Yolanda Lastra: una vida dedicada al estudio de las lenguas originarias

Yolanda Lastra: una vida dedicada al estudio de las lenguas originarias

Por su destacada trayectoria en el área de la lingüística recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015 en el campo de la Lingüística y la Literatura

Yolanda Lastra

Yolanda Lastra, emérita del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA), ha dedicado una vida entera al estudio de las lenguas nativas; es erudita en varias de éstas, como el quechua (que en 1968 cristalizó en su tesis de doctorado y más tarde en el libro “Cochabamba Quechua Syntax, The Hague, Mouton”), náhuatl, otomí y chichimeco; por supuesto también le interesa el español, su lengua materna, en la que ha elaborado estudios de variación lingüística; estos conocimientos han originado un cúmulo de textos y artículos de gran relevancia.

Su curiosidad la ha llevado a registrar un amplio acervo de datos antropológicos, no sólo lingüísticos, sino etnográficos y etnohistóricos para tratar de comprender a los grupos otopames. Su materia de estudio son las lenguas, principalmente las indígenas, y dentro de éstas, las de México, en particular las otopames y el náhuatl.

En la actualidad, la también integrante de la Academia Mexicana de la Lengua, galardonada con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015 en el campo de la Lingüística y Literatura, participa en el proyecto Atlas de la Cuenca del Río Lerma, a cargo de Javier Delgado, del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM, en el que colaboran más de 30 investigadores, entre geógrafos y antropólogos, no sólo de esta casa de estudios, sino de otras instituciones.

La tarea de Lastra es conseguir topónimos del paisaje (ríos, montañas, cerros y pueblos) en las lenguas respectivas de los poblados que circundan la cuenca del río Lerma, trabajo que, junto con los que realizan otros especialistas, constituirá un documento importante.

“Por desgracia, el número de lenguas indígenas en esa zona, y en el país en general, ha disminuido; todavía encontramos hablantes de éstas, pero en menor número”, reconoció.

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Para realizar su cometido, la especialista ha hecho una selección; por ejemplo, visitará Temixco, en Morelos, donde hay bastantes hablantes de náhuatl; Yurécuaro y Zitácuaro, en Michoacán, donde se utilizan el purépecha y mazahua, respectivamente; en Santiago Mexquititlán, municipio de Amealco en Querétaro, se espera recoger topónimos otomíes.

Asimismo, acudirá al Estado de México (Acambay y San Bartolo Morelos), de habla otomí, así como a Temascaltepec, con hablantes de matlazinca y náhuatl (en San Francisco Oxtotilpan y San Mateo Almomoloa).

En tanto que en Toluca, donde nace el Lerma, formará parte de su estudio San Juan Atzingo, del municipio de Ocuilan; ahí se utiliza el término tlahuica para denominar a la lengua otopame, previamente llamada ocuilteco. En Valle de Bravo, Donato Guerra y Villa de Allende, se entrevistará a hablantes de mazahua.

En esta parte del estudio colectivo estarán representados el otomí, mazahua, náhuatl, matlazinca, tlahuica y, tal vez, purépecha.

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Al referir la importancia de la investigación, resaltó que, en primer término, estas lenguas son algunas de las que se hablaban en nuestro país antes de la llegada de los conquistadores españoles. “Tenemos que protegerlas porque son parte de la herencia cultural”. Además, abundó, si los hablantes ya no las pueden utilizar debido a la presión que ejerce el español, al menos debe quedar un registro.

En la actualidad cada vez hay más lingüistas, “no sé decir cuántos. En 1968, al regresar de Estados Unidos (donde inició su formación en esa disciplina y obtuvo maestría y doctorado), se contaban con los dedos, ahora son muchos, bien preparados en diversas especialidades”.

Madre de cuatro hijos y amante de los perros, Yolanda Lastra concluyó que haber recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes “es un honor; me alegró mucho y ojalá lo sigan otorgando a otros lingüistas”.

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