Los sismos no son predecibles, habitamos una zona altamente sísmica

Los sismos no son predecibles, habitamos una zona altamente sísmica

  • Instan expertos universitarios a no hacer caso a mensajes alarmistas que circulan en redes sociales.
  • México está en una región sísmica, en donde convergen las placas de Cocos y Norteamericana, lo que provoca constantemente estos fenómenos, la gran mayoría de ellos sin consecuencias.
  • Durante 2016 se registraron 15 mil 400 temblores, lo que habla de la sismicidad en el país. La recomendación a la población es estar atenta.

El sábado 9 de septiembre, en uno de los salones de la Facultad de Derecho en Ciudad Universitaria, una alumna del sistema abierto de esa institución educativa de la Universidad Nacional Autónoma de México, aún sentía el terror que le infundió el terremoto de 8.2 grados,  cerca de la media noche, entre el 7 y 8 de septiembre de 2017. Esta estudiante de Derecho reside en uno de los edificios de la Unidad Nonoalco Tlaltelolco, una de las zonas más castigadas por el terremoto de septiembre de 1985.

Decía esta joven estudiante de Derecho, aún con los sentimientos de miedo en su rostro, que el edificio que habita se quedó sin energía eléctrica, se rompieron las redes de abasto de gas, los cuadros se movían de un lado a otro junto con las lámparas. Trató de ponerse a salvo con sus hijas, pero no le daba tiempos de bajar las escaleras. Tuvo que soportar el sonido del edificio que parecía tronarse.

Esta joven Melissa, fue una de las capitalinas que sufrieron el impacto emocional del terremoto, pero a diferencia del sismo ocurrido el 19 de septiembre después de las siete de la mañana, en Nonoalco- Tlaltelolco, una unidad habitacional construido por el arquitecto Mario Pani, una zona habitacional que llegó a ser el emblema arquitectónico  de la modernidad mexicana en 1962, del pasado siglo XX, esta vez no hubo la caída de ninguno de esos edificios.

El edificio Nuevo León de la Unidad Tlatelolco-Nonoalco, tras el sismo de septiembre de 1985

En septiembre de 1985 se desplomó parte de uno de sus edificios, el Nuevo León, que causó centenares de víctimas sepultadas entre pesados escombros de un edificios de 15 pisos. La mayoría de los derrumbes en la capital fueron atribuidos a vicios en el reglamento de construcción, a la ausencia de mantenimiento,  a la absoluta corrupción en oficinas públicas en el otorgamiento de las licencias para levantar inmuebles sin reglas antisísmicas.

En septiembre de 1985, fallecieron miles de capitalinos. Los panteones fueron insuficientes para sepultarlos.  No hay cifras exactas, pero se derrumbaron hospitales, edificios completos, viviendas, hoteles. La Ciudad de México tuvo una mañana completamente  desolada ese 19 de septiembre, enrarecida por el polvo de los derrumbes.

El improvisado depósito de cadáveres en lo que fue un estadio de béisbol en las calles de avenida Cuauhtémoc,  fue insuficiente para los miles de cadáveres rescatados de los escombros, otros muchos se fueron entre el cascajo de las ruinas. El derrumbe de la mitad del Edificio Nuevo León, representó el símbolo de la gran tragedia con un presidente Miguel de la Madrid y un Jefe de Gobierno, Ramón Aguirre, quienes despertaron tarde a la tragedia. Fue el principio del fin del PRI en el gobierno.

Los efectos del sismo de cerca de la medianoche todavía del jueves 7 de septiembre que provocaron el pánico y miedo de unos  50 millones de la población mexicana del centro del país, fueron diferentes a los terribles  del 19 de septiembre de 1985, por una razón científica, la distancia del epicentro.

El de 1985 tuvo como epicentro las cotas de Michoacán y Guerrero, a 400 kilómetros de la capital mexicana, mientras que el registrado el pasado jueves 8 de septiembre tuvo como epicentro el estado de Chiapas, a 700 kilómetros del centro del país. Así se explica que Juchitán, en el estado de Oaxaca, sea una de las áreas donde mayor dolor causó el terremoto del siete de septiembre. La distancia con el epicentro.

