La nueva ciudadanía de la CDMX prefería los tamales a los discursos

La nueva ciudadanía de la CDMX prefería los tamales a los discursos

 

  • Celebran en el Zócalo la Primera Feria del Tamal. Adquieren los habitantes de la capital derechos a la ciudad, a la salud, al agua, a la renta básica, a un sistema de planeación de la democracia, dijo Muñoz Ledo

 

En el Día de la Candelaria, cuando el sol empezó a calar en algunas miles de cabecitas blancas, algunas, y otras con menos pelo, calvitas, en la explanada del Zócalo de la Ciudad de México, donde se celebraba la Primera Feria del Tamal, Porfirio Muñoz Ledo, entendió que la inquieta raza que empezó a chiflar, prefería los tamales a los discursos por más que el viejo y experimentado político mexicano de 82 años les hacía ver que habían dejado de ser ciudadanos y ciudadanas de segunda en la enorme urbe de nueve millones de habitantes que tiene su origen en 1521.

 

“Ciudadanos, ciudadanas”, les decía Muñoz Ledo a través de un potente micrófono que se escuchaba en toda la plaza. El político que había sido secretario de Estado en la era del PRI que comulgaba con la ideología de la Revolución Mexicana antes que México arribara a la era del neoliberalismo económico, parecía haberse transportado, en un fugaz túnel del tiempo, a las asambleas de la Revolución Francesa que encabezaban Robespierre y Dantón en 1789.

 

 

Muñoz Ledo sabía a esa hora, pasadas las once de la mañana, que la muchedumbre esperaba ansiosamente los tamales y el atole que prepararon minuciosamente las experimentadas cocineras de los comedores comunitarios de la capital mexicana, que ofrecen las raciones alimenticias más económicas de la gran urbe, a diez pesos en distintas zonas populares de la capital.

 

Ya el secretario de Desarrollo Social, José Ramón Amieva Gálvez, que antecedió en los discursos al político que formó parte de los cien constituyentes que redactaron la primera Constitución de la capital mexicana, había prometido que ese precio se mantendrá a pesar de que se registre un aumento de los alimentos.

 

Esta vez, los tamales, el atole eran gratis, decenas de comensales convocados a la Primera Fila del Tamal, hacían ya largas colas antes de que terminaran los discursos de Muñoz Ledo, la secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, del secretario de Desarrollo Social, y se entregaran los tres premios a las ganadoras de esa Feria, autoras de esos suculentos tamales, hechos con diferentes productos con una base alimenticia que tienen origen en el prehispánico maíz.

 

Los premios fueron anunciados: El primer lugar, con un premio de 20 mil pesos, fue para la señora Nicasia Rosales quien elaboró un tamal a base de maíz, hierba santa, soyo, manteca, picadillo, chile guajillo y chile ancho.

 

La señora Nicasia, de 56 años, con solamente estudios de primaria, quien labora como trabajadora del hogar tres días a la semana por un salario diario de 250 pesos, sin ninguna prestación, madre de dos hijas, su esposo es ayudante de mecánico, vecina de la delegación Magdalena Contreras, se sorprendió ganar el primer lugar. No cabía de la felicidad haber obtenido 20 mil pesos. El gusto por hacer tamales lo adquirió de su madre, de 82 años originaria de San Luis Potosí. Antes vendía tamales, pero ya se siente cansada, toda su vida ha trabajado pasa sacar adelante a su familia.

El segundo lugar, de 15 mil pesos, fue para Susana Luna González, quien utilizó chapulines, chiles secos, champiñones, quesillo, ajonjolí, cacahuate, aceite de oliva, manteca, jamaica y hierba de conejo. Y el tercer lugar, de 10 mil pesos, lo obtuvo María Olivia López por preparar un tamal con harina de maíz, manteca, agua, mermelada y tejocote en trozo.

 

 

Si compitieran los discursos con los tamales, ganarían los discursos, aceptaba tácitamente Muñoz Ledo, al recalcar los derechos adquiridos, a la salud, a la educación, al agua, a un sistema de planeación de la democracia, a una renta, con la Constitución de la Ciudad de México que apenas antes de concluir el primer mes de 2017, fue anunciada por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera que en esos momentos se encontraba en la Ciudad de los Ángeles con el propósito de establecer alianzas para defender a los trabajadores mexicanos indocumentados que laboran en los Estados Unidos.

 

Muñoz Ledo sugirió una intensa campaña de difusión de los derechos adquiridos por la nueva ciudadanía capitalina de una Constitución que será publicada el próximo cinco de febrero en el centenario de la Constitución Mexicana promulgada en 1917 por los constitucionalistas que vencieron en la lucha armada de la Revolución Mexicana, la primera del siglo XX en el mundo.

 

Muñoz Ledo dijo estar seguro de que la primera Constitución de la capital mexicana repercutirá en los habitantes de todo el país. “De ahí el miedo, vamos a lograr un cambio en la vida de los habitantes de la Ciudad de México”, dijo el viejo político mexicano que dejó el PRI en 1987, cuando el país dio un completo giro hacia la economía neoliberal y el Estado rector dejó de serlo en la vida del país, un cambio de modelo que no logró resolver la profundas desigualdades sociales en México.

 

En cada una de las carpas armadas donde se instalaron las 63 concursantes que participaron en el Concurso para premiar a los mejores tamales, juzgados por 12 expertos chefs, mujeres y hombres de distintas edades, algunos de ellos con la miseria a flor de piel, ansiaban ya el reparto de los tamales y el atole.

 

El secretario de Desarrollo Social, José Ramón Amieva Gálvez, justificaba la ausencia del Jefe de Gobierno. “El doctor Mancera se encuentra en Estados Unidos, no solamente refrendando el compromiso de las ciudades, como es esta Ciudad de México, de convertirse en ciudades santuario para las y los migrantes”, decía el servidor público.

 

Destacaba que Mancera Espinosa se encontraba en la Ciudad de Los Ángeles “ejerciendo una defensa de los migrantes allá en Estados Unidos, de sus derechos, de su respeto a la integridad humana y del valor que como mexicanas, que como mexicanos tienen en Estados Unidos y segundo, llevando un mensaje de parte de las autoridades, del Gobierno de la Ciudad, de los poderes de la ciudad, pero sobre todo de toda de toda su gente para decir que aquí damos la bienvenida a los migrantes”.

 

 

Aun estando lejos de la capital, Mancera Espinosa había encomendado al secretario Amieva Gálvez, que en esa mañana del 2 de febrero de 2017, ninguna persona se quedara sin un tamal, por lo que fueron repartidos entre esa raza que chiflaba de repente pidiendo tamales y no más discursos, veinte mil tamales con su respectivo vaso de atole.

 

Así el ciudadano Mancera Espinosa, quien se había sacado uno de esos muñequitos de “Niño Dios” en la partida de la rosca de Reyes, el seis de enero pasado, cumplía con su compromiso de compartir tamales y atole, esa promesa ineludible de cada Día de La Candelaria que para los mexicanos se ha convertido en una cuestión de honor.

 

De verdad, el tamal es un alimento que a toda Latinoamérica, desde la raíz mesoamericana, nos ha permeado, es un alimento que no solamente nos da identidad, nos da riqueza cultural, nos da riqueza alimentaria, había destacado en su discurso el secretario José Ramón Amieva Gálvez, quien aún en muletas tras sufrir un percance vial al ser víctima de una moto, estuvo en la plaza del Zócalo a cumplir con la promesa del Jefe de Gobierno.

Muñoz Ledo contemplaba esa multitud que había preferido entrarle a los tamales y dejar a un lado los discursos. JLCL.

 

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