La Tercera Edad: tiempo personal para retomar metas y realizar proyectos

La Tercera Edad: tiempo personal para retomar metas y realizar proyectos

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Susana Sánchez

Los avances médicos, sociales y económicos que hoy vivimos como sociedad han roto el aislamiento y  la pasividad  que caracterizaba a los adultos mayores de las generaciones anteriores, la cultura de masas se ha encargado de divulgar las muchas maneras en que las personas de sesenta años en adelante, se reinventan a cada paso; nuevos conceptos como el envejecimiento saludable llegan a los adultos mayores de hoy, para que vivan mejor los diez o veinte años que la ciencia les ha regalado.

Ya cumplidas las obligaciones contraídas con los hijos y en el retiro laboral, los adultos mayores pueden y deben emprender nuevos proyectos, retomar metas postergadas con dinamismo, pasión y lucidez.

Alguien dijo, con toda  razón, que hay tiempo de siembra y tiempos de cosecha; tiempos de recibir y tiempos para dar. La necesaria socialización del adulto mayor le sitúa en ambos lugares afortunados: los tiempos  de la cosecha y los tiempos  de dar; ahora puede hacerlo: tienen experiencia y paciencia, adquirió seguridad y conocimientos.

Perdió fuerza, destreza y movilidad pero igual ha desarrollado otras capacidades que le abren un buen abanico de nuevas opciones que no significan grandes desembolsos: terminar o iniciar estudios, retomar pasatiempos y hobbies; hacer turismo local,  paseos, reuniones sociales y salidas grupales. Es muy común actualmente encontrar a adultos mayores en escuelas de artes y oficios, aprendiendo a hacer el vitral de sus sueños, la mesa exacta para los juegos de mesa, el sillón para la lectura.

Muchos adultos mayores se cansaron de preguntar a sus nietos cómo mandar un mail y toman cursos de computación y no son pocos los que  retoman su profesión  y se convierten en valiosos mentores de nuevas generaciones o bien se autoemplean, con una perspectiva distinta de su profesión original o en un campo laboral completamente nuevo.

Por motivos sociales, económicos y sobre todo humanos, los adultos mayores de la actualidad rechazan el antiguo concepto de la jubilación en donde sólo existía la pasividad del hogar, el aislamiento y el reposo.

Las personas de la Tercera Edad  superan los viejos clichés e imponen, sin saberlo, nuevos paradigmas, y el crecimiento demográfico de esta franja etaria obliga igualmente a un cambio social.

Jorge Tognolotti, docente de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), en Buenos Aires,  a cargo del programa Universidad para la Tercera Edad (UniTE), que se dicta en la Facultad de Ciencias Sociales, afirma que esta parte de la población “hoy cuenta con otra proyección y otras perspectivas”. “Pero más allá de eso, hay un cambio social”, advierte.

“Estos individuos quieren estar actualizados, tener conocimientos y saberes que no adquirieron en otro momento, compartir con otros de distintas edades -hijos o nietos- todo lo que tenga que ver con el ámbito tecnológico. Hacen uso de la tecnología en forma racional, ya que tienen sus grupos de Facebook, Twitter o email, algo que antes no se veía”, describe Tognolotti.

Y explica que las personas de la tercera edad “descubrieron que la vida no se termina en el momento de jubilarse, sino que pueden empezar a aprovechar ese tiempo ocioso que tienen en algo que los potencie como individuos”.

Según sostiene, algo muy frecuente en UniTE son los alumnos que buscan estudiar carreras como historia, psicología o arte cuando quizás su trayectoria profesional distó mucho de esos ámbitos. “Porque era una cuenta pendiente, algo que quizás toda la vida quisieron hacer y no pudieron. Que un hombre de 90 años hoy esté pensando en recibirse en el secundario es porque evidentemente algo cambió y eso nos pasa con el plan FINES”, destaca Tognolotti.

Estudios demográficos de varios países del mundo estiman que en 2050 habrá tantos adultos mayores como jóvenes, o incluso más, lo cual dejaría asentado también en números este fenómeno social.

“Una de las cosas que se ve es que se ha prolongado la vida, pero no tanto la calidad de vida de la gente mayor. Ocurre porque las familias, en general, no están preparadas para este crecimiento de personas longevas y no tienen lugar para el abuelo que se ha quedado solo”, advierte, por su parte, la investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Nélida Rodríguez Feijóo.