La explicación científica de este fenómeno natural se dio en una conferencia de prensa efectuada la mañana del viernes 9 de septiembre en Ciudad Universitaria, donde ante las insistentes preguntas de un numeroso grupo de periodistas, expertos de la UNAM en sismología reiteraban que los sismos no son predecibles.

Sobre todo,  estos expertos mexicanos pedían y reiteraban no hacer caso a los mensajes alarmistas y apócrifos que circulan en las redes sociales y que advierten de un gran movimiento telúrico.

“Todos debemos estar conscientes de que habitamos en una zona altamente sísmica”, señalaban.

Los especialistas del Instituto de Ingeniería; del Servicio Sismológico Nacional y del Servicio Mareográfico Nacional, ambos a cargo del Instituto de Geofísica (IGf), informaban que el epicentro del temblor de anoche se registró cerca de Pijijiapan, Chiapas, con una  intensidad de 8.2 grados en la escala de Richter.

En conferencia de prensa, Xyoli Pérez Campos, jefa del Servicio Sismológico Nacional, explicaba que hasta las 10:15 del viernes 8 de septiembre  se habían registrado 266 réplicas; la más intensa ocurrió a las 00:17 horas, de 6.1 grados Richter, y 13 más, mayores a 5 grados.

“El sismo ocurrió en la zona del Istmo de Tehuantepec, y es posible- decía la experta-  que haya más réplicas que pueden alcanzar magnitudes de hasta 7 grados”.

“La recomendación a la población es estar atenta”, advertía  la especialista.

Pérez Campos exponía que debemos ser conscientes de que México está en una región sísmica, en donde convergen las placas de Cocos y Norteamericana, lo que provoca constantemente estos fenómenos, la gran mayoría de ellos sin consecuencias.

Durante 2016, detallaba, se registraron 15 mil 400 temblores, lo que habla de la sismicidad en el país.

Históricamente, añadía, se cuenta con un registro sísmico en el país desde 1910, año de la fundación del SSN, y desde entonces a la fecha éste es el segundo más intenso, junto con el registrado en 1932 en las costas de Jalisco-Colima, de 8.2 grados en la escala Richter.

Leonardo Ramírez Guzmán, de la Unidad Sismológica del Instituto de Ingeniería, explicaba que pese a que se trata de uno de los movimientos telúricos más intensos, la percepción de su intensidad fue una quinta parte del ocurrido en 1985.

“Nuestras estimaciones indican que 50 millones de personas estuvieron expuestas al sismo o lo sintieron; de ellas, 38 millones lo percibieron de manera moderada”.

“Esto se debe a la combinación de la magnitud con la distancia y las condiciones geológicas de la Ciudad de México y la zona del epicentro”, decía uno de los expertos.

En su oportunidad, Jorge Zavala Hidalgo, jefe del Servicio Mareográfico Nacional, e investigador adscrito al Centro de Ciencias de la Atmósfera, hizo precisiones: que una de las consecuencias del sismo ha sido el registro de oleaje de más de dos metros de alto en las costas de Oaxaca, principalmente en Huatulco, por lo que estimó necesario no bajar la guardia en cuanto a las medidas de seguridad en los puertos.

Finalmente, Hugo Delgado Granados, director del Instituto de Geofísica de la UNAM, pidió que para mantener  en buen estado la red sísmica en el país, es necesario contar con los apoyos para su mantenimiento adecuado y su ampliación, mientras en la Cámara de Diputados, José Antonio Meade,  secretario de Hacienda y Crédito Público,  horas después entregaba un presupuesto federal de 2018, que incluía recortes a los ejercicios presupuestales del año próximo.

En este sentido, el investigador hizo un llamado al Congreso de la Unión para que se otorguen más recursos encaminados a ampliar la capacidad de actuación en este tipo de servicios.

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