Rina Lazo, mujer de pasiones
Rina Lazo, mujer de pasiones
Maysa MOYA
Dos pasiones caracterizan la vida de Rina Lazo: la libertad y la pintura. Ya desde su infancia y juventud se ve inmersa en los conflictos armados que sacudieron a su patria de nacimiento, Guatemala, durante los eventos que culminarían en la Revolución de Octubre de 1944, paralelamente a su ingreso en la Academia Nacional de Bellas Artes de la Universidad de San Carlos; en este contexto de lucha por la libertad se da su primera participación y recibe su primer reconocimiento al cartel conmemorativo de ese movimiento, llamado por la joven pintora Caminos de Libertad; un título premonitorio de los ejes que marcarían su trayectoria personal y su obra artística.
Otro reconocimiento a su talento propiciaría la feliz circunstancia de su residencia en México, su segunda patria a la que ha dado lo mejor de su vida y de su obra, al obtener en 1945, una beca para continuar sus estudios de artes plásticas en la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda de la capital mexicana y en donde su talento pictórico y su compromiso social la acercaron a los grandes artistas del muralismo mexicano, especialmente al maestro Diego Rivera con quien trabajó en el mural del Hotel Del Prado, pintando Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. Allí, frente al muro, rememora Rina Lazo, conocí el procedimiento de la pintura al fresco, técnica muy antigua que fue utilizada por los pintores mayas para decorar sus templos y vasijas; recibí enseñanzas de composición y, al colocar color, coincidí con los trazos impresionistas que Rivera conservó de su paso por la plástica europea.
También colaboró con el maestro en la decoración del Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria, en el decorado del cárcamo del Río Lerma y en la obra mural del Hospital La Raza; en el estudio de Rivera en San Ángel trabaja en el cuadro mural al temple La gloriosa victoria donde el maestro la retrata. Con emoción y gratitud Rina Lazo expresa: “Diez años estuve cerca del maestro, ésa fue mi mejor enseñanza: me enseñó a pintar y a vivir.”
Sobre Rina Lazo, alumna predilecta y destacada del maestro Diego, éste escribió: es la mejor de mis ayudantes, pinta con una ductilidad tal que -sobre la obra- yo no podría distinguir mi propia pincelada.
Marcada por los acontecimientos históricos de su pueblo en la lucha por su libertad y sus derechos, así como por la vocación humanista y de servicio de su padre, Arturo Lazo Midence, médico de profesión, Rina Lazo no ha podido, no ha querido conformarse con la idea de un arte puramente decorativo; ha buscado y conseguido penetrar en el aspecto humano del arte: el hombre y sus problemas y sentimientos en el mundo que nos rodea, y lo ha expresado en un estilo de vida de permanente participación social a través de su pintura en la que se reconoce una estructura formal de composición, estilo y trazo enraizada en las culturas prehispánicas, tanto así que en 1965 ganó el concurso para hacer la réplica de los murales de Bonampak, en esta mítica ciudad maya enclavada en la selva de Chiapas.
Fue ésta una tarea de rescate histórico y cultural invaluable para el pueblo de México que realizó en una selva que para aquellos años era una región completamente aislada y en donde el grupo lacandón más cercano, Lacanjá, estaba a diez kilómetros de distancia a través de veredas que los indígenas abrían con sus machetes. Durante mes y medio Rina Lazo calcó los dibujos, siguieron después meses de investigación sobre pigmentos, colores y formas; consiguió los ingredientes naturales de la región para elaborar los pigmentos originales de la obra , recreó tanto la técnica como los colores exactos usados por los mayas; estos colores, recuperados por ella para la actualidad, fueron bautizados como “amarillo de Bonampak “ y “tierra de Tenosique” Tras casi dos años de convivencia con alacranes, hormigas marabuntas, tarántulas, tigres y saraguatos, en condiciones difíciles y precarias, Rina Lazo termina las reproducciones de los murales de Bonampak con una fidelidad que fue y sigue siendo reconocida por todos los que conocen y admiran la grandiosa obra del arte maya.
En el importante aspecto didáctico de su obra Rina Lazo compartió la singular experiencia de su trabajo en Bonampak montando la exposición Cómo se pinta un mural, en la que exhibió sus calcas y dibujos, llevándola también a las escuelas. Fue invitada a reproducir estos frescos en la estación Bellas Artes del Sistema de Transporte Colectivo, Metro de la Ciudad de México, en donde se conservan en magníficas condiciones, lo que demuestra, afirma Rina Lazo, la sensibilidad y respeto por las obras de arte de los millones de mexicanos usuarios de ese servicio.