Adultos mayores, golpes y muertes

Adultos mayores, golpes y muertes

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Juan José SAGARDÍA

El Litoral de Santa Fe, Argentina

Desde hace bastante tiempo a esta parte, siempre hay alguna noticia de adultos mayores (jubilados o viejos como los llaman) que han sido ultrajados y violados sus domicilios. Por su parte, los delincuentes (que nunca se encuentran) actúan con una impunidad increíble, pero usando una violencia inusitada, llegando a la vejación de los ancianos y hasta su muerte.

Esto es lo que trasciende. De lo que no sabe es acerca del castigo a los delincuentes, si es que los detuvieron. Pensemos que, hace un año, encontraron a un fiscal federal muerto y aún no hay nadie detenido, ¿qué pueden interesarles, entonces, a la Justicia, a los poderes políticos unos viejos desconocidos?

Son simplemente personas, ciudadanos que trabajaron toda una vida y que generalmente no cobran grandes sumas de dinero, que viven encerrados y que, por lógicos descuidos de los mayores, por la impronta de la buena fe, los delincuentes aprovechan esos errores y los atacan.

De hecho que los poderes políticos y la Justicia deberán determinar las penas que les correspondan, que no podrán ser otras que la cárcel perpetua, y que deberá haber una cárcel especial fuera de los centros poblados.

La cárcel deberá estar en una zona despoblada, mínimo cien kilómetros del poblado más cercano, y también alojar a los vinculados con el narcotráfico.

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¿Qué podemos hacer los viejos? (lo digo por la forma en que nos tratan), ¿hacer huelgas, generar acampes, llorar para dar lástima?, ¿o podemos generar un poder de los adultos mayores, organizándonos?, y lo podríamos hacer a través de los centros de jubilados, de sus federaciones, que son las organizaciones más amplias que existen en el país.

Opino que las federaciones deberán reunirse a nivel nacional y tratar específicamente este tema de las muertes y golpizas que propinan a los adultos mayores y generar un reclamo al poder político y a los señores jueces.

A los adultos mayores les digo: reunámonos, organicémonos, y los poderes sabrán que somos siete millones de personas que podemos opinar y juzgar a quienes administran a los Estados provinciales y nacional.

Somos jubilados, somos viejos, pero somos personas dignas, capaces y hábiles.

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