El ‘cuchareo’ en el Sector Salud

El ‘cuchareo’ en el Sector Salud

  • El sistema de salud se encuentra rebasado por los casos de diabetes e hipertensión
  • El Sector Salud requiere de más presupuesto, no de menos

refrescos

Cecilia SOTO*

El Senado de la República puede y debe corregir el error de la Cámara de Diputados de aprobar la reducción a la mitad del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a las bebidas que contengan hasta cinco gramos de azúcar añadida por cada 100 mililitros;  junto con el grupo parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, PRD, voté en contra por dos razones:

Porque el sistema de salud se encuentra rebasado por los casos de diabetes e hipertensión y porque el Sector Salud requiere de más presupuesto, no de menos.

Como está demostrado, la obesidad es de los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de la diabetes y de la hipertensión. Y somos el país campeón mundial en sobrepeso y obesidad, en parte, porque también tenemos el primer lugar en consumo de azúcar per cápita. Es claro, pues, que junto con otras medidas que desincentiven el consumo de azúcar, hay que aumentar el IEPS no disminuirlo.

¿A quién se le ocurre reducir el presupuesto en salud y reducir las fuentes de impuestos que pueden impactar en ésta cuando el Estado no puede ni siquiera cumplir con las vacunas obligatorias para la niñez mexicana? Desde 2007 se reporta desabasto de vacunas. No hay suficientes vacunas pentavalentes ni contra la  hepatitis porque dependemos en exceso de las capacidades de unos cuantos proveedores. ¿No es hora ya de aumentar las capacidades de proveeduría de un insumo tan fundamental como las vacunas para nuestros niños? ¿No sería el esquema de Asociación Público Privada un esquema viable para este fin?

diabetes info

El Proyecto de Presupuesto 2016, enviado por la Secretaría de Hacienda, contempla una reducción de recursos para el sector salud de casi dos mil millones de pesos, calculado a partir de la reducción de enero de 2015, y cinco mil millones a partir del presupuesto aprobado en 2014. Una barbaridad cuando desde el punto de vista de la salud pública se enfrenta una probable tormenta perfecta: una epidemia de diabetes e hipertensión (que consume 80 por ciento de las consultas de primer nivel), el incumplimiento de las metas del Milenio de la ONU en la reducción de mortalidad materna, mortalidad infantil y de desnutrición y reducción de pobreza alimentaria; además, tenemos una epidemia de dengue y de chikungunya que satura los hospitales y las consultas en las regiones afectadas y, por si fuera poco, existe la amenaza de una próxima nueva ronda de AH1N1.

Para fines de 2013, México reportó 38.2 muertes maternas por cada 100 mil nacidos vivos. Para cumplir con los Objetivos del Milenio 2015, la meta nacional  es de 22.2 muertes maternas por cada 100 mil nacidos vivos. Leo con sorpresa en el informe a la 106 Asamblea General Ordinaria del Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS que, su director, José Antonio González Anaya, anuncia que México cumplió con esa meta.

Si se analizan las estadísticas históricas se podrá observar que nunca hay entre año y año una disminución radical de dicha tasa, al menos como la necesaria para reducir en dos años de 38.2 a 22.2 las muertes maternas. Para reducir la proporción entre muertes maternas y nacimientos intervienen aproximadamente 19 factores: nutrición de la madre, consultas prenatales, acceso hospitalario oportuno, etc.

De tal manera que sospecho que hay un ejercicio de cuchareo de las estadísticas combinado con un aumento exagerado en las cesáreas practicadas  en instituciones como el IMSS.

La Organización Mundial de la Salud estima que un indicador saludable de la proporción partos por vía vaginal/cesáreas es de 15 cesáreas por 100 partos. El promedio en México es de 25 cesáreas por 100 partos.

El promedio en el IMSS es de 40 cesáreas por 100 partos. Esta cifra tan alta, de nuevo, da lugar a sospechosismos: puede deberse a un mandato de disminuir el número de muertes maternas a como dé lugar. Lo que, por cierto, incentiva la corrupción de ginecólogos que desde su consulta privada “programan” cesáreas que realizan en el IMSS, ingresando a sus pacientes en urgencias y cobrando en sus consultorios privados.

Leo también en el informe del doctor González Anaya que su instituto ha cumplido con 95 por ciento del abasto de medicamentos y que invierte “más de cinco mil millones en infraestructura y equipamiento”. Pero tengo frente a mí a dos anestesiólogos: uno compra tres agujas espinales diariamente para poner la anestesia raquia porque en el Seguro le dicen que “no hay” y el otro decide esterilizar hasta 20 veces la misma aguja. ¿Podemos decir que hay abasto si los doctores se ven obligados a comprar/reusar su material de trabajo?

El IMSS no ha podido responder positivamente a la principal queja de los usuarios: el tiempo de espera para consultas y para procedimientos médicos. No hay suficientes especialistas ni tampoco médicos de primer contacto (urgenciólogos o familiares), ésta es la principal causa de demora en la atención.

Y el proceso actual para aumentar personal no es el adecuado: para contratar más médicos se requiere rebasar por varias semanas el promedio de 20 consultas por turno. Pero esto difícilmente se cumple porque los usuarios se alejan del IMSS ya que no pueden gastar horas en las salas de espera.

 Se van a las farmacias genéricas o a la consulta privada. Lo único que es seguro de las estadísticas del IMSS y del sector salud, es que, incluso con prácticas más eficientes del gasto, no les alcanza. Nos vemos en twitter: @ceciliasotog

cecilia soto

*Cecilia Soto es una feminista, política, analista política y ex diplomática mexicana; también, es ex candidata a la Presidencia de México por el Partido del Trabajo (PT) para las elecciones del 1994. Fue Diputada local de Sonora y Diputada federal por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), y embajadora de México en Brasil de 2000 a 2006. Hasta fines del 2014 se desempeñó como ejecutiva de Grupo Carso.[] Actualmente, es Diputada Federal plurinominal por el Partido de la Revolución Democrática.

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