León Portilla, leyenda viviente, el Tlamatini más sabio de los sabios

• Cumplió noventa años el mexicano más conocido en el mundo
• Graue Wiechers se encargó de dibujar su figura de “académico ejemplar, humanista multifacético, escritor prolijo, redentor de nuestros orígenes, apasionado de nuestra cultura y lenguas autóctonas, maestro de generaciones, historiador de historiadores, ciudadano y hombre ejemplar”, de quien espera que “por nuestra raza siga hablando su espíritu por muchos años más”
• “La vida ha sido una serie de novedades para mí”,  dijo León Portilla 

Miguel León Portilla,  el mayor tlamatime del país, (“los que saben algo o los que saben cosas”), quien sembró “el amor por los pueblos originarios”, que hizo suya la fuerza de su palabra, el mexicano más reconocido en el planeta, el arqueólogo del pensamiento, el autor de “La Visión de los Vencidos” que ha sido traducido al chino, entre otras muchas lenguas,  maestro de historiadores, ícono universitario, recibió por sus noventa años un emocionado homenaje, cargado de interminables aplausos y con las “mañanitas” interpretadas por un grupo de músicos de instrumentos de cuerda.

El auditorio del Teatro Juan Ruiz de Alarcón, del Centro Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, fue insuficiente para que un gentío formado por  familiares, amigos, simpatizantes, alumnos, profesores, funcionarios universitarios y público en general rindieran tributo al investigador que logró rescatar la filosofía de los pueblos indígenas mexicanos.

 Miguel León-Portilla, dijo el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers  “representa lo mejor de los valores universitarios”. Graue Wiechers  se encargó de dibujar su figura de universitario,   de quien espera que “por nuestra raza siga hablando su espíritu por muchos años más”.

El rector de nuestra máxima casa de estudios describió a León Portilla como un “académico ejemplar, humanista multifacético, escritor prolijo, redentor de nuestros orígenes, apasionado de nuestra cultura y lenguas autóctonas, maestro de generaciones, historiador de historiadores, ciudadano y hombre ejemplar”.

León Portilla, en silla de ruedas, quien pasó las últimas tres semanas en el hospital por una neumonía, agradeció emocionado el homenaje y recordó a sus grandes maestros: Ángel María Garibay, Justino Fernández, Juan Hernández Luna, discípulo de Samuel Ramos; recordó a Manuel Gamio, iniciador de la antropología en México, a Eduardo Noguera; a los maestros del exilio español: José Gaos,  Juan Comas, Santiago Genovés.

Los aplausos eran interminables. León Portilla agradeció a su esposa Ascensión Hernández Treviño, trabajadora incansable, su permanente acompañante; habló de su hija, sus dos nietos, auguró que en México se pueda elegir a una presidenta para que “las arcas públicas estuvieran rebosantes de recursos”.

Cuatro exrectores de la UNAM presentes en el homenaje al tlamatinime: Guillermo Soberón, José Sarukhan, Francisco Barnés de Castro y  Juan Ramón de la Fuente. El único ausente fue José Narro Robles, ahora secretario de Salud, quien a la hora del homenaje estaba a unos dos kilómetros, en el Hospital Nacional de Pediatría, en uno de sus encargos como recién titular de la salud pública del país, anunciando la campaña de vacunación de la niñez mexicana.

Tampoco asistió el secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa. En el presídium Teresa Franco, titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Soberón fue el primero en llegar al homenaje al sabio de los más sabios; la directora del Instituto de Investigaciones Históricas, Ana Carolina Ibarra González, promotora del homenaje, habló de la fuerza de la palabra de León Portilla, de su capacidad para trasmitir su sabiduría y  enseñanzas, del fundador, hace más de cinco décadas,  de la revista “Estudios de Cultura Náhuatl”. “Es para nosotros un sabio, tal y como lo entendían los antiguos nahuas”, dijo  Ana Carolina Ibarra González.

María Teresa Franco y González Salas,  habla de ese joven historiador de 90 años de su “juventud acumulada”,  con sus años de sed de conocimientos, de una inteligencia profunda, de su portentosa capacidad intelectual, de su amor por la narrativa “de los otros”, de su coincidencia de 90 años con las conmemoraciones de Francisco del Paso y Troncoso, historiador y profesor en náhuatl quien falleció en abril de 1916, hace cien años.

Andrés Lira, director de la Academia Mexicana de la Historia habló del “hombre más feliz” que ha conocido, de su ingreso a esa agrupación como titular del sillón XVII en junio de 1970.

Exaltó el discurso de León Portilla sobre el significado de Mesoamérica en la historia universal, “de su  entrega como investigador, expositor, impulsor y guía del cuerpo del que fue director de 1996 a 2003, del académico emérito”.

El poeta Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, dijo que León Portilla es el más antiguo catedrático mexicano, el más reconocido del planeta,  de su cátedra en esa institución a la que ingresó hace 55 años a los 35 años en octubre de 1961, para ocupar la silla séptima.  “Se trata del intelectual mexicano más reconocido en el mundo entero. Él ha puesto ante nuestros ojos, azorados, todo un continente cultural; es un arqueólogo del pensamiento y la palabra”.

Entre los asistentes se encontraban dos artistas de excelencia, Rina Lazo y Arturo García Bustos;  Salvador Rueda Smithers, director del Museo Nacional de Historia que se encuentra en el Castillo de Chapultepec; Teresa Uriarte, la responsable de la cultura universitaria,  así como los amigos y  vecinos de Coyoacán, sus admiradores, y  los miembros de la Junta de gobierno de la UNAM, entre otros muchos otros que con sólo escuchar el nombre de Miguel León Portilla no dejaban de aplaudir al más sabio de los mexicanos que cumple noventa años.

Nos fortaleció la visión histórica de una pluralidad étnica que jamás será vencida, dijo el rector Graue.

“La vida ha sido una serie de novedades para mí”, dijo León Portilla.