Los adultos mayores en México, el grupo de población con mayores índices de pobreza

Los Adultos Mayores en México, el grupo de población con mayores índices de pobreza

El último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que en México la pobreza entre los Adultos Mayores aumentó y se mantiene, junto con los niños, como los grupos de edad con las tasas de pobreza más altas.

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Reside en Chalco, uno de los 125 municipios del Estado de México, conurbado con la capital del país, ubicado en los antiguos terrenos que ocupaba un lago desecado bajo amenaza de  inundaciones en la época de lluvias. Cada día, Felipa Sánchez Ruíz , originaria de Atlacomulco, otro municipio del Estado de México, viaja en uno de los peligrosos microbuses que circulan en la Ciudad de México, para dirigirse a la colonia Ciudad Jardín, donde lava trastes y ayuda en algunas tareas de aseo a la señora Julia, quien cada sábado le da 200 pesos. No recuerda el nombre de la calle ni el número, pero Felipa sabe llegar cada día.

Felipa Sánchez Ruíz es una persona  como muchas de los Adultos Mayores que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), considera entre los grupos de población con mayores índices de pobreza, según su último informe de mayo de 2015.

Felipa tiene más de ochenta años, no recuerda con exactitud su edad, se le  ven los años,  ha perdido  la mayoría de los dientes. Por su risueño rostro, apenas se alcanza a ver un diente. Tuvo seis hijos, pero únicamente le sobrevive uno, con quien vive en ese municipio, distante de su trabajo en esa colonia de la delegación Coyoacán.

Descansa sobre el césped de uno de las arboladas avenidas de Ciudad Jardín fundada en 1949 para trabajadores del gobierno del Distrito Federal. La “señora Julia”-no recuerda su apellido- la tiene contratada de palabra porque “es muy honesta”, nunca tomó nada de las casas donde sirvió de trabajadora doméstica. Sale a trabajar porque a su único hijo sobreviviente no le alcanza el sueldo. Felipa no sabe en qué trabaja su hijo.

Es bajita, medirá menos de metro y medio de estatura, viste de alegres colores, sus rasgos indígenas la distinguen; la esperanza de vida de las mujeres indígenas es mayor que la de las  mujeres mestizas, ocho años, calcula la experta en envejecimiento, doctora Verónica Montes de Oca, quien encabeza un grupo interdisciplinario en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dedicado al estudio de la vejez y el envejecimiento desde hace 20 años: el Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV).

La doctora Montes de Oca ofreció recientemente una conferencia sobre envejecimiento en la Casa de las Humanidades de la UNAM. Ahí señaló que el primer apellido de México es la “desigualdad”. En Felipa Sánchez Ruíz se encarna ese primer apellido del México actual, donde “la gente es muy rica o muy pobre”, dice la doctora Montes de Oca.  Socióloga, demógrafa, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, afirma que México es el “país más desigual de América Latina y del  Caribe”.

El último informe de la OCDE difundido en mayo confirma este diagnóstico contundente y descarnado. México se encuentra, junto con Chile y Turquía, entre los países donde  la desigualdad alcanza su nivel más alto entre los países de la  Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Fundada en 1961, la OCDE agrupa a 34 países. Su misión “es promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo”. México es el miembro número 25 de esa organización mundial desde el 18 de mayo de 1994.

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Su secretario general es el economista mexicano, José Ángel Gurría, quien al aludir ese informe dijo: “Hemos llegado a un punto de inflexión. La desigualdad en los países de la OCDE se encuentra en el nivel más alto desde que empezaron a registrarse estadísticas”.

“La evidencia indica que una alta desigualdad -agregó- es negativa para el crecimiento. La razón de ser de una acción de política es tanto económica como social. Al no trabajar en resolver la desigualdad, los gobiernos afectan el tejido social de sus países y perjudican su crecimiento económico de largo plazo.”

El informe también puntualiza que “El aumento del número de mujeres que trabajan ha ayudado a contener el aumento en la desigualdad”. Felipa es una de esas mujeres, que a su avanzada  edad, ha contribuido, con esos doscientos pesos a la semana,  a que la desigualdad no se profundice más en su hogar en el  municipio de Chalco, donde  la pobreza es el símbolo dominante en la mayor parte de su población.

La OCDE  reconoce en su informe, como en el caso de Felipa,  que “la creciente proporción de personas que trabajan a tiempo parcial, con contrato temporal o que son auto empleadas  es un factor importante del incremento constante de la desigualdad”.

