La turbulenta aparición del Segundo Sexo Simone de Beauvoir, 70 años después

La turbulenta aparición del Segundo Sexo Simone de Beauvoir, 70 años después

 

  • Al cumplirse en diciembre de 2019, los 70 años de la publicación de El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir, Diario T E, publica un valioso texto de Aline Rivera Maldonado, Candidata a Doctora por la Universidad de París, sobre este esta obra fundamental sobre el feminismo en esta hora de justas reivindicaciones para las mujeres mexicanas y latinoamericanas

 

Simone De Beauvoir

 

Aline Rivera Maldonado*.-Hace 70 años, la aparición de los dos volúmenes del Segundo Sexo generó un fuerte escándalo entre la opinión pública francesa y una ola de violentos ataques dirigidos no sólo al libro sino también a su autora. Aunque se vendió en miles de ejemplares, la obra fue tachada de indecente, de inmoral, de provocadora y fue censurada en la España franquista y prohibida por el Vaticano.

 

Las críticas provenían tanto del ala más conservadora como de la más progresista. Derecha e izquierda se rebelaban contra las palabras de Simone de Beauvoir. Escritores como Albert Camus llegaron a afirmar que el libro “deshonra[ba] al macho francés”. Y es que a pesar de que el Segundo Sexo es una obra filosófica monumental que intenta entender desde el existencialismo el porqué del lugar secundario que se le ha asignado a las mujeres en las sociedades occidentales; también termina por cuestionar la pretendida superioridad masculina y los privilegios que los hombres se han adjudicado y defienden como legítimos.

 

El Segundo Sexo pone también en tela de juicio que el único “destino” de las mujeres sea la maternidad, el matrimonio, el hogar y la sumisión; defendiendo abiertamente el derecho al aborto, a acceder a métodos anticonceptivos y a decidir libremente, como cualquier hombre lo haría, sobre su cuerpo y sobre su vida.

 

Foto: T E

 

Estas ideas escandalizaron a la sociedad francesa de 1949, ya que además de contradecir la visión predominante de la época, se publicaron en un momento en el que Francia y Europa salían de la segunda guerra y en el que se convocaba solemnemente a las mujeres a que “repoblaran” el país, dejaran sus empleos en las fábricas y regresaran a sus hogares para ocuparse exclusivamente de sus familias. El llamado a las mujeres a dar nacimiento a nuevos ciudadanos y trabajadores y a quedarse disciplinadamente en casa para asegurar su cuidado se presentaba no sólo como un camino inevitable sino, más aún, como una obligación para poder generar la nueva mano de obra que permitiría reconstruir una Europa devastada por la guerra y asegurar la supervivencia económica de los países en el nuevo contexto mundial. Todo ello, sin importar si las mujeres (o el resto de la población) estaban de acuerdo o no con la vía que la sociedad trazaba como única opción de vida.

 

La influencia latente de las ideas de Simone de Beauvoir

 

La influencia del Segundo Sexo se ha puesto de manifiesto en diversos planos y contextos y sus ideas perduran aún en el imaginario de todo espíritu crítico. Como lo afirmó Simone de Beauvoir en numerosas entrevistas, desde su publicación, miles de mujeres le escribieron para agradecerle por haberles permitido tomar conciencia de que las vidas y los destinos de los seres humanos no están predeterminados, y de que, por eso mismo, se pueden transformar en todo momento.

 

Foto: T E

 

En efecto, el Segundo Sexo afirma que la existencia y el camino de las mujeres (y podríamos decir, de todo ser humano) son un campo infinito de senderos por crear y no algo definido por las especificidades en las que nace una persona. Al hacer explicita esta capacidad de decidir sobre sus propias vidas, Simone de Beauvoir restituye a las mujeres un poder sin límites que las invita a tomar sus destinos en sus manos y a transformar las situaciones de subordinación, desigualdad y opresión que se les hayan impuesto limitando su libertad y sus derechos.

 

Como es bien sabido, y tal y como lo expresó la autora, la fórmula que resume con más precisión la idea central de la obra (y con la cual pasará a la historia), es: “No se nace mujer: se llega a serlo”. Lo cual significa para Beauvoir que la noción de feminidad es “fabricada”, que es un producto sociocultural y no una condición innata, “natural” o biológica–como es también el caso de la masculinidad–. De suerte que se alecciona a las niñas y a los niños desde su nacimiento para que más tarde se conviertan en un hombre o en una mujer y desempeñen roles sociales específicos, que pueden condicionar su porvenir y la posición que se les asigne en la sociedad.

 

Al explorar esta idea, la autora también constata que la desigualdad y otros fenómenos como la violencia que deben enfrentar las mujeres no son de orden “natural” o “biológico”, sino el producto de un trato social que tiende a utilizar como pretexto sus especificidades biológicas para posicionarlas injustificadamente en una situación de subordinación o inferioridad frente a los hombres. Por lo que estas situaciones pueden (y deben) ser transformadas.

 

Foto: T E

 

Si bien el propósito inicial del Segundo Sexo fue de corte estrictamente teórico-filosófico, sus postulados lo convirtieron en una de las obras fundadoras del feminismo occidental del siglo XX y todavía hoy sigue siendo uno de los libros más traducidos y leídos en el mundo.

 

En los años 60 y 70, la obra tuvo un auge considerable en diversas latitudes debido a que muchas de las jóvenes que participaron en los movimientos anti-sistémicos la retomaron y releyeron reapropiándose de sus ideas esenciales. Así, aunque muchas veces no sea explícito, el pensamiento de Beauvoir se convirtió en el estandarte de millones de mujeres que en ese tiempo se movilizaban en Europa y en Estados Unidos por el derecho al aborto y a decidir sobre sus vidas y destinos. Una lucha que por lo demás sigue siendo hoy de extrema actualidad e importancia en América latina.

