Conociendo más de la Enfermería Geriátrica con Rosa Martínez

Conociendo más de la Enfermería Geriátrica con Rosa Martínez

“Más del 30% de las personas de 65 y más años presenta algún nivel de discapacidad, de los que el 19% tiene algún grado de dependencia”

Rosa Martínez Sellarés

Rosa Martínez Sellarés es coordinadora asistencial de la residencia y centro de día para personas mayores de la Fundación Santa Eulalia de L´Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Es enfermera desde 1991 en uno de los primeros centros de día para ancianos de España (Fundación Santa Eulalia), socia de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG) desde ese mismo año y secretaria de esta sociedad desde 2008. También es docente de Enfermería en la Universidad de Barcelona. “Más del 30% de las personas de 65 y más años presenta algún nivel de discapacidad, de los que el 19% tiene algún grado de dependencia”.

Pregunta. ¿Cuáles son las competencias principales de una enfermera geriátrica? 

Respuesta. Las enfermeras geriátricas son responsables de la realización de su rol profesional desde las perspectivas asistencial, docente, investigadora y gestora así lo estipula y expone la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica,  en su documento técnico sobre competencias de la enfermera en las residencias de Personas Adultas Mayores,  independientemente de la tipología de éstas.

Ahora bien, la enfermera especialista en Enfermería Geriátrica ha adquirido unas competencias diferenciadoras, necesarias para el adecuado ejercicio de su profesión, en las siguientes áreas de conocimiento gerontológico: gerontología (experimental, clínica, psicológica y social), educación para la salud, marco legal y políticas sociosanitarias, bioética, investigación y gestión de cuidados y servicios gerontológicos.

¿Cuáles son los cuidados de Enfermería más frecuentes en la población mayor? ¿Qué enfermedades son las más recurrentes?

El envejecimiento de la población plantea nuevos retos que derivan de situaciones que se presentan en las personas mayores en porcentajes más elevados que en otros grupos de edad. La soledad, el aislamiento social, la pobreza, etc., son algunos de ellos, aunque serán los problemas de salud (circulatorios, respiratorios, tumores, traumatismos, incontinencia…) y la dependencia, los que se presenten con mayor prevalencia.

Haciendo referencia a los datos que maneja el IMSERSO, más del 30% de las personas de 65 y más años presenta algún nivel de discapacidad, de los que el 19% tiene algún grado de dependencia, cifras que con el crecimiento de la población mayor, previsiblemente, irán en aumento.

enfermería geriátrica 1

Por tanto, es necesario que cubramos estas necesidades allí donde se encuentra la Persona Adulta Mayor y con soluciones acordes a las necesidades reales que precise cada individuo, tanto en lo relativo a lo social como a lo sanitario. De ahí la importancia de una adecuada valoración y optimización de servicios y recursos que nos permita mantener a las personas de edad  sanas, independientes, autónomas  y en su domicilio, durante el mayor tiempo posible.

Fomentar la autonomía del paciente, así como incidir en la prevención son factores fundamentales para mejorar la calidad de vida de la Persona Adulta Mayor. ¿De qué manera se enseña e implica a estas personas en su propio cuidado?

Tal y como exponemos en un libro que hemos publicado con el título de Enfermería y Envejecimiento, las previsiones demográficas indican que en el año 2030 el porcentaje de la población mayor de 65 años sería más del 25% de la población total.

El aumento y el número de personas mayores no ha de implicar necesariamente más dependencia ni más enfermedad, ya que al mismo tiempo que aumenta la esperanza de vida también se puede producir una mejora del estado de salud y un retraso en la aparición de la morbilidad y dependencia.

Hasta hace un tiempo las medidas preventivas en materia de salud solamente estaban contempladas hacia poblaciones jóvenes. En la actualidad hay todo un abanico de actividades preventivas dirigidas a personas etarias a fin de favorecer una mejora en su salud.

