A las personas mayores les falta conocer sus derechos
A las personas mayores les falta conocer sus derechos
- Entre los problemas más frecuentes que están la falta de prestaciones para el cuidado de largo plazo; la falta de toma de conciencia sobre su realidad; la salud, las pensiones, la discriminación y el maltrato.
- Preocupación por el bajo acceso y el bajo monto de las jubilaciones o pensiones. No les permiten cubrir las necesidades más importantes de las personas mayores
Estos problemas han quedado evidenciados durante la cuarta Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento y Derechos de las Personas Mayores en América Latina y el Caribe, organizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Gobierno de Paraguay en el último fin de semana.
Esa Conferencia tuvo por objetivo principal examinar los logros en el cumplimiento de los compromisos asumidos por los países miembros de la CEPAL en la Carta de San José sobre los Derechos de las Personas Mayores de América Latina y el Caribe, adoptada durante la tercera Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento que se realizó en mayo de 2012 en Costa Rica.
Esa conferencia intergubernamental se realizó también en el marco del tercer ciclo de examen y evaluación del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento.
En esa Conferencia se advirtió que persiste la preocupación por el bajo acceso y el bajo monto de las jubilaciones o pensiones, que no permiten cubrir las necesidades más importantes de las personas mayores que, en muchos casos, son quienes aportan el ingreso principal del hogar.
Esa reunión permitió también identificar las acciones clave para ampliar la protección de los derechos de las personas mayores en los próximos cinco años, incluyendo aquellas que faciliten la implementación de la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores.
Durante la Conferencia, la CEPAL presentó el documento de posición Derechos de las personas mayores. Retos para la interdependencia y autonomía. El informe presentó un examen pormenorizado y elaborado de la discriminación y brechas de implementación de derechos en la vejez, que deben y pueden ser enfrentados con políticas y programas públicos.
El informe aborda también asuntos emergentes como el acceso al crédito, los cuidados paliativos al final de la vida y la muerte digna.
El documento llama a los países a la implementación de los instrumentos de derechos humanos existentes para revertir las tendencias y fortalecer las instituciones con la finalidad de que asuman responsabilidades crecientes y diversas. Junto con ello señala que es imprescindible abrir los espacios para ampliar la participación de las personas mayores en las cuestiones que les afectan.
De acuerdo al documento, el envejecimiento demográfico en América Latina y el Caribe será mucho más rápido que el registrado por los países actualmente desarrollados y las condiciones socioeconómicas estructurales de la región para enfrentarlo serán más limitadas no solo por los menores recursos sino también por la desigualdad con que estos se distribuyen.
Las proyecciones muestran que para el año 2060 el envejecimiento estará presente en todos los países de la región y 27 de los 33 países de América Latina y el Caribe presentarán una proporción más elevada de personas mayores que de niños menores de 15 años.
Según estimaciones de las Naciones Unidas, en 2017 hay en América Latina y el Caribe 76,3 millones de personas mayores, que representan el 11,8% de la población regional.
En 2030 esta población ascenderá a 121 millones y, de ese modo, representará al 17% de la población total de la región.
En 2060, en tanto, las personas mayores conformarán el 30% de la población regional y serán alrededor de 234 millones.
El informe observa un predominio femenino entre las personas mayores que se mantendrá en el mediano plazo: actualmente hay 122,7 mujeres mayores por 100 hombres.
Esta preeminencia, señala ese informe, se debe a la mayor sobrevivencia de las mujeres en edades más avanzadas, pero no es sinónimo de bienestar y oculta importantes desigualdades y desventajas, como la persistencia en las brechas de género en la percepción de los ingresos durante la vejez.