Necesitan más que ayuda
Necesitan más que ayuda
Jorge RESÉNDIZ REYES La mujer se hallaba sentada sobre una banqueta. Mendigaba una limosna.Tras varias horas, no había reunido lo suficiente para comer. Sin embargo, paciente miraba a los transeúntes. Podía advertir sus prisas, enfados, angustias o alegrías.
Ello, inevitablemente la condujo a recordar años pasados, en los que acumuló muchas experiencias. A pensar con nostalgia, sobre los seres queridos que la habían abandonado por sentirla un estorbo. De nada sirvió que diera vida, amor y comprensión. La insensibilidad, egoísmo o intereses ajenos a ella, alejaron a los que decían amarla. Y ahora, una mujer acompañada por la soledad, por el sueño en la intemperie, por los que generosamente le regalaban unas monedas. Una anciana de más de ocho décadas, que resignada esperaba morir.
Éste es un ejemplo de las miles de historias dentro de la sociedad. Por lo mismo es de agradecerse, que personas, fundaciones y los gobiernos locales y federales, entre otros, auxilien a quienes también han forjado la historia de nuestro país. Asimismo la ley protege a los adultos mayores contra la discriminación. Estipula que el Estado apoye en parte con atención médica a los que carezcan de recursos económicos y existen programas laborales y campañas de estímulo para una vida digna. Incluso está previsto que si por diferentes circunstancias no se pueden hacer cargo de ellos los hijos, nietos, hermanos etc., los tiene que mantener un pariente con posibilidades económicas.
Pero eso no es suficiente. Las personas de la tercera edad también necesitan amor, comprensión, tolerancia. Un buen trato que se refleje con hechos, no con palabras. Porque es común que, principalmente en días festivos, muchas personas los llenen de elogios y horas después, los abandonen a la indiferencia, al olvido.
Es muy triste que descendientes de miles de adultos mayores, en el círculo social que se desenvuelven, digan que los quieren, que los consienten y que están al tanto de su salud, cuando la realidad es que los tienen en el abandono. Para esa gente el que no aporta dinero para el hogar es un parásito y por lo mismo insultan y hasta agreden físicamente a los que ya no pueden defenderse.
Olvidan que no por el hecho de acumular arrugas y canas, las personas adultas mayores no sienten y analizan los acontecimientos e incidentes dentro del hogar. No por el hecho de caminar encorvados, con paso lento y permanecer con una supuesta tranquilidad, no sufren de los dolores que las enfermedades les producen. Olvidan que son seres humanos y que lo mínimo que merecen es respeto.
Por eso es frecuente ver deambular a personas de la tercera edad con el rostro afligido y con lágrimas. Por eso salen a mendigar unas monedas o trabajan vendiendo golosinas baratas. Por eso no les importa caminar distancias largas, con tal de arribar a los asilos públicos.
Las mujeres y los hombres debemos tener presente que a través de los tiempos, los ancianos han sido pilares de la sociedad existente. Y si el destino dispone que los ahora jóvenes alcancen la tercera edad, asimismo dejarán un legado a las nuevas generaciones. Igualmente sería triste, que al llegar a esa edad, fueran tratados como algo inservible.