Igualmente, el informe indica que las estrategias más comunes para la protección de empleos e ingresos fueron la entrega de alimentos y la atención nutricional junto a políticas orientadas a la salud.

 

“El gasto enfocado a mitigar la crisis de la COVID-19 ha permitido contrarrestar el incremento aún mayor de la pobreza y pobreza extrema, donde los países que destinaron más recursos son los que más han evitado el incremento de ese flagelo”, dice el documento.

 

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Los hogares con menores que dependen de los ingresos de los trabajadores en el segmento informal de la economía vieron como aumentó su vulnerabilidad y la exposición a los riesgos asociados al trabajo infantil, destaca además el informe.

 

En el actual contexto de recuperación de una crisis sin precedentes, Pinheiro destacó que “es fundamental adaptar y ampliar la protección social. Hemos sido testigos de cómo las prestaciones sociales han sido la primera línea de defensa para quienes perdieron sus ingresos y a la vez constituyen un importante motor para estimular la actividad económica”.

 

Recomendaciones del informe de la OIT

 

Entre los futuros desafíos a los que se enfrenta la protección social el estudio destaca la necesidad de:

 

  • Avanzar hacia pisos de protección social que garanticen prestaciones mínimas para todas las personas
  • Ampliar las políticas para la población infantil
  • Expandir los seguros de desempleo
  • Ofrecer protección universal en salud
  • Garantizar la sostenibilidad de financiamiento, especialmente frente a elevados niveles de deuda y procesos inflacionarios

 

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