El problema nacional que nos rodea y “está a la vuelta de la esquina”
El problema nacional que nos rodea y “está a la vuelta de la esquina”
- La desigualdad en México se ha mantenido y reproducido
- Ha cambiado de cara y de piel
- Momento privilegiado para llevar adelante una justicia social redistributiva
- Sólo 27.8 millones de mexicanos no viven en condiciones de pobreza y vulnerabilidad
La pobreza, “no puede ser soslayada; nos rodea, está a la vuelta de la esquina”. Con esta aseveración, Rolando Cordera Campos, uno de los economistas con la mayor visión sobre los problemas económicos, políticos y sociales del país concluyó una conferencia que dictó sobre “Economía y política en la cuarta transformación”, en la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia.
Este economista mexicano que fue de los primeros legisladores de izquierda en el Congreso advirtió que la desigualdad sigue siendo el problema central de México, en medio de un universo de millones de mexicanos empobrecidos.
Rolando Cordera advirtió de la desazón social, la caída en las expectativas, la pobreza masiva y el empobrecimiento que se han expresado en la informalidad, en trabajadores con contrato que también se ocupan como taxistas o venden ropa los fines de semana, entre otras estrategias familiares, para superar las carencias.
Muchos trabajadores mexicanos laboran en condiciones del siglo XIX, y otros con la más alta tecnología, como en la industria automotriz, aunque con salarios decimonónicos, dijo Cordera Campos entre otras aseveraciones.
Rolando Cordera Campos es profesor emérito de la Facultad de Economía de la institución de estudios superiores más importantes del país, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Para Cordera Campos las condiciones de desigualdad sólo pueden ser enfrentadas con una economía dinámica que cree empleos y las condiciones para que se distribuya el ingreso con criterios de justicia social y no sólo de mercado, y que vaya acompañada por una nueva oleada de expansión institucional.
El también doctor honoris causa por esa casa de estudios, la más antigua del país, señaló que la desigualdad en México se ha mantenido y reproducido; ha cambiado de cara y de piel, pero persiste en la distribución del ingreso y la riqueza, y en el acceso a oportunidades y bienes públicos prometidos por décadas de expansión institucional.
Expuso que estamos en un momento privilegiado, pero crucial y urgente, de generar un nuevo inventario de intereses arraigados en el compromiso de un pacto para llevar adelante la justicia social, que debe ser redistributiva.
Esto se logrará, añadió, con una política de salarios buena y sostenida, “como la que ya comenzó”; con el respeto a la nueva reforma laboral y la autonomía e independencia de la formación y acción de los sindicatos.
También dijo que estas condiciones de desigualdad se pueden cambiar con el incremento de la capacidad de gasto para lo social en dos niveles: en términos de monto de recursos, porque somos el país de América Latina que porcentualmente gasta menos en ese rubro, y de aumento sostenido del gasto en salud, educación, investigación científica y formación de cuadros de alto nivel.
Cordera Campos señaló que alrededor del 40 por ciento de los mexicanos son calificados como pobres por sus ingresos y accesos.
Alrededor de nueve millones viven en pobreza extrema, aunque la cifra se ha logrado reducir: llegó a ser de 12 o 15 millones hace poco, y sólo 27.8 millones de mexicanos (22.6 por ciento) no viven en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, sostuvo.
“A partir de los 80, cuando se hizo evidente para muchos y se decretó desde el poder que la expansión económica basada en la industrialización y en la inclusión social ya no funcionaba, nos volvimos una sociedad de ingresos bajos, acompañada de grandes capas de población pobre”.
Esta circunstancia se comprueba con el hecho de que en el año 2000, 15 por ciento de los ocupados recibían en promedio cinco salarios mínimos o más como ingreso por su trabajo; hoy es menos del 12 por ciento, subrayó.
“Ha aumentado el número de quienes perciben no más de tres salarios mínimos, y ha disminuido, porcentualmente al menos, el número de trabajadores que perciben cinco salarios mínimos o más”.
El panorama es de desigualdad aguda en la distribución de los ingresos, pero también en el acceso a bienes públicos fundamentales como la salud; bajos ingresos, en general; y un añadido que se suele perder de vista: bajo crecimiento de la economía, resaltó además.
“El crecimiento, insuficiente desde el punto de vista social, no genera las ocupaciones formales mínimamente necesarias para captar a los mexicanos que alcanzan la edad para trabajar”, señaló.
“Una combinación de mal crecimiento con mal empleo da lugar a que 50 y hasta 60 por ciento de los trabajadores desarrollen sus actividades en condiciones de informalidad”, citó el economista mexicano que ha dedicado su vida profesional a señalar el más grave problema social, político y económico del país.