¿De que sirvió todo?

¿De que sirvió todo?

  • A medio siglo recuerdan en la UNAM el origen del movimiento de 1968.  
  • El 30 de julio de hace 50 años, un bazucazo derribó la puerta de San Ildefonso e inició una sistemática represión de libertades y acciones contra la autonomía de las principales casas de estudio, dijo el rector Enrique Graue Wiechers.

¿De qué sirvió todo’, se preguntó Gerardo Estrada Rodríguez, quien hace 50 años era miembro del Consejo Nacional de Huelga por parte de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la mayor universidad pública del país.

Estrada Rodríguez habló en una ceremonia para recordar uno de los más trágicos sucesos en la vida nacional. El día 30 de julio de 1968 un paracaidista del Ejército mexicano derribó de un  bazucazo la histórica puerta colonial de la Preparatoria de San Ildelfonso en el centro de la Ciudad de México  y dio muerte a varios estudiantes.

Este recordatorio se realizó en la parte baja de la Torre  de la Rectoría de Ciudad Universitaria, al sur de la capital mexicana con la visible ausencia de la mayoría de estudiantes, quienes hace medio siglo  fueron representantes del Consejo Nacional de Huelga de las diversas facultades universitarias de esa época, algunos de ellos ya fallecieron como Marcelino Perello, Eduardo Valle Espinosa, “El Búho”  o   Margarita Suzan.

Para Estrada Rodríguez, quien ahora es miembro del Comité Universitario de Conmemoración y participante del movimiento estudiantil,a partir del 68 la vida política y social del país se transformó y hoy son una realidad las demandas libertarias y democráticas que exigían los jóvenes.

Estrada Rodríguez advirtió de la vulnerabilidad de los avances políticos y sociales a medio siglo de esa tragedia nacional. “La historia no sólo marcha hacia adelante y la UNAM, solidaria con la nación, habrá de conservar siempre su espíritu crítico con el poder y la injusticia; porque esa es su vocación, su compromiso y su razón de ser”, citó.

El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue Wiechers, principal convocante del recordatorio de esa tragedia, hizo un sucinto recuerdo del día en que un paracaidista del Ejército Mexicano derribó la histórica puerta de la preparatoria de San Ildelfonso con el disparo de una bazuca:

“Entonces, la madrugada de ese 30 de julio, el Ejército mexicano, en un acto de desmesurada violencia, hizo volar en pedazos la puerta colonial de San Ildefonso e ingresó a ese histórico recinto deteniendo a sus ocupantes. El oficialismo de la época, en su insensibilidad, soberbia e incomprensión, calificó el acto como necesario y protector de la Universidad”.

El 30 de julio de hace 50 años, dijo Graue Wiechers, un bazucazo derribó la puerta de San Ildefonso e inició una sistemática represión de libertades y acciones contra la autonomía de las principales casas de estudio.

Hace cinco décadas el centro de la ciudad de México se incendió por una bárbara represión que inició la policía capitalina a través de un cuerpo de granaderos, cuyos miembros, el 23 de julio,  ingresaron a la Vocacional Cinco,  una de las escuelas del Instituto Politécnico Nacional que se encontraban en la zona de la plaza de la Ciudadela. Los elementos de ese cuerpo policiaco golpearon sin piedad a estudiantes de ese plantel, la mayoría mujeres.

El 26 de julio de 1968 hubo dos manifestaciones, una para protestar por la invasión policiaca a la escuela del Politécnico, y la otra que celebraba el aniversario del asalto al cuartel Moncada en Santiago de Cuba, origen de la Revolución Cubana.

Un grupo de estudiantes del politécnico para protestar por la invasión policiaca a la Vocacional  Cinco  se dirigió al Zócalo donde ya los esperaban granaderos y bomberos; intentaron dos veces llegar a la Plaza de la Constitución, y la refriega alcanzó a los manifestantes del 26 de julio que, ajenos,  celebraban en avenida Juárez a la Revolución Cubana.

Varios de los estudiantes del Politécnico se refugiaron en la prepa de San Ildelfonso, ya pasadas las nueve de la noche. Los preparatorianos del turno vespertino salían de clases; la persecución policiaca los alcanzó y varios son detenidos y trasladados a los separos de Tlaxcoaque por los agentes secretos,  después de ser golpeados. Otros estudiantes se atrincheran en la preparatoria y extrañamente varios camiones son incendiados por bombas molotov por varios sujetos, quienes además en la avenida Juárez rompieron los cristales de las joyerías ubicadas en esa céntrica avenida capitalina.

