‘Mi padre murió como vivió, dentro de la legalidad’

‘Mi padre murió como vivió, dentro de la legalidad’

  • Ovidio González Correa se sometió a la primera eutanasia legal en Colombia.
  • “Mi papá hizo historia. Con su decisión, muchas personas con enfermedades terminales y que soportan intenso dolor podrán tener una muerte digna”, Julio César González
Foto: Daimler Naranjo Julio César González 'Matador' y su padre Ovidio, a la salida de Oncólogos de Occidente el jueves pasado.
Foto: Daimler Naranjo
Julio César González ‘Matador’ y su padre Ovidio, a la salida de Oncólogos de Occidente el jueves pasado.

Fernando UMAÑA MEJÍA, EL TIEMPO

Esta es una de las enseñanzas que le quedan a Diego de su padre, Ovidio González Correa, quien se sometió a la primera eutanasia legal en el país. El hombre de 79 años falleció este viernes a las 9:33 a. m.

Además de recordarlo como un hombre recto y honesto, Diego ahondó en que su padre dejó huella. “Mi papá hizo historia. Con su decisión, muchas personas con enfermedades terminales y que soportan intenso dolor podrán tener una muerte digna”, aseveró.

Ovidio González nació en Circasia (Quindío). Antes de radicarse en Pereira a los 20 años, vivió en Caicedonia (Valle del Cauca), donde conoció dos cosas que fueron claves en su vida: el oficio de la zapatería y el marxismo.

“Mi padre fue un hombre de izquierda, de ideas liberales. En Caicedonia, siendo muy joven, leyó El Capital (libro cumbre de Karl Marx), y desde entonces siempre fue coherente con ese pensamiento”, recordó Diego, quien es administrador ambiental.

Aunque solo estudió hasta tercero de primaria –añadió Diego–, Ovidio fue un gran lector y siempre se interesó por estar bien informado.

A Pereira, rememoró su hijo, Ovidio llegó con sus padres, sus hermanos y algunos sobrinos, y a todos los sacó adelante.

Fue empresario. Montó la fábrica de calzado Bianchi, que fue boyante hasta que el contrabando de zapato chino prácticamente la arruinó. Llegó a tener 20 operarios y con ese negocio les dio educación a sus cuatro hijos, Julio César, ‘Matador’, caricaturista de EL TIEMPO; Diego, Carlos Andrés, filósofo y Mauricio, ingeniero mecánico, que vive en Brasil.

A pesar de las dificultades y el gran recorte de personal que debió hacer en la fábrica, Ovidio la mantuvo a flote y se dedicó a la maquila. Estuvo al frente de la fábrica hasta hace cinco años, cuando el cáncer apareció en su boca. Como debieron extirparle parte del paladar y su cara se deformó, se retiró a una pequeña finca que tenía.

Allí estuvo muy activo. Ordeñaba vacas, alimentaba gallinas y cuidaba chivos. “Hasta comienzos de este año montó en el caballo que adoptó en el programa de la Alcaldía de Pereira de sustitución de carretillas. Era su gran amigo”, recordó Diego. En esos recorridos a caballo lo acompañaban los tres perros que recogió de las calles.

Ovidio González se casó con Alicia Quiceno, la mujer que siempre amó. A pesar de que él era agnóstico, casi ateo, y de que ella es una católica fervorosa, siempre vivieron felices y sacaron adelante a sus cuatro hijos.“Mi madre respetó la decisión (la eutanasia) de mi padre. Solo le pidió que le dejara despedirlo con un rito católico”, reveló Diego. Las exequias de don Ovidio serán este sábado en Pereira. Ya descansa en paz.

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