En el envejecimiento, las personas con riesgo importante de perder la autonomía debido a la presencia de la comorbilidad son las personas que más se pueden beneficiar de las medidas preventivas como la detección precoz de su fragilidad, del tratamiento y de la rehabilitación con el fin de evitar o retrasar la presencia de un deterioro funcional y/o cognitivo,  disminuir la morbimortalidad y mantener o mejorar la sensación objetiva y  subjetiva de calidad de vida.

En esta etapa de la vida son aplicables las actividades de prevención de enfermedades cardiovasculares, endocrinas, infecciosas y cáncer que se recomiendan a la población adulta, especialmente el cribaje de cáncer de mama, el tratamiento de la hipertensión arterial (HTA), el abandono del tabaco, las vacunaciones (neumonía, gripe…), el ejercicio físico, el cribaje de osteoporosis en mujeres mayores de 65 y el cáncer de colon a mayores de 50 años.

¿Cuáles son los principales signos que alertan de la necesidad de la Persona Adulta Mayor de precisar un cuidador?

La necesidad del cuidador surge cuando una persona es incapaz de afrontar determinadas situaciones de su vida por sí sola, generalmente debido a una discapacidad funcional y/o psíquica que le obliga a depender de terceras personas. En el caso del adulto mayor , el cuidado se prolonga a lo largo del tiempo y, a medida que el paciente se va deteriorando y volviéndose más dependiente, se incrementa en cuanto a dedicación y complejidad.

cuidado geriatrico

Además, los síndromes geriátricos (SG) tienen una elevada prevalencia entre la población anciana y generan con frecuencia dependencia por incapacidad. Estos SG pueden ser causa o efecto de otros procesos y requieren la valoración e intervención de la enfermera geriátrica para prevenirlos, mantener el nivel de funcionalidad y evitar complicaciones. De entre los SG más relevantes cabe destacar: el síndrome de inmovilismo, caídas, incontinencia urinaria, síndrome confusional agudo, úlceras por presión y desnutrición.

En 2005 se aprobaron las especialidades en Enfermería, entre ellas, la de Enfermería Geriátrica, lo que supuso un importante reconocimiento de sus competencias. ¿Qué retos y metas tiene, a día de hoy, la especialidad?
La enfermera geriátrica es un actor indispensable en la atención a la complejidad de los cuidados dispensados a las personas adultas mayores y, en especial, a las que se encuentran en situación de dependencia. Este pilar esencial en el cuidado del colectivo de mayores tiene el reto diario de desarrollar para ellos  actuaciones seguras, eficaces y de forma eficiente.

El reconocimiento a esta labor, la potenciación del trabajo autónomo y colaborativo de la enfermera en el entorno gerontológico, el reconocimiento al desarrollo profesional y, por último, el desarrollo efectivo de la especialidad de Enfermería Geriátrica son puntos clave que permitirán optimizar servicios y recursos sociosanitarios.

Además de los estudios específicos a través de la especialidad, ¿de qué manera un profesional enfermero puede formarse en esta área enfermera?
El conocimiento y el desarrollo de competencias enfermeras en el ámbito de la Geriatría y la Gerontología han estado presentes en la Enfermería a lo largo del tiempo y especialmente desde que en 1977 entró en la universidad, al contemplar el plan de estudios una asignatura denominada Enfermería Geriátrica.

Paralelamente, y tal y como ha venido ocurriendo en los últimos años, la necesidad de la enfermera geriátrica de formarnos debidamente ha dado pie a diferentes fuentes de conocimiento:

  • Másteres, postgrados refrendados desde diversas universidades españolas (dirección y gestión de centros residenciales y otros recursos gerontológicos, gerontología social, investigación sociosanitaria, valoración e intervención en gerontología y geriatría…).
  • Portales y webs con amplia información y formación en geriatría, con cursos presenciales u online.
  • Revistas de Enfermería geronto-geriátrica.
  • Formaciones monotemáticas procedentes de la industria y referenciado profesionalmente (úlceras por presión, ley de dependencia, farmacia…).
  • Congresos y talleres, donde se pueden presentar experiencias científicas y confrontarlas con el resto de congresistas y ponentes, como es el caso de los congresos nacionales.

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