Una octogenaria que causó lágrimas, emociones y larguísimos aplausos

Una octogenaria que causó lágrimas, emociones y larguísimos aplausos

Celebró la OFUNAM el ochenta aniversario de su fundación.

Bojan Sudjic, el director yugoslavo de orquesta que regaló el Huapango de Moncayo y  bailó con el Danzón 2 de Arturo Márquez

Foto: T E
Bojan Sudjic, el director yugoslavo de orquesta que regaló el Huapango de Moncayo y bailó con el Danzón 2 de Arturo Márquez Foto: T E

Fue un prolongado mediodía de Domingo, de inicio de Primavera, con derrames prolongados de lágrimas y emociones desatadas a flor de piel, en una Sala Netzahualcóyotl llena de un público festivo, lúdico, explosivo, ruidoso,  generoso en larguísimos aplausos, en un concierto de gala por el ochenta aniversario de la fundación de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM), que inició sus presentaciones en el auditorio Simón Bolívar de la Escuela Preparatoria en 1936.

“Gracias Arturo”, se escuchó decir en la sala Netzahualcóyotl, un grito aislado que celebró un auditorio que había escuchado a una orquesta sinfónica dirigida por el alegre y entusiasmado  director huésped yugoslavo Bojan Sudjic, quien al ritmo del Danzón Número 2 de Arturo Márquez, dirigía su batuta y movía todo su cuerpo.

En las graderías no faltaron jóvenes que llevaban el ritmo del famoso danzón de Márquez, quien a un lado del atril del director Sudjic,  recibió larguísimos aplausos de un público que se desahogaba en gritos y chiflidos en un culto y emocionado homenaje a una música cadenciosa que hace respirar  el corazón del pueblo danzonero y nutre los salones de baile populares.

Habían terminado las solemnidades después de escuchar la suavidad y frescura de la Obertura académica festiva op.80 de Johannes Brahms, y la sublimidad y nostalgia melancólica del Concierto para violín y orquesta número I en sol menor, opus 26 de Max Bruch, con el violín extraordinario de Vadim Repin, un solista nacido en Siberia.

Las emociones desatadas se abrieron de capa en el público después de que se escuchó la obra “Ríos y vertientes”, del compositor mexicano Samuel Zyman, una composición dedicada a la (OFUNAM), una obra con la que se arrancó el júbilo de amigos rituales de la orquesta universitaria, de un público formado por personas adultas mayores, familias completas, académicos, gente que sigue semana a semana el culto a la música de la orquesta universitaria en el espléndido escenario de la Sala Netzahualcóyotl, una orquesta que nació  de la iniciativa del presidente Cárdenas hace ocho décadas.

Foto: T E
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“Ríos y vertientes”, obra soberbia de la música mexicana. Su autor, Samuel Zyman, recibió los cálidos abrazos de su público al concluir el concierto, un público ansioso de que en sus programas de mano se inscribiera la firma del músico nacido en el Distrito Federal en 1956.

Sólo faltó Arturo, un buen número de sus entusiasmados fans esperaba que también recibiera en su honor el culto de la firma en los programas de mano de un concierto que para uno de los asistentes al concierto de gala de la OFUNAM, fue histórico al ver la sala completamente llena de ese público educado y a la vez irreverente.

Era ese público entregado a la música al demandar con más y más aplausos que el violinista venido de la lejana Siberia les regalara más y más sonidos salidos de las cuerdas de su violín.

Sin embargo, Arturo, el genial compositor de ese danzón,  estuvo ausente de su público, en una zona exclusiva, vedada al público en general, donde funcionarios universitarios y miembros de la sociedad de Amigos de la orquesta, se lo llevaron a un convite “privado”.

Otro regalo llegó después del Danzón Número 2 de Márquez y de sus “Goyas” compuestas en ocasión del centenario de la fundación de la Universidad Nacional en 2010. Bojan Sudjic regaló a su público completamente entregado, el Huapango de Moncayo, el himno de la música nacionalista del pueblo mexicano,  y otro ensordecedor episodio de largos aplausos sucedió acompañado de festivos gritos que terminó por derramar las emociones en la sala Netzahualcóyotl.

Foto: T E
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Esa prolongada fiesta de la música para conmemorar los ochenta años de la OFUNAM terminó con un regalo final: “Las mañanitas” que todo el público le cantó junto con su orquesta a la oboista Araceli Real Fierros, egresada de la Escuela de Música de la Ollin Yolistli, docente de la Escuela “Vida y Movimiento” y en el Programa Nacional de Coros y Orquestas Juveniles de México,  una escuela de músicos capitalina que ha sido ninguneada a lo largo de varios años.

El director nacido en Belgrado, la capital de lo que fue la antigua Yugoslavia, rubricó el cumpleaños de la oboísta al entregarle un ramo de flores, que provocó otro festivo rumos de voces en esa Sala Netzahualcóyotl, asiento de la orquesta más antigua de México, con la que Radio UNAM inició sus transmisiones en 1937.

Ochenta años de la OFUNAM, la orquesta que surgió de la batuta nacionalista y popular de Lázaro Cárdenas, quien transformó una orquesta de estudiantes y maestros de música de la Universidad Nacional Autónoma de México en la Orquesta Sinfónica de la UNAM, después convertida en la Filarmónica de nuestros días.

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