¿La sociedad está preparada para estos adultos mayores activos? “Comenzando por la infraestructura y los accesos, se puede decir que no estamos preparados, y con eso me refiero a rampas, señalizaciones, ascensores, barreras arquitectónicas que deben ser superadas”, afirma la doctora. “Hay muchos adultos mayores con ganas de hacer cosas y que están en silla de ruedas. Se manejan solos y quieren ir a tomar un café, pero si quieren ir al baño es imposible, porque los ponen en el sótano o arriba con una escalera y sin otra forma de poder acceder”, critica.

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Desde la Asociación de Docentes Jubiladas de Lomas de Zamora, Nelly Verdiny resalta que “es algo grandioso la participación de la tercera edad en la vida social y el entusiasmo con que se lleva adelante”.

“En la Asociación vemos cómo todo el bagaje de la experiencia docente durante tantos años funciona como un motor que ayuda a organizar y realizar cosas. Lo que cada una arrastra es lo que se lleva en el alma y lo que motiva a la acción”, expresa Verdiny y destaca que “es importantísimo estar activos y hacer cosas, física y espiritualmente”.

“Nunca es tarde”. “Viejos son los trapos”, “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”, son algunos refranes o frases hechas sobre la vejez que, no por mucho ser usadas, dejan de tener significado y valor.

Según menciona Tognolotti, en UniTE “hay gente de 60 años y mucha de 80 y tantos que se moviliza con bastón, pero son los primeros en venir”. “No faltan nunca y son los últimos en irse. Eso es una clara demostración de que nunca es tarde”, exclama.

En ese sentido, compara que 25 años atrás “no había una decisión de mantenerse activos, pero hoy eso se está rompiendo”. “Hoy dicen ‘yo no estoy para criar nietos nada más, puedo hacer muchas más cosas’”, asegura.

Un hecho llamativo que está ocurriendo desde hace dos años en UniTE es que muchos alumnos se acercan por prescripción médica. “Los especialistas piden a UniTE que se le haga un lugar en los cursos que esa persona desee porque ven que desde el punto de vista médico esa actividad puede beneficiarla, dando cuenta de la importancia de lo que es mantener activa la mente y todo lo vinculado a lo social”, sostiene el docente.

La psicóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Neuropsicología (SONEPSA) Fabiana Lucero recuerda el proverbio que dice: “El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años y el segundo mejor momento es ahora”.

“A lo largo de la vida las circunstancias y las prioridades de las personas van cambiando, y por eso muchas veces algo que nos hubiera gustado hacer a los veintitantos, se va postergando. Al pasar los años, con los hijos ya criados y el retiro laboral, se recuperan tiempos personales y esos proyectos pueden reflotarse o pueden surgir otros nuevos. Seguramente los objetivos no van a ser los mismos que años atrás, porque las necesidades son diferentes; por ejemplo estudiar cuando se es joven puede tener como objetivo mejorar las posibilidades laborales, pero una persona jubilada que elige estudiar, posiblemente tendrá otros objetivos”, explica Lucero.

También subraya que “llevar adelante proyectos facilita mantenerse activos y organizados, conocer gente y relacionarse socialmente, mantener la mente abierta y permeable al cambio y mejorar la autoestima”. “Esto se traduce en una mejor calidad de vida”, resume.

“Yo tengo expectativas en hacer un montón de cosas que siempre quise hacer y no pude por falta de tiempo, y ahora trato de hacerlas, aunque las mezclo con otras actividades, como por ejemplo cuidar a mis nietos”, comenta Verdiny.

Considera, asimismo, que “hoy se vive para disfrutar”. “Antes, por los quehaceres o por las actividades que uno realiza durante su vida, no puede dedicarse a hacer todo lo que quisiera y cuando uno llega a determinada edad, a jubilarse, tiene la posibilidad de disfrutar y de hacer lo que siempre quiso. Es el momento de dar rienda a las cuentas pendientes”, sostiene.

Como ella, son cada vez más los adultos mayores que comprenden que lo mejor de la vida no tiene por qué ser lo que ya pasó. Aunque con metas alcanzadas y un camino hecho, la tercera edad brinda la posibilidad única de realizar todo aquello que, quizás por falta de tiempo o muchas obligaciones, en algún momento se postergó. Como sociedad, la única obligación es impulsar a estos hombres y mujeres y facilitarles esta etapa de la vida para que sea atravesada de la mejor manera.

Por todo ello, el papel de gobiernos, organizaciones civiles e instituciones educativas es sumarse al dinamismo y comprender las necesidades de las personas adultas mayores o  de la Tercera Edad, crear sinergias de intercambio de servicios por experiencias; toda la sociedad saldrá beneficiada.

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