Hitler tomó decisiones erróneas a causa del mal de Parkinson que padecía

Hitler tomó decisiones erróneas a causa del mal de Parkinson que padecía

La revista especializada WorldNeurosurgery sugiere que acentuó su sociopatía

holocaust

Adolf Hitler fue sufrió la  enfermedad de Parkinson en la última década de su vida y es probable que este mal haya influido de manera muy importante en sus funciones cognitivas y, consecuentemente en la toma de decisiones.

Así lo presume la revista especializada World Neurosurgery  y sostiene que el Führer tuvo este padecimiento idiopático por causas genética o ambientales o una mezcla de ambas, latente toda su vida, pero fue a partir de 1933 -año en el que asumió el cargo de Canciller de Alemania- cuando se comenzó a manifestar de manera notoria.

La publicación teoriza que el Parkinson influyó en la toma de decisiones del dictador alemán, caracterizado por sus reacciones viscerales y cuestionables, además de moldearle  una personalidad inhumana y cruel debido a una sociopatía característica de su personalidad.

El trastorno de personalidad antisocial (TPA), a veces llamado sociopatía, es una patología psíquica, una enfermedad mental,  las personas que la padecen pierden la noción de la importancia de las normas sociales, como son las leyes y los derechos individuales. Si bien puede ser detectada a partir de los 18 años de edad, se estima que los síntomas y características vienen desarrollándose desde la infancia y adolescencia. Antes de los 15 años debe detectarse una sintomatología similar pero no tan acentuada, se trata del trastorno disocial de la personalidad.

Entre las características más comunes del TPA se encuentran la ausencia de empatía y remordimiento, es decir la imposibilidad de identificarse y ponerse en el lugar de las otras personas;  también tienen  una visión de la autoestima distorsionada, una constante búsqueda de nuevas sensaciones (que pueden llegar a extremos insólitos), la deshumanización de la víctima o incapacidad para sentirla como un ser vivo, con las mismas características que el sociópata.

Por ello  la satisfacción derivada del sufrimiento o sometimiento de la víctima es mayor que la capacidad del sociópata  de aceptar la norma, además de no sentir culpa o arrepentimiento por el daño causado a otros, tampoco hay   preocupación sobre las consecuencias.

El egocentrismo, la megalomanía, la falta de responsabilidad, la extroversión, el exceso de hedonismo, altos niveles de impulsividad, o la motivación por experimentar sensaciones de control y poder también son muy comunes.

En el caso de Hitler, estima World Neurosurgery,  su trastorno paranoide, caracterizado por sus arraigadas creencias antisemitas, influyó en su trato hacia los judíos y otros pueblos no germánicos”. “World Neurosurgery” concluye que esta “condición jugó un papel importante en su eventual decadencia política”.

Un ejemplo de las decisiones desacertadas del repudiado mandatario es cuando determinó atacar la URSS de manera prematura, sin el apoyo de refuerzos, todavía asumiendo una guerra contra el Reino Unido y sin tomar en cuenta las inclemencias del vasto territorio soviético que causaron una muerte inútil y perfectamente previsible a millones de soldados alemanes.

La revista no sostiene que este padecimiento afectara directamente con la decisión de aniquilar a los judíos, pero sí pudo agravar su carácter falto de empatía y, en consecuencia, de arrepentimiento.

Los efectos del Parkinson de Hitler fueron en incremento hasta 1945, cuando los temblores de su brazo izquierdo eran incontrolables y pereció en Berlín a causa de disparo en la cabeza junto a su esposa Eva Braun, toda vez que se enteró sobre el inminente asedio soviético sobre el territorio alemán

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