La duración de la vida humana no tiene un límite conocido
La duración de la vida humana no tiene un límite conocido
- Los progresos tecnológicos y los avances médicos desempeñan un papel importante en la prolongación de la vida humana
La duración de la vida humana no tiene un límite conocido, ya que estadísticamente no hay indicios de que la extensión de la vida humana vaya a detenerse y la edad a la que la gente consigue vivir continuará aumentando debido a los progresos tecnológicos y los avances médicos. Es falso que el límite esté en los 115 años, como señaló una investigación anterior.
Investigadores de la Universidad McGill en Canadá han determinado que el ser humano no ha alcanzado todavía la duración máxima de la vida, y que no puede establecerse científicamente que el cuerpo humano pueda vivir una cantidad determinada de años, según explican en un artículo publicado en Nature.
Esta investigación contradice otra anterior, publicada también en Nature el año pasado por científicos norteamericanos, para quienes la duración máxima de la vida de una persona era de 115 años.
Los investigadores canadienses han llegado a esta conclusión después de documentarse con la Human Mortality Database, la misma base de datos que habían empleado sus colegas norteamericanos. La Human Mortality Database reúne información de casi 40 países, incluidos Estados Unidos, Francia y Japón, sobre la esperanza de vida de sus respectivas poblaciones.
Estadísticamente, señalan los investigadores canadienses, no hay indicios de que la extensión de la vida humana vaya a detenerse. Por lo que se sabe, añaden, la edad a la que la gente consigue vivir continuará aumentando.
Los investigadores señalan que basta observar la evolución de la duración de la vida humana durante los últimos tres siglos para comprobar que el ser humano vive cada vez más tiempo y que esta tendencia se aceleró significativamente en el siglo XX.
Añaden que el aumento de la esperanza de vida es una constante y que se aplica a todo el mundo, aunque está mejor implementada y documentada en los países más desarrollados. Consideran que los progresos tecnológicos y los avances médicos desempeñan un papel importante en la prolongación de la vida humana, ya que mientras más se ha industrializado la vida, mejor se ha controlado el medio ambiente a través de la higiene, la climatización y las vacunas. También el trabajo se ha vuelto físicamente menos exigente.
En su estudio, los investigadores han analizado la esperanza de vida sin tener en cuenta el país de residencia ni el contexto socioeconómico de los supercentenarios, así como tampoco la distinción entre hombres y mujeres.
Destacan asimismo que las personas que hoy han alcanzado los 117 años, como la jamaicana Violeta Brown, han vivido la mayor parte de sus vidas sin el confort y las tecnologías del siglo XXI.
Habrá que esperar la duración de la vida de las personas que hoy tienen 10 años de edad para determinar si el impacto del control del medio ambiente provoca un aumento significativo de la duración de la vida, si bien reconoce que esta prolongación de la vida no podrá conseguirse sin los problemas de salud asociados al envejecimiento.
Límite desconocido
Según uno de los investigadores, Siegfried Hekimi, sencillamente no sabemos el límite de la edad humana y de los datos estadísticos analizados sólo se desprende que la esperanza de vida puede aumentar mucho tiempo.
“Sabemos que la esperanza de vida media está lejos de ser estática”, explica Hekimi en un comunicado de su universidad. “Un niño nacido en Canadá en los años 20 del siglo pasado podía esperar vivir 60 años; en los años 80 podía vivir 76 años y hoy su esperanza de vida es de 80 años. La esperanza de vida máxima parece seguir la misma tendencia”.
Concluye que es imposible predecir la evolución de la esperanza de vida en los humanos. Hace 300 años la gente moría en la flor de la vida. Decirle a una persona de esa época que algún día las personas podrían cumplir 100 años, seguramente reaccionaría diciendo que era imposible.
Lo mismo podría pasarnos a nosotros en la actualidad con nuestra esperanza de vida en los 80 años y con supercentenarios que han llegado a vivir hasta 122 años, como la francesa Jeanne Calment, fallecida en 1997 y que ostenta en la actualidad el récord de longevidad.