Para reducir la desigualdad, la OCDE recomienda “aumentar el crecimiento incluyente”,  en el que  “los gobiernos requieren promover la igualdad de género en el empleo; ampliar el acceso a mejores empleos, y estimular una mayor inversión en formación y adquisición de competencias durante toda la vida laboral”.

Pero: ¿cómo atender y resolver  el caso de Felipa, con más de ochenta años, que tiene un precario empleo y pertenece a una edad con dificultades para laborar en empleos mejor remunerados?

De acuerdo con esta institución “la desigualdad de ingresos en México es una de las más altas en los países de la OCDE y ha aumentado de nuevo en años recientes, si bien la desigualdad bajó en la década previa a 2005, en la reciente recesión económica aumentó de nuevo”, tal como señala la doctora Montes de Oca al nombrar al “México de la desigualdad”.

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La OCDE reconoce que México redujo  ligeramente la desigualdad en cuatro por ciento  en 2010 y gastó en 2012  el ocho por ciento del Producto  Interno Bruto (PIB)  pero “aún es comparativamente bajo”; el organismo  reconoce que el gobierno mexicano comenzó a revisar varios programas sociales con el fin de aumentar la protección de los ingresos y resolver la desigualdad  con los programas de “65 y más”, “Sin Hambre” y “Prospera”.

Menciona que los programas sociales a partir de 1990 han contribuido a reducir la pobreza absoluta de la población que vive con menos de dos y medio dólares al día. El programa  Cruzada Nacional Contra el Hambre, iniciado  en 2013  ayuda a las personas que carecen de alimentos, en particular los más afectados por la crisis económica, entre los que sobresalen los Adultos Mayores de 60 años y por ello recomienda una pensión social para combatir la pobreza durante la vejez,  para las personas de 65 y más años, así como dirigir mejor el foco de las transferencias de efectivo hacia las necesidades de los grupos más vulnerables: mujeres, ancianos, niños y grupos indígenas.

Entre esas medidas recomendadas  se encuentra “la puesta en marcha de la Ley de Pensión Universal”  la cual “permitirá a los mexicanos mayores de 65 años, quienes  no tienen derecho a recibir beneficios de pensión, calificar para recibir una pensión mínima”.

La Ciudad de México, pionera en políticas de atención a los Adultos Mayores

En la Ciudad de México, considerada pionera en la atención a los Adultos Mayores, a las personas de 68 años cumplidos que comprueben su residencia en el Distrito Federal desde hace 3 años o más, el Gobierno capitalino les otorga una pensión alimentaria mensual de poco más de mil pesos. Esta política pública beneficia a más de medio millón de adultos mayores de las 16 delegaciones políticas del Distrito Federal.

La administración capitalina tiene también otros programas, como Médico en su Casa, que atiende particularmente a los Adultos Mayores con problemas de movilidad; además  de haber establecido políticas sociales de atención cultural,  como las recreación,  turismo social, escuelas para adultos, descuentos en impuestos predial y del  agua, testamentos a bajo costo, transporte público gratuito,  todas dedicadas a las personas que superan los sesenta años.

Estas políticas públicas para Adultos Mayores incluyen atención gerontológica, visitas domiciliarias de educadoras comunitarias, visitas médicas geriátricas domiciliarias, preventivas, a derechohabientes que habitan primordialmente en unidades territoriales de alta y muy alta marginación,  servicio médico y medicamentos gratuitos en Centros de Salud. Recientemente estableció una política de otorgamiento de créditos para los adultos mayores hasta por cinco mil pesos, con el aval del gobierno de la Ciudad de México.

El gobierno capitalino también implementó el programa Alerta Plateada para apoyar  la búsqueda y  localización de personas adultas mayores extraviadas o que presenten algún déficit cognitivo como el Alzheimer.  Y también estableció una Agencia especializada para la atención  de personas adultas mayores víctimas de violencia familiar.

Estas políticas públicas de atención a los Adultos Mayores en la ciudad de México provoca que personas de 60 años más, busquen refugio en la capital, otras que residen en los municipios conurbados del Estado de México,  deambulen en las estaciones del Metro en busca de alguna dádiva o laboren en condiciones infrahumanas, como Esperanza García Carmona, quien reside en Cuautitlán, duerme en los pasillos del Metro, y es trabajadora de limpieza de las estaciones de ese transporte colectivo capitalino.