Entre el 26 de julio y el 29 de julio, aparentemente la policía capitalina no logra controlar los disturbios en las calles aledañas al Zócalo cercanas a la preparatoria. Y desde la media noche del 29 de julio llegan a la plaza de la Constitución  unos 200 paracaidistas con tanques. Se prepara el asalto a la preparatoria y el derrumbe de la puerta histórica de San Ildelfonso por el bazucazo. El número de estudiantes muertos se desconoce hasta ahora, ya que muchos de ellos que estaban dentro del inmueble se encontraban tras la puerta.

Para el Rector Graue Wiechers, a cincuenta años,  el movimiento del 68 comenzó con la incomprensión y rigidez de las estructuras sociales y gubernamentales; cuando los jóvenes sintieron la necesidad de libertad, de cambiar, de expresarse y aspirar a un mundo distinto.

San Ildefonso, añadió Graue Wiechers, se convirtió en un bastión de estudiantes: la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional se declaró en paro, hicieron lo propio las escuelas vocacionales y la organización estudiantil se fortaleció en Ciudad Universitaria.

Sin embargo, mencionó el rector de la UNAM,  sus peticiones no fueron escuchadas, por el contrario, se incrementaron los niveles de represión para disolver las manifestaciones callejeras.

El rector universitario  citó parte del mensaje en el cual  Javier Barros Sierra, entonces rector de la UNAM,  exigió que la autonomía de esta casa de estudios fuera respetada por todos y pidió no ceder a provocaciones. “La Universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunión, de expresión, y la más cara: ¡nuestra autonomía!”.

Al encabezar la ceremonia conmemorativa del 50 aniversario del inicio del movimiento estudiantil de 1968, el actual rector de la UNAM recordó la valiente defensa que el entonces rector, Javier Barros Sierra, hizo de la autonomía, “nuestro valor más caro”.

El rector de la UNAM  afirmó que este día sirve también para tener presente el mensaje de Barros Sierra a los universitarios, cuando señaló que ese 30 de julio fue de luto para la Universidad Nacional y que su autonomía estaba amenazada gravemente.

En el auditorio de la Torre de Rectoría, Graue Wiechers explicó que el movimiento estudiantil continuó y tuvo un trágico desenlace. El rector de la UNAM  se refirió sin   mencionarlo directamente a la masacre del dos de octubre en la plaza de la Tres Culturas, en Tlaltelolco, donde fueron asesinados un número indeterminado hasta ahora de estudiantes, amas de casa, obreros, padres de familia y  profesores.

Por ello, la UNAM, dijo Graue Wiechers,  en conjunto con los rectores y directores de las casas de estudio involucradas en el movimiento de 68 conmemorarán los eventos y harán los balances necesarios de su importancia histórica.

Graue Wiechers, aseguró que la defensa de la autonomía sigue siendo vigente y nos une a todos. “Autonomía que nos permite organizarnos y determinar nuestro rumbo y condiciones académicas; autonomía para enseñar, investigar y difundir la cultura; para administrarnos y elegir a nuestras autoridades; autonomía con la que la Universidad enfrenta los embates políticos y las injerencias externas a nuestra vida académica”, dijo.

En el evento convocado por la rectoría de la UNAM  habló  el joven Gonzalo Zurita Balderas, consejero universitario alumno de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL). Para este joven estudiante   la destrucción de la puerta de San Ildefonso, hace 50 años, mostró que ésta separaba dos mundos: el universitario, en donde la libertad y el conocimiento son los principios máximos; y el de un gobierno negado a escuchar a su población, que buscaba dominar por medio de la intimidación y la fuerza.

La semilla libertaria que sembró el movimiento del 68, aunque estuvo salpicada por sangre y lágrimas, tuvo como su mejor fruto la democratización de México, que ha permitido cristalizar la autonomía de instituciones del Estado, la alternancia política, la transparencia, la rendición de cuentas, la defensa de las libertades ciudadanas y de los derechos humanos, subrayó.

No obstante, abundó Zurita, aún hay muchos pendientes. “Los universitarios lo afirmamos fuerte y claro: no dejaremos que se retroceda en la autonomía ni en las libertades democráticas. Refrendamos el papel central que nuestra casa de estudios tiene en la educación, la defensa de las libertades democráticas y nuestro compromiso con la justicia y con México”.

Por su parte, a medio siglo de ese movimiento desatado por la represión del gobierno de esa época que encabezaba el presidente Gustavo Díaz Ordaz, el secretario general de la Universidad, Leonardo Lomelí Vanegas, aseguró que  “las consecuencias a corto, mediano y largo plazos han sido innegables en la transformación democrática de México.

El programa de actividades para conmemorar el movimiento del 68 puede consultarse en www.culturaunam.mx/m68.

 

 

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