Sembrando Coyoacán

Sembrando Coyoacán

Cuando se juntan los malos con los peores…

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Vinieron de los barrios La Conchita, Santa Catarina, Del Niño Jesús, San Francisco,  San Lucas, San Mateo, San Diego, Oxtopulco, de los pueblos de La Candelaria, Santa Úrsula Coapa, San Pablo Tepetlapa, San Francisco Culhuacán, de las colonias  El Carmen, Villa Coyoacán, Cuadrante de San Francisco, Parque San Andrés, Ciudad Jardín, San Diego Churubusco, Los Reyes y Romero de Terreros.

Todos llegaron,  indignados pero muy puntuales,  el 19 de este caluroso abril, a la cita en el camellón, frente a la esquina que forman Miguel Ángel de Quevedo y Fernández Leal,  convocada por  los vecinos a las 12 en punto, para sembrar dos árboles: bellos, jóvenes, enhiestos, un liquidamba y una magnolia, en el sitio exacto del ecocidio.

Allí en los dos espacios de donde fueron arrancados dos árboles maduros igualmente hermosos, de los muchos que estorban la codicia comercial cuando ésta se une al mal gobierno, abuelos, hijos y nietos tomaron las palas con el único fin de conservar la proverbial belleza de Coyoacán, el corazón cultural de la Ciudad de México.

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Un corazón que pedazo a pedazo es destruido por el comercio voraz, los desarrollos inmobiliarios, la construcción de plazas y comercios, la instalación de vallas publicitarias, los giros negros,  las ilógicas modificaciones a su tradicional fisonomía  y el total abandono a la conservación de sus sitios e inmuebles históricos.

Pero los de siempre, los vecinos de barrios, pueblos y colonias de  Coyoacán no faltaron a la cita, Sembrando Coyoacán logró sus objetivos: concientizar a vecinos y paseantes sobre la importancia de conservar los árboles; mostrar a los funcionarios de la Delegación su inconformidad ante el pésimo “trabajo” que realizan, la  falta de ética, civismo y sentido común que caracterizan a sus hechos y decisiones, en favor de algunos y contra el bienestar general  de la ciudadanía.

Con actividades como pintura con crayolas que cubriera, temporalmente,  los horribles anuncios, sustituyéndolos por un mural infantil lleno de vitalidad y color –retirado al final del evento-, la siembra de macetas y la feliz convivencia de los coyoacanenses, amenizada por una marimba, los vecinos echaron porras a los árboles, símbolos y portadores de vida, y a Coyoacán, cuya supervivencia y conservación nos une a todos.

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