 

De esta forma, el Segundo Sexo, sentó una parte de las bases ideológicas de los llamados feminismos de la “segunda ola” y de los movimientos que buscaban la transformación de la “condición femenina” y la emancipación de las mujeres en todos los ámbitos, así como los postulados que permitirían desarrollar ulteriormente el concepto de “género”, y los estudios en esta materia, que están en boga desde los años 70.

 

 

En la región latinoamericana esas ideas también tuvieron resonancia y fueron retomadas por una fracción del movimiento feminista, determinando incluso más tarde algunas de las estrategias y reivindicaciones que lograron imponerse en el ámbito internacional e institucional. Este ha sido el caso de la búsqueda de la igualdad entre mujeres y hombres, que desde los años 70 ha sido una constante en la agenda internacional en relación a las mujeres, sobre todo en el marco de las Naciones Unidas.

 

El compañerismo y la solidaridad poco analizados en El segundo sexo: El camino por andar

 

Un aspecto muy poco evocado y analizado del Segundo Sexo que queremos profundizar aquí es la idea del necesario compañerismo y de la solidaridad entre mujeres y hombres para poder transformar realmente el mundo en el que vivimos. En efecto, a lo largo de la obra, y particularmente en su conclusión final, Beauvoir lamenta la “guerra perpetua” que se ha instaurado entre hombres y mujeres y el hecho de que las mujeres no sean consideradas las “compañeras francas” de los hombres. Esto ha traído consigo la separación, la jerarquía y el desconocimiento “del otro”, fragmentando no sólo nuestras sociedades, comunidades y familias, sino incluso también nuestras propias subjetividades.

 

Por ello la autora denuncia con fuerza que frente a esta guerra entre los sexos “ni hombres ni mujeres están satisfechos”, y que aun cuando se intente sostener que esta disputa es una especie de “maldición” que no tendrá fin; el conflicto y la oposición entre mujeres y hombres no tiene ninguna razón de ser, por lo que, al igual que la opresión y la desigualdad, no se trata de un destino, ni de una fatalidad que no pueda sobrepasarse.

 

Para Simone de Beauvoir esta guerra desaparecerá en el momento en el que todos los seres humanos seamos considerados como semejantes, como iguales, en el momento en el que ninguno de nosotros tengamos que vivir de rodillas para que otros puedan detentar privilegios. Ya que, en palabras de la autora, “el hecho de ser un ser humano es infinitamente más importante que todas las singularidades que [puedan] distingu[irnos…Y, tal y como concluye el Segundo Sexo: Para] hacer triunfar el reino de la libertad [y de la armonía] en el seno del mundo establecido […] es necesario, […] que, por encima de sus [posibles] diferencias naturales, hombres y mujeres afirmen sin equívocos su fraternidad”. Desde nuestro punto de vista, la defensa que hace el Segundo Sexo de la “fraternidad” o, podríamos decir, del compañerismo entre los seres humanos, es hoy más que nunca de actualidad y, más aún, se erige como el camino fundamental a seguir para sobrepasar la crisis sin precedentes en la que estamos sumergidos.

 

 

Y es que, como lo han destacado también otras eminentes feministas de nuestro siglo, como es el caso de Silvia Federici, la única manera en la que las mujeres podremos vivir en plenitud será caminando de la mano con nuestros compañeros, en el respeto mutuo y en el amor incondicional. Ello, dejando atrás toda confrontación, división, jerarquización y violencia; afrontando juntxs a los verdaderos enemigos que están destruyendo nuestras familias, nuestras comunidades, nuestras vidas y nuestro planeta. Por lo que sólo en la unión, y no en la separación, en la violencia y en la guerra, podremos encontrar soluciones. Este es también el camino a seguir para superar la crisis climática y ecológica en la que estamos sumergidos y a la que hemos llegado debido a la disociación y a la jerarquización impuesta del mismo modo entre el humano y la “Naturaleza”.

 

Este ha sido también el mensaje de miles de mujeres indígenas que desde las comunidades y pueblos más remotos del mundo han alzado sus voces para recordarnos que todos somos un mismo ser: que somos un todo indisociable. Desde la cosmovisión indígena, que está hoy permitiendo defender con mayor ímpetu el planeta y la vida en el sentido más amplio, esto significa que somos un solo cuerpo-vivo, interconectado e interdependiente, que se compone tanto de hombres como de mujeres, pero también de otras especies animales y vegetales. Y un cuerpo necesita de todas sus partes y elementos para existir. Por lo que, al humillar, al menospreciar y al hacerle daño a una mujer, el hombre se está destruyendo a sí mismo; es el caso también de la destrucción de lo que hemos llamado “Naturaleza”, ya que, como lo afirma el Segundo Sexo, al estar en guerra contra “el otro”, estamos en realidad en guerra contra nosotros mismos.

 

Así, el vernos y reconocernos en “el otro” (ya sea un otro femenino o masculino, nacional o extranjero, blanco o del color de la tierra, humano o no humano), el cuidarnos entre nosotras, en un ejercicio de respeto y de compañerismo, es no sólo una estrategia de transformación social, sino que se trata de un acto necesario y urgente de supervivencia; no sólo de los seres humanos, sino del planeta en su totalidad. Y este es un legado poco explorado del Segundo Sexo, pero es del mismo modo el legado y el conocimiento ancestral de nuestros pueblos; y el recuperar hoy ese camino de unidad y de respeto recíproco se ha vuelto, hoy más que nunca, una cuestión de vida o muerte.

 

*Abogada por la UNAM, candidata a Doctora en Derechos humanos por la Universidad Paris Nanterre, Francia.

**Artículo publicado el 23 de diciembre de 2019

 

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