Mario Molina, activista en política de la ciencia
Mario Molina, activista en política de la ciencia
Su curiosidad científica propició una mejor comprensión de la química atmosférica y produjo un profundo impacto en la conciencia ecológica de todo el mundo.
El 19 de marzo de 1943, nació en la CDMX el ingeniero químico mexicano José Mario Molina Pasquel y Henríquez, quien es un ingeniero químico mexicano destacado por ser uno de los descubridores de las causas del agujero de ozono antártico. Fue correceptor junto con Paul J. Crutzen y F. Sherwood Rowland del Premio Nobel de Química de 1995 por su papel para la dilucidación de la amenaza a la capa de ozono de la Tierra por parte de los gases clorofluorocarbonos (CFC), convirtiéndose en el primer ciudadano mexicano en recibir el Premio Nobel de Química.
Sus investigaciones y publicaciones sobre el tema condujeron al Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas, el primer tratado internacional que ha enfrentado con efectividad un problema ambiental de escala global y de origen antropogénico, por ello se le reconoce como un mexicano universal.
Ha realizado diversas investigaciones en el ámbito de la química ambiental sobre el problema de la contaminación En 1974, Rowland y Molina daban cuenta de los resultados de sus investigaciones en un artículo publicado en la revista Nature, en las que advertían sobre la creciente amenaza que el uso de los gases CFC suponía para la capa de ozono, aviso que en aquel momento fue criticado y considerado exagerado por un sector de investigadores.
Sin embargo, la tenacidad y el convencimiento que depositaron en sus propias teorías conquistó las mentes más incrédulas. Tras arduas deliberaciones Molina y Rowland consiguieron la aprobación a sus tesis en encuentros científicos internacionales y estuvieron presentes en las reuniones en las que se fijaron los parámetros de control que debía hacer cada país en la emisión de gases CFC.
En 1989 Mario Molina trabajó en el Departamento de Ciencias Atmosféricas, Planetarias y de la Tierra del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) como investigador y profesor. Y en 1994 su trabajo le brindó otro reconocimiento, en este caso del presidente de Estados Unidos, que le nombró miembro del comité que le asesora sobre asuntos de ciencia y tecnología, al que pertenecen 18 científicos de gran renombre.
El punto culminante de su trayectoria de trabajo y perseverancia en su preocupación por un problema que afecta a todo el planeta llegó el 11 de octubre de 1995. Mario Molina recibió junto con Sherwood Rowland el Premio Nobel de Química por ser los pioneros en establecer la relación entre el agujero de ozono y los compuestos de cloro y bromuro en la estratosfera. El galardón también se concedió al holandés Crutzen, del Instituto Max-Planck de Química de Mainz (Alemania), quien halló en 1970 que los gases contaminantes tienen un efecto destructor en esa capa, sin descomponerse.
El 4 de diciembre de 1995, Molina, Rowland y Crutzen fueron premiados además por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) por su contribución a la protección de la capa de ozono.
Molina posee también los premios Tyler (1983) y Essekeb (1987) que conceden la American Chemical Society y el Newcomb-Cleveland de la Asociación Estadunidense para el Avance de la Ciencia (1987) por un artículo publicado en la revista Science que explicaba sus trabajos sobre la química del agujero de ozono en la Antártida y también recibió la medalla de la National Aeronautics and Space Administration, NASA, en 1989, como un reconocimiento a sus logros científicos.
Mario Molina ha señalado en alguna ocasión que cuando eligió el proyecto de investigar el destino de los CFC en la atmósfera lo hizo simplemente por curiosidad científica. No consideró las consecuencias que conllevarían sus estudios, pero cuando se dio cuenta de la envergadura de su descubrimiento se sintió sobrecogido, porque su aporte no sólo ha contribuido a la comprensión de la química atmosférica, sino que además ha supuesto un profundo impacto en la conciencia ecológica de todo el mundo. Actualmente el doctor Mario Molina es una gente grande: un activista en política de la ciencia.
Cortesía de A hombros de gigantes. Ciencia y tecnología:
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