A nivel nacional, el gobierno federal cuenta con el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores  (INAPAM) “como órgano rector de la política pública nacional a favor de las personas adultas mayores, que busca fortalecer sus derechos y atención integral a través de los modelos, programas y acciones en coordinación con los tres órdenes de gobiernos, la sociedad y la academia”.

Este organismo ofrece servicios similares al del gobierno de la capital, otorga credenciales para obtener descuentos en transportes, servicios y mantiene clínicas de salud, y algún tipo de asistencia en casas de alojamiento temporal, además de asesorías jurídicas.

A pesar de estas medidas de política pública en la capital y otras al nivel nacional del gobierno federal- no existe información específica de políticas institucionales para Adultos Mayores en los estados de la República y la OCDE  dice que  “durante los últimos 5 a 10 años, la desigualdad en el ingreso y el nivel de pobreza en México continúan siendo los más altos:1.5 veces superior a la  de un país promedio de la OCDE y dos veces superior a la de países con baja desigualdad como Dinamarca”.

El presidente de la Cámara de Diputados, Julio César Moreno, manifestó su alarma  por  la situación en la que se encuentran los Adultos Mayores, ya que este sector sigue presentando índices de pobreza al igual que la población infantil, que la OCDE califica  “como pobreza alta y que ubica como la segunda más elevada dentro de los países que aglutina, después de Turquía”.

Al margen de toda esta información y sin voz para expresar sus carencias, Felipa Sánchez Ruíz, hace una pausa de descanso en uno de los parques de la Colonia Ciudad Jardín, en Coyoacán, antes de abordar la micro que la llevará a Xochimilco, donde transbordará  a otro de  esos precarios transportes de servicio público de la capital para regresar a su hogar, en el municipio de Chalco, donde se inició en los primeros meses de la década de los noventa uno de los primeros programas para atacar la pobreza extrema en México, sobre todo la que afecta a los adultos de los 65 años y más.

La OCDE, 25 años más tarde  sostiene que la inequidad en México aumentó  en años recientes. Los ingresos del diez por ciento de la población más rica son ahora 30.5 veces mayores a los del diez por ciento de la población  más pobre. Es el México de la desigualdad, parafraseando nuevamente a la doctora Montes de Oca.

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Una investigación efectuada por la Universidad Iberoamericana, realizada por la doctora Mireya Vilar, difundida por la Cadena  Tres de  Televisión,  pronostica que en el 2050 uno de cada cuatro mexicanos o mexicanas tendrá más de 60 años.  Los retos para los gobiernos de México, sólo en políticas de salud para los Adultos Mayores, serán extraordinarios. Según esa investigación, actualmente 33 por ciento de los Adultos Mayores padecen diabetes, 58 por ciento hipertensión y uno de cada tres sufre de depresión, además de  obesidad,  desnutrición, enfermedades degenerativas, abandono  y maltrato en sus familias.

Los jóvenes de ahora serán los Adultos Mayores de 2050. El doctor José Alberto Rivera, en una audición de México Social en el Canal Once, sostenía que este hecho va más allá de un fenómeno demográfico.

Los Adultos Mayores en cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía y Estadística

  • Para el año 2015 habrá 15 millones de Adultos Mayores y para el 2050 sumarán 42 millones.

  • 53.42% de los Adultos Mayores mexicanos son mujeres.

  • Cinco de cada diez personas adultas mayores no trabajan por dedicarse a los quehaceres de su hogar y dos de cada diez están pensionadas.

  • El 9.92% de los Adultos Mayores en México está jubilado y el 19.16% de los Adultos Mayores son pensionados.

  • El 8.21% de los Adultos Mayores está incapacitado para trabajar por el resto de su vida.

  • El 25% de los Adultos Mayores en México se dedica a las actividades agrícolas, silvícolas y ganaderas, el 20.46% de los Adultos Mayores en México trabaja por cuenta propia y el 19.13% es comerciante

  • Según el INEGI 26 de cada 100 personas adultas mayores sufren algún tipo de discapacidad.

  • Asimismo, 8 de cada 10 personas adultas mayores ven vulnerados sus derechos sociales o en su ingreso.

  • El promedio de esperanza de vida en México de las personas adultas mayores es según el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) de 76 años cuando en los años 60 era de 62